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Wednesday, October 12, 2016

A qué van los empresarios extranjeros a Cuba?

¿A qué van los empresarios extranjeros a Cuba?
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 12 de Octubre de 2016 - 08:37
CEST.

La ola mundial de acercamiento a Cuba luego del restablecimiento de
relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington y del viaje del
presidente Barack Obama a la Isla evidencia el pragmatismo político del
siglo XXI, que apunta a promover y expandir intereses económicos y
comerciales, y no precisamente la democracia, como se alega en los
medios diplomáticos.

Salvando las diferencias de contexto, propósitos y consecuencias, la
actual luna de miel con Raúl y Fidel Castro tiene cierto parecido con la
"política de apaciguamiento" que aplicaron Gran Bretaña, Francia y
otros países europeos a la Alemania fascista en los años 30,
supuestamente para evitar una nueva conflagración mundial.

Aquella ingenua y fatal política de permitir a Hitler hacer todo lo que
quería facilitó que Alemania se armara hasta los dientes, violara el
Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial, invadiera
territorios europeos, y terminara desatando la más devastadora guerra en
la historia de la humanidad.

Tras la firma de los pactos con Hitler, Winston Churchill se lo advirtió
en el Parlamento al primer ministro británico Neville Chamberlain,
artífice del "apaciguamiento": "Tuvo usted para elegir entre la
humillación y la guerra, eligió la humillación y nos llevará a la
guerra". Y así fue.

Volviendo al presente, hacer la vista gorda ante la brutal represión
política de la dictadura y concederle a los Castro todo lo que piden,
sin que ellos muevan ninguna ficha, igualmente revela el escaso
conocimiento que tiene la comunidad internacional de la naturaleza del
castrismo y de la realidad cubana en general.

O sea, se parece a lo ocurrido 80 años atrás. Entonces muchos políticos
europeos no conocían a fondo el carácter genéticamente expansionista del
nazismo y las verdaderas intenciones de Hitler. Confiaban en que
Alemania atacaría solo a la Unión Soviética para acabar con el
comunismo, pero no a Occidente.

Ahora, con la idea de que el castrismo se puede minar desde dentro, y de
que se puede empoderar a los cubanos emprendedores, la Administración
Obama hizo el disparo de arrancada, sin tener en cuenta la vocación
jurásica de los Castro y el férreo andamiaje de leyes estalinistas que
rigen en Cuba y que blindan a la nomenklatura contra "los intentos de
destruir la revolución", etc.

Rápidamente la Unión Europea (UE), y el resto del mundo comenzaron una
"emulación" para ver quién hace más gracia a la Junta Militar cubana, y
quién envía a la Isla más empresarios y funcionarios gubernamentales.

¿Qué pueden encontrar en Cuba los hombres de negocios? ¿De qué pueden
hablar con funcionarios que no saben nada de economía de mercado, a la
que rechazan legal y estúpidamente?

Sin mercado y con dos monedas

Para empezar, el país no cuenta propiamente con un mercado nacional,
debido al bajísimo poder adquisitivo de la población y a la circulación
de dos monedas. El salario promedio en Cuba, de unos 25 dólares
mensuales (unos 600 pesos), es el más bajo de todo Occidente. Es
inferior al de Haití, de unos 60 dólares mensuales, según la entidad
global Nationmaster. En El Salvador y en República Dominicana, dos
naciones pobres, es de 365 y 355 dólares mensuales, respectivamente.

Una de las dos monedas cubanas, el CUP, con el que se pagan los
salarios, equivale a 4,2 centavos de dólar y no es convertible. No vale
nada, solo sirve para comprar unos pocos alimentos subsidiados y algunos
servicios como la electricidad, el agua y el gas.

El otro peso, el CUC, que es convertible y se compra a razón de 24 CUP
por un CUC, circula en tan poca cantidad que no puede constituirse en
demanda efectiva de mercado alguno. Y vale recordar que al llegar Castro
al poder había un solo peso, convertible al instante en dólares a uno
por uno.

