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Thursday, April 27, 2006

Dictadores por categoria

POLITICA
Dictadores por categoría
Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Según plantean los
politólogos, así como se pueden clasificar las cosas, los animales, las
plantas y hasta las mismas piedras, los dictadores se clasifican en
varias categorías, sobre todo, los que asolaron al mundo a lo largo del
siglo pasado e impidieron el normal desarrollo del país que les tocó
vivir. Los hubo -o los hay- que pertenecen a la categoría uno. Son los
que tienen muchas más víctimas, ya sea porque se aferraron demasiado
tiempo al poder o porque la mano con la que gobernaron era demasiado dura.

Los intelectuales de izquierda, por muy intelectuales que sean, dan la
impresión de que no entienden nada de dictaduras. Apoyan las
totalitarias y atacan las de derecha liberal, que para el caso, es lo mismo.

Clasificar a los dictadores de acuerdo al número exacto de víctimas que
posee cada uno de ellos no es tarea fácil ni siquiera para los
historiadores de la actualidad. Unos han matado tres, cuatro individuos,
siempre que se pruebe y otros han mandado al otro mundo a miles, aunque
no se pruebe.

O sea, que los dictadores se catalogan de primera, segunda, tercera y
hasta de quinta categoría. Hitler, Mao y Pol Pot, los tres con más de un
millón de víctimas al año durante su estancia en el poder, caben en la
primera categoría. De eso nadie tiene duda.

Para que se tenga una idea de lo que han representado los dictadores en
nuestro planeta, solamente en el siglo XX pueden contarse centenares de
ellos. En Europa unos treinta. En América Latina se ha perdido la cifra.
Se dice que Augusto Pinochet, ese viejito que ya no le hace daño a
nadie, pero con el que se han ensañado de mala manera mientras que a
otros ni los miran, tiene sobre sus espaldas cinco mil víctimas. No
importa que haya hecho florecer la economía chilena y que por último
tuviera el coraje de convocar a un plebiscito y abandonar su cargo al
verse perdido.

Con el de mi país ocurre todo lo contrario. El número de víctimas llega
a veinte mil, según buenos contables, la economía cubana está peor que
la de Machado en los años treinta y de plebiscito, nada. Ni se acuerda
la máxima dirigencia de la Isla de que un grupo de cubanos con agallas,
a nombre de un partido que no aceptaron legalizar sabe Dios por qué, lo
pidió públicamente un 6 de noviembre de 1988.

Los dictadores saben más que las cucarachas. Saben hasta donde el jején
puso el huevo. Saben, y esto es importante, que el odio más encarnizado
es aquél que se produce entre hermanos. El cristianismo da fe de lo que
digo.

Es por eso que la labor más importante de un dictador es partir en dos a
su pueblo: los que están a su favor y los que llaman enemigos de la Patria.

Pero los dictadores, no olvidemos esto, no nacen sabiendo. Las
modalidades de sus antecesores les sirven de inspiración. Gerardo
Machado, otro de los nuestros que se aferró al poder como el macao, tuvo
mano dura con los movimientos de oposición, precisamente los que
propiciaron su caída en 1933. Fue quien inventó la porra, lo que hoy
llamamos los cubanos actos de repudio, sistema muy socorrido para
amedrentar a opositores y periodistas independientes.

En Cuba la oposición interna actual ha corrido la misma suerte de
aquélla de los años treinta y cincuenta, aunque con algunas variantes,
claro está, puesto que los tiempos cambian, y con el tiempo los
dictadores perfeccionan su trabajo. La astucia está a la orden del día.
A unos opositores se les permite tener un fuerte activismo, precisamente
para que se piense que lo hace en contubernio con el régimen y otros van
de cabeza a un calabozo, porque jugaron demasiado con el mono, en vez de
hacerlo sólo con la cadena.

Con la prensa independiente cubana, esa parte fundamental de la
oposición que día tras día sirve de vocera a la fisura por donde penetra
la sociedad civil en ciernes, ocurre igual. Unos son molestados por la
policía política y otros no, unos escriben cómodamente sentados en sus
casas y otros lo hacen desde una celda mugrienta. Los que no son
molestados -ése es el objetivo- a ciertas mentes calenturientas, que no
ven más allá de los pájaros, les resultan preocupantes, dudosos,
sospechosos y por qué no, aceptados por la nomenclatura del poder,
¡quien sabe! -así pensarán- por qué ocultas razones!

Es por eso que los dictadores, señores, saben más que las cucarachas.
Tienen que llegar como tipos duros a su misma sepultura, cuando
desaparecen como cualquier mortal. No importa que la Historia los
condene, si de todas formas, ya nadie les podrá quitar lo bailao.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/apr06/26a9.htm

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