REPRESION
¿Qué dirá Meliá?
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba Noviembre (www.cubanet.org) - La fiesta nacional de la 
República Checa debió celebrarse en Cuba en el Hotel Meliá Habana el 
pasado 28 de octubre. Los diplomáticos de la pequeña nación habían 
contratado el Salón Gran Canaria para conmemorar con el cuerpo 
diplomático e invitados nacionales tan importante fecha.
Para ello distribuyeron invitaciones con la antelación oportuna e 
hicieron todos los arreglos necesarios, abonando debidamente los costos. 
Cuál no sería la sorpresa cuando horas antes del inicio de la recepción 
recibieron una llamada telefónica de la administración del hotel que 
cancelaba la actividad, aduciendo que poseían la información de que allí 
se efectuaría una actividad contrarrevolucionaria.
Este insólito hecho protagonizado por la administración de la vasta 
cadena española Meliá, cuyos hoteles de lujo gozan de prestigio en todas 
partes del mundo resulta muy sorprendente. Resta credibilidad a una 
firma que denota dependencia a los vaivenes políticos del totalitarismo 
cubano, ofende a la nación checa, al cuerpo diplomático y a los 
pacíficos invitados criollos entre quienes se encontraban las Damas de 
Blanco, así como miembros de la oposición e integrantes de la sociedad 
civil.
Por si hubiera sido poco, a las personas que iban llegando al lobby del 
hotel para participar en la recepción se les comunicaba que la embajada 
checa había suspendido la actividad, una mentira que podía comprobarse 
inmediatamente al encontrarse un funcionario diplomático de esa misión 
en la entrada principal del hotel. Mientras, si la persona se movía 
dentro del hotel, por ejemplo para ir al baño, era seguida por supuestos 
empleados de muy agresivo talante, apresurados porque se abandonara el 
lugar.
La reprobable acción de la firma Meliá está en abierta contradicción con 
la solidaridad y el cariño que siempre el pueblo cubano ha recibido de 
la sociedad española en nuestros esfuerzos por alcanzar una sociedad 
democrática y con justicia social.
No es casual que la nominación de las Damas de Blanco al Premio Sajarov 
a la Libertad de Conciencia, conferido por el Parlamento Europeo, fuera 
presentada por eurodiputados españoles. Ello confirma y amplía nuestro 
respeto por una sociedad a la que nos unen indisolubles lazos de sangre, 
tradiciones y cultura.
Los cubanos, por razones muy distintas a las del gobierno de nuestro 
país, recibimos a los turistas con afecto y simpatía. En tanto que 
oficialmente se mira la actividad turística como un mal menor a soportar 
en busca de las necesitadas divisas, el ciudadano corriente aprecia a 
los extranjeros, sobre todo si son españoles, como amigos que nos 
permiten ver más allá de la férrea censura que nos han impuesto las 
autoridades durante más de 46 años. Consideramos al turista un soplo de 
aire fresco y una pequeña ventana que nos permite conocer lo que sucede 
en el exterior.
Sin embargo, no podemos negar que desde hace muchos años nos sentimos 
discriminados por compañías extranjeras, entre ellas Meliá, en cuyos 
hoteles del archipiélago cubano no permiten alojarse a los nacionales.
Ahora esta situación de complicidad con el totalitarismo nos muestra que 
la transnacional española, en su afán de hacer negocio, no tiene reparo 
alguno por repugnantes que sean los actos, aliándose con la represión y 
la violación de los derechos humanos.
Hacer negocios en el extranjero no tiene nada de pecaminoso, incluso 
beneficia a los países receptores de la inversión, siempre y cuando 
prime la honestidad y la ética. Este aparenta no ser el caso. Meliá 
tiene la palabra.
http://www.cubanet.org/CNews/y05/nov05/02a6.htm
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