¿Cuántas hamburguesas con papas fritas podría vender un empresario
extranjero en La Habana a un precio de 3.50 CUC, digamos, si ello
representa el 14% del salario mensual promedio? La doble moneda también
impide calcular los costos de producción. Nadie sabe hoy en Cuba, otrora
azucarera mundial, cuánto cuesta exactamente producir una libra de
azúcar.

En la Isla no puede haber un mercado ni negocios serios si no se
unifican las dos monedas y si los salarios no se cuadruplican, al menos.
Para eso hay que aumentar espectacularmente la tasa de productividad (la
más baja de América), y la producción de bienes y servicios no
gratuitos. Pero eso solo se puede lograr si se liberan las fuerzas
productivas, cosa a la que se niegan ambos hermanos Castro.

Por otra parte, en Cuba está prohibido que las empresas extranjeras
contraten a sus empleados. Tienen que pedirlos al Gobierno, que los
provee ya filtrados por la Seguridad del Estado para que sirvan de
espías del régimen en esas compañías mixtas (asociadas con el Estado) y,
sobre todo, para confiscarles el grueso del salario en divisas. Eso
obliga a los inversionistas extranjeros a pagar un salario adicional
clandestino, si quieren que los empleados trabajen bien y no roben
productos o equipos. Ello encarece el costo laboral.

Enriquecimiento de la elite militar

Igualmente, los empresarios foráneos no pueden negociar con el
incipiente sector privado isleño, que supuestamente es al que quiere
beneficiar Washington con su acercamiento a Cuba. Por ley, los
cuentapropistas no pueden relacionarse con los extranjeros, quienes solo
pueden hacer negocios con el Estado y los militares que controlan la
economía. Encima, se les prohíbe a los cuentapropistas crear capital. Es
decir, no pueden ampliar sus precarios timbiriches de corte medieval.

Por último, invertir capital solo tiene sentido cuando se cumplen tres
condiciones básicas: 1) garantías legales a la propiedad y la
operatividad de la compañía; 2) seguridad de que se obtendrá un rápido
retorno en ingresos que cubran el monto de la inversión realizada; y 3)
la existencia de un mercado, interno o externo, que prometa buenas
ganancias. El régimen de los hermanos Castro no ofrece ninguna de esas
tres condiciones.

Nada hace la dictadura con organizar ferias comerciales en La Habana y
enviar a sus ministros por el mundo a tratar de captar inversiones, ni
con reducir los impuestos al capital extranjero, si el país carece de
credibilidad en el sector financiero y empresarial internacional.
Incluso periódicamente deja de pagar a los inversionistas en territorio
cubano.

La credibilidad se logra jugando limpio, con leyes que protejan al
capital extranjero, permitan el capital privado cubano, y pagando a los
acreedores. Eso no existe en Cuba, donde imperan las arbitrariedades de
una casta político-militar empecinada en negarles las libertades y
derechos elementales a sus ciudadanos y a los capitalistas extranjeros.

Lo peor es que no hay posibilidad alguna por ahora de elevar los
salarios, ni de unificar las dos monedas, ni se puede crear un mercado
mayorista o minorista. Y el régimen se niega a abrir su economía.
Además, el país carece de infraestructura en carreteras, puertos,
aeropuertos, acueductos, transporte, servicios bancarios, o eficiencia
en las telecomunicaciones e internet, y no tiene dinero para construirlas.

Para colmo, el idilio extranjero con la Isla tiene lugar cuando su
economía ya está totalmente dominada por las fuerzas armadas, y a la
"revolución" se le desdibuja su fisonomía ortodoxa marxista para
parecerse cada vez más a un régimen militar fascista.

Conclusión: luego de echar un vistazo al panorama de la Cuba castrista
queda claro que lo que buscan, o lo único que pueden encontrar hoy en la
isla caribeña los empresarios capitalistas con el "deshielo" es explotar
los salarios miserables imperantes en el país para producir a muy bajo
costo con vistas a la exportación, al tiempo que la elite
político-militar y sus familiares se enriquecen y se perpetúan en el poder.

¿Es eso promover la democracia?

Source: ¿A qué van los empresarios extranjeros a Cuba? | Diario de Cuba
- http://www.diariodecuba.com/cuba/1476133385_25920.html

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