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Friday, September 02, 2016

Las fantásticas historias de los emigrantes cubanos

Las fantásticas historias de los emigrantes cubanos
agosto 31, 2016 12:58 am

La Habana, Cuba, Emaro, (PD) En este mismo momento, cuando se escribe
esta crónica (21-8-2016) cuatro cubanos se mantienen sentados ya por
varios días sobre una de las aceras a mitad de un puente. No es nada de
turismo extravagante, sino una, otra, de las tantísimas tragedias
personales de millones de individuos quienes han intentado escapar de
cualquier forma de esta paradisiaca isla en os últimos cincuenta y siete
años.

La noticia puede parecer tonta, incluso grotesca cuando uno piensa en
cuatro personas quienes en este instante existen en ninguna parte,
cuando uno reconstruye las escenas de cómo es posible vivir sobre una
acera, probablemente de acero, sin un techo protector de la frecuente
lluvia torrencial o el intensísimo sol de estas regiones tropicales, sin
una cama o colchón donde descansar, sin un baño, sin privacidad, sin
agua o alimentos, y lo que es peor, sin esperanzas de auxilio y sin
nadie quien los atienda. Eso le ha pasado a cuatro cubanos.

Probablemente cuando usted lea estas líneas ya esta situación haya
terminado y nuestros protagonistas ya estén en otra parte pero jamás
podrán olvidar lo kafkiano de cuanto les ha sucedido, lo irreal de este
universo donde la imaginación muchas veces se queda corta para relatar
la realidad. No creo que nadie haya podido imaginar tal historia para
torturar a algún ser humano.

Estas personas de nuestra narración habían escapado de Cuba meses atrás,
con destino a Ecuador. En esa nación se estima medran más de cuarenta
mil cubanos ilegales ahora forzados a abandonar el país tras un
terremoto catastrófico, el rechazo de las autoridades y la población
local. Se afectó en gran medida una economía aceptable, se perdieron
numerosos empleos y se redujeron grandemente las posibilidades de
existencia al margen hasta cuando lograran insertarse allí, en aquella
sociedad nada perfecta, pobre y tercermundista, pero muchísimo mejor que
la cubana.

Casi ninguno de estas decenas de miles de intrépidos aventureros
escapistas intentó retornar a Cuba.

Resulta que estas cuatro personas lograron ingresar a Panamá fugados del
pueblo colombiano de Turbo, desde donde las autoridades pretendían
deportarlos de vuelta a Cuba, avanzaron hasta la frontera con Costa Rica
y los militares que custodiaban el puente sobre un río desde el lado
panameño los ignoraron mientras salían. Los del lado costarricense les
impidieron el paso, siguiendo órdenes de su gobierno. Por supuesto,
ninguno tiene pasaporte ni visas de nadie. Intentaron retornar a Panamá
y entonces los milicos de ese lado, de donde acaban de salir, tampoco
los dejaron ingresar a la nación istmeña. Volvieron hasta el medio del
puente, equidistantes. No es opción tirarse al agua, por la altura.
Entonces se quedan en el aire, literalmente. Residen en este planeta,
pero no están en ningún país.
Ni siquiera en el agua o volando en una nave aérea se está fuera del
alcance territorial de alguna nación, pero los cubanos reescriben la
historia, generan posibilidades inconcebibles momentos atrás. Estos
cubanos estaban en ninguna parte.

Hay que hacer un gran esfuerzo mental para comenzar a comprender qué
hace un gobierno para obligar a escapar, emigrar, a un tercio de la
población original cuando llegó al poder sin que medie una dramática
guerra como sucede en Siria.

Cuando un cubano abandona su isla deja de ser cubano oficialmente. Se
transforma en un desertor, una apátrida, un ex cubano, en una no
persona, y como tal es tratado por las autoridades, aunque las leyes no
lo recojan así…

Muchos cubanos, miles, atraviesan la selva del Darién a pie, solos o
siguiendo a guías coyotes quienes les roban, los asaltan, les despojan
de todo lo que puedan llevar y los asesinan. Si esto no sucede, pues
entonces tenemos a los pumas, a las serpientes, al implacable clima de
sol y agua, a los insistentes mosquitos y otros insectos, al permanente
fango, el cansancio y el hambre, al ejército, que los anda cazando. Y
así y todo, por increíble que parezca, hay algunos que llegan.

Por si fuera poco, esta historia ya se ha producido en Colombia, en
Panamá y continuará en Guatemala, Honduras y Méjico, el peor de todos.
Hoy los nada cariñosos guardias militares buscan afanosamente a cubanos
ilegales en los hoteles, alojamientos y rincones de ciudades fronterizas
como Bocachula para deportarlos a Cuba, según los nuevos acuerdos entre
ambos gobiernos.

¡Qué historia! ¿Qué horror de nación los ha hecho escapar? ¿Qué los
impulsa a pasar por tanto sufrimiento con tal de alcanzar un brumoso y
nada seguro paraíso en la nación más desarrollada del planeta, cuando en
un avión el viaje demora tan solo treinta y cinco minutos?

Lo más triste de todo, si es que puedo entristecer más este relato, es
que las autoridades cubanas no se sienten aludidas por esta crisis que
ya lleva años, no hacen absolutamente nada al respecto. Ningún
funcionario, ni siquiera un periodista oficial se ha acercado por las
zonas por donde se escabullen los cubanos para averiguar qué pasa.
Nuestros medios, todos propiedad del gobierno, no han publicado ni media
palabra al respecto. La transnacional Telesur igual los ignora
olímpicamente, cuando los tienen debajo de sus narices. Las páginas de
Internet que pudieran ilustrar sobre esto son permanentemente bloqueadas
por el gobierno y su ciberpolicía. Ni siquiera una botella de agua Ciego
Montero ha llegado a estos cubanos no personas.

¿Qué les pasa a este gobierno y a quienes nos hemos quedado aquí que
permitimos estas cosas? ¿Por qué se ignora y se desdeña a esa otra
nuestra nación que está allá afuera?

Eso es historia y muy triste que leerán las futuras generaciones, no la
podemos tapar con un dedo ni con diez. No nos van a perdonar.

Ya pasaron las alucinantes historias de Camarioca, el Mariel, el
Maleconazo. Sucede hoy el corredor Sur-Centro americano. Ahora ensayamos
otra vía fresca que aún no ha generado crisis. Váyase usted por
Kamchatka que todavía es verano. Rusia no pide visas. Lléguese hasta la
península de Chukotka y tome o alquile a un botero esquimal que les
lleve remando en sus kayaks hasta la isla Diomedes. Allí hay un
pueblecito norteamericano. Allí el estrecho tiene tan solo un poco más
de 67 kilómetros de ancho, no hay tiburones, pero si se cae al agua, no
demora diez minutos en ir al fondo, hecho un bloque de hielo.

Ya comenzaremos a escuchar las historias, pero cuídense de la mafia rusa
que probablemente les espere en el aeropuerto moscovita de Cheremetievo.
Ahí va a llegar a un universo diferente, educado pero más desalmado y
menos cariñoso que hará palidecer a los latinos.

Y no se ocupe que el gobierno de aquí va a continuar ignorándolos y no
van a salir ni en las noticias.
eduardom57@nauta.cu; Eduardo Martínez

Source: Las fantásticas historias de los emigrantes cubanos | Primavera
Digital -
http://primaveradigital.net/las-fantasticas-historias-de-los-emigrantes-cubanos/

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