El antifaz de los reformistas
Raul Rivero, El Nuevo Herald, 30 de abril de 2006.
Madrid -- Los especialistas, los cubanólogos, hombres de muy diversas
líneas políticas de todo el mundo se preguntan --ya casi con ansiedad--
¿dónde están los reformistas del régimen castrista? ¿Dónde la reserva
disimulada de decencia que tiene que tener ese país entre los miles de
funcionarios que sirven a la dictadura?
Es una interrogante cada día más frecuente, pero que, por el momento, no
tiene respuesta.
No creo que nadie puede ver un eventual movimiento reformista en hombres
de la nomenclatura que pasan aterrados, impávidos y yertos en sus
automóviles refrigerados frente a una casa donde una turba le está dando
un mitin de repudio a la familia desamparada de un preso de conciencia.
Lo que se ve en la distancia y desde las calles de los pueblos y
ciudades, caseríos y bateyes dentro de Cuba es a una categoría especial
de cómplices, unos individuos silenciosos y desapercibidos que cuando se
les enfrenta la verdad de la violencia, la miseria y la dura realidad
cotidiana, miran hacia sus cotos privados donde pueden disfrutar todavía
de privilegios y de cierta frágil impunidad.
Lo que se ve es a hombres y mujeres en una asamblea que levantan la mano
para aprobar la muerte por fusilamiento de tres jóvenes inocentes que
querían --como miles de otros compatriotas-- salir del paraíso por las
riesgosa vía del mar y de las olas en el fatal estrecho de la Florida.
Se adivinan las nocturnas reuniones donde una pandilla de supuestos
intelectuales y seguros policías planea el envío de un grupo de
fanáticos con pulóveres que dicen Patria o Muerte y Chávez a golpear,
silenciar, agredir a la escritora Zoé Valdés, que va a Santo Domingo a
decir libremente su opinión invitada por la Feria del Libro.
Lo que se puede palpar, lo cierto, lo tangible, lo real es un troglodita
con corazón de esbirro que viola el domicilio de Martha Beatriz Roque
Cabello y la golpea en el rostro, mientras que todos esos caballeros
proletarios leen en sus oficinas los cables y pasan a despachar el
siguiente asunto como si aquella bestialidad no fuera con ellos.
Trasciende una carta triste y enérgica de Laurita Pollán a los 37 meses
de cautiverio de su esposo Héctor Maseda y los otros condenados de la
primavera negra. Trasciende porque responsabiliza a los carceleros, a la
Seguridad del Estado y al gobierno del deterioro de la atención médica,
de la escalada en los castigos y las torturas físicas y sicológicas de
los hombres presos.
Fuera y dentro de la frontera se comenta que el dictador y sus
compinches, junto al desvencijado y dócil sistema judicial, pretenden
ahora juzgar a las madres que quieren sacar a sus hijos del país donde
los adoctrinan, no tienen alimentos, se levantan cantando himnos
desfasados y consignas borrosas sobre un héroe argentino y el porvenir
es conseguir un salario promedio de ocho euros al mes.
Todo eso y mucho más se sabe porque salen de Cuba también raros payasos
que ríen dentro y lloran fuera. Ellos cuentan los otros episodios
patéticos. De todos los sectores hay noticias. Hasta del policía que una
noche, hace unos días, golpeó en la cabeza al periodista José Manuel
Caraballo en una oscura calle de Morón y después le destrozó la cámara
fotográfica, al tiempo que le advertía que si seguía haciendo su trabajo
lo iba a destrozar a él como a la máquina.
Se sabe de todo y de todos. Menos de los señores que están en
disposición de hacer reformas. Debe ser que el país no las necesita,
dice un viejo amigo mío que sabe mucho. Debe ser que no hace falta
reformar, sino cambiarlo todo de raíz.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/may06/02o4.htm
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