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Friday, August 12, 2016

Fariñas y el poder que quiere deshacerse del opositor

Fariñas y el poder que quiere deshacerse del opositor

El opositor cubano Guillermo 'Coco' Fariñas lleva 20 días de huelga de
hambre para exigirle al gobierno de Raúl Castro un tratamiento de
respeto para los disidentes cubanos.
ANDRÉS REYNALDO

Pongo punto final a esta columna el jueves 11 de agosto, cuando
Guillermo "Coco" Fariñas cumple 20 días de huelga de hambre y sed en Cuba.

Esta vez, Fariñas pide a Raúl Castro, principalmente, que deje de
ordenar a la policía y a las turbas progubernamentales el empleo de la
violencia contra los opositores, así como el cese del hostigamiento a
los cuentapropistas que no están conectados a la Seguridad del Estado.

Fariñas ha protagonizado 25 huelgas de hambre. Días después de la
muerte, muchos cadáveres todavía lucen mejor de lo que él lucía al
concluir su última huelga en el 2010. Fueron cuatro meses, dos semanas y
un día. Ese mismo año murió, al cabo de 80 días de huelga de hambre, el
preso político Orlando Zapata Tamayo.

Todavía recuerdo a Silvio Rodríguez decir en una conferencia de prensa
en Puerto Rico que Zapata Tamayo había muerto por defender la causa del
anexionismo. Tal como lo oye. El episodio permite medir en la descarada
perversidad de la marioneta la maldad del titiritero. Si estos son los
poetas…

La huelga de hambre apela a la moral del otro. Así, Gandhi consiguió
abolir, ante las mismas cortes británicas, el orden colonial. Su
Majestad La Reina prefirió perder la joya de la Corona antes que empañar
su ley y corromper su razón. Eso es civilización. Al final, fue la India
la que mató a Gandhi.

En las democracias, el poder negocia, debate, cede ante una huelga de
hambre aunque tenga más de espectáculo político que de necesidad
pública. La excepción fue la primera ministra británica Margaret
Thatcher en 1981. Bobby Sands y otros nueve miembros del Ejército
Republicano Irlandés (Provisional) murieron en reclamo de unas
condiciones de prisión que parecerían un exorbitante y hasