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Wednesday, September 21, 2016

Un hijo putativo de Juvenal

Un hijo putativo de Juvenal
El periodista Jorge Dávila Miguel se las da de escritor satírico
Lunes, septiembre 19, 2016 | René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba.- El pasado jueves viajé a Santa Clara para visitar al
licenciado Guillermo Fariñas. Acababa de terminar su más reciente huelga
de hambre y sed. Me alegró verlo bastante recuperado, aunque aún débil.
Resultaba notabilísima la diferencia con el estado que observé en él
durante nuestra entrevista anterior, cuando todavía mantenía su negativa
a ingerir alimentos o líquidos.

Con esos antecedentes, es razonable que me haya producido irritación la
lectura, en El Nuevo Herald del viernes, de un artículo del señor Jorge
Dávila Miguel, que califica la mencionada protesta cívica como un
"sainete" y un "esperpento". El título es larguísimo: "Europa, Fariñas y
por dónde le entra el agua al Coco". El trabajo posee méritos sobrados
para ser publicado en el Granma. Si tal cosa no llegara a ocurrir, sería
porque los castristas no desean mencionar al líder villareño, ni
siquiera para calumniarlo.

La intención burlesca se pone de manifiesto no sólo en el nombre del
trabajo. Ella también se trasluce en los párrafos iniciales, que narran
hipotéticas conversaciones telefónicas entre cubanos de Miami y
funcionarios de la Unión Europea. El mismo autor, con más pretenciosidad
que exactitud, califica esa fabulación como "una sátira".

La principal acusación de Dávila contra El Coco es que éste sigue vivo
("Fariñas canceló su huelga número ¿25? sin que Raúl Castro cumpliera lo
que le exigió y también sin morirse", escribe). Si sólo merecen su
respeto las protestas cívicas que tienen ese fatal desenlace, entonces
el escribidor desperdició una excelente oportunidad para recordar a
mártires como Pedro Luis Boitel u Orlando Zapata.

Pero Don Jorge no parece estar mayormente interesado en confrontar al
régimen castrista. De hecho, no lo hace en este trabajo, aunque las
circunstancias concurrentes daban amplio margen para ello. Prefiere
hacer una tajante afirmación con la que cree prevenir cualquier ulterior
debate: "Nadie vive 54 días sin tomar agua", asegura.

En el contexto existente, la afirmación es mendaz. Un periodista que
respete a sus lectores (y, de paso, a sí mismo), se documenta antes de
abordar un tema determinado. Si el señor Dávila Miguel hubiese obrado de
ese modo, sabría que, con ocasión de cada desmayo que sufría Fariñas,
sus seres queridos lo llevaban a un hospital, donde le pasaban litros de
sueros.

Por esa vía intravenosa era hidratado y, de paso, recibía alimentos. En
esas circunstancias sí pudo El Coco sobrevivir sin ingerir agua los 54
días, igual que lo hizo —aunque durante 135— en su huelga precedente.
Por eso es que la terminante aseveración de Dávila, en el contexto de
los hechos reales, se convierte en una mentira.

Tampoco contiene toda la verdad la aserción que hace al terminar su
"sátira": "Varios medios de prensa publicaron dos noticias, que nunca
confirmaron y eran falsas". La información de la que Don Jorge priva a
los lectores del Herald es vital: Los datos mentirosos aparecían
colgados en más de una docena de sitios-web (en diferentes idiomas) que
pertenecían supuestamente a la Unión Europea.

A mayor abundamiento, conocí de labios de Fariñas y sus colaboradores
que un extranjero, asistido de un traductor, se hizo pasar por el señor
Schulz, actual presidente del Parlamento de ese bloque continental. En
otras oportunidades, quienes llamaron a casa del Coco fingieron ser
secretarios ejecutivos del alto funcionario.

Todo esto (en especial lo colgado en Internet) era del conocimiento de
los colegas de Dávila a quienes éste descalifica. Afirmar que ellos
"nunca confirmaron" las noticias, es una verdad a medias, que en este
caso es lo más parecido a otra mentira. ¿Para qué corroborar una
información que parece haber sido publicada en el sitio oficial de una
institución!

Mientras no me demuestren lo contrario, creeré que las falsificaciones y
las usurpaciones de personalidad (algo que el articulista ni siquiera
menciona) representaron otras tantas facetas de un grave delito
cibernético llevado a cabo en favor de los castristas. Su objetivo (que
alcanzaron): utilizar esos medios engañosos para lograr poner fin a la
huelga de Fariñas, que tan embarazosa les resultaba.

Esas mixtificaciones están siendo investigadas por las autoridades del
Viejo Continente. Por desgracia, considero poco probable que la pesquisa
policial conduzca a algo concreto. Y no porque yo dude de la maestría de
los detectives cibernéticos europeos, sino porque no creo que sus jefes
tengan la voluntad política de atribuir responsabilidades al castrismo.

En el ínterin, recuerdo que la anterior huelga de hambre y sed de
Fariñas, aunque el periodista del Herald no lo crea, constituyó el
prólogo para la excarcelación de los presos del Grupo de los 75. En
aquella ocasión sí lo ingresaron, y cumplió en terapia intensiva 135
días. Tratándose del castrismo, lo razonable es pensar que su sala
estaría monitoreada de manera permanente. De ese modo, cualquier
infracción de la huelga sería fácilmente comprobable.

Que el régimen no haya publicado material alguno en ese sentido,
demuestra que no hubo ningún hecho de esa naturaleza. Es probable que la
negativa a darle ingreso al Coco en esta ocasión, pese a las protestas
de la opinión pública, haya obedecido al propósito de las autoridades de
brindarle credibilidad a cualquier jorge dávila dispuesto a denigrarlo.

El autor del artículo de largo título, aunque sin mucho fundamento, se
las da de escritor satírico. Por eso creo justo que, recordando al
famoso romano, digamos que él ha resultado ser un hijo putativo de Juvenal.

Source: Un hijo putativo de Juvenal | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/un-hijo-putativo-de-juvenal/

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