Muchos Días Sin Mexicanos
2006-04-23
Probablemente usted haya visto la película “Un día sin mexicanos” y tal
vez le pareció demasiado catastrófica… Bueno, veamos entonces cuáles
podrían ser las consecuencias para los Estados Unidos de “muchos días
sin parte de esos mexicanos”, es decir, sin los ilegales.
Los casi 12 millones de inmigrantes ilegales, mexicanos y
centroamericanos en su mayoría, realizan aquellos trabajos que rechazan
otros estratos de la población y los hacen por un salario menor y con un
mayor rendimiento y calidad. Los precios en el mercado, en cierta
medida, reflejan esos costos.
Hoy la globalización de la economía se concibe, fundamentalmente, como
el libre intercambio de productos y flujo de información; sin embargo,
el desequilibrio en el desarrollo económico entre las naciones, unido a
otros factores socio-culturales, aún hace muy distante en el tiempo el
día en que a la globalización se sume la libre circulación de las
personas. Por ello cada país está en su derecho de aceptar o no a los
inmigrantes y, sobretodo, de hacerlo en una forma controlada.
Ahora bien, la realidad es que esos inmigrantes de marras ya no sólo
están dentro del país, sino que la economía más potente del planeta los
absorbió. ¿Qué ocurriría entonces si la ley criminaliza a los
empleadores de esa fuerza laboral? Varios efectos en cadena tendrían
lugar. Casi de un plumazo millones quedarían desempleados. Las
compañías se verían obligadas a contratar personal no entrenado, con
menos motivación y a un costo superior. Los precios de los productos
subirían y con ellos el costo de la vida. Muchas compañías no
resistirían el peso de la competencia e irían a la bancarrota,
aumentando así el desempleo. Más manufacturas cerrarían sus puertas en
los Estados Unidos y se moverían para China o la India. En resumen,
aumentaría el costo de la vida y se reduciría su calidad a la vez que
crecería el desempleo.
La posible expulsión de los indocumentados también generaría un agudo
problema social y político en México y los países centroamericanos que
podría ocasionar un incremento en la desestabilización de buena parte de
Latinoamérica.
Una situación diferente ocurriría si la América Latina hubiese seguido
un camino racional hacia el progreso y el Tratado de Libre Comercio
prosperase. De haber sido así se crearía un mercado de casi mil
millones de habitantes que podría competir con el empuje de las
emergentes potencias económicas: China y la India. Pero en la América
Latina predomina una especie de subcultura occidental mezclada con un
indigenismo retrógrado y su característica inestabilidad se traduce en
desestímulo para el inversionista extranjero cuyo capital corre
demasiado riesgo en la región.
Hoy el Congreso se enfrenta a la disyuntiva entre dos males. Confiemos
en su sabiduría y que la decisión final sea la elección del menor de los
males.
www.liberalescubanos.org
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5257
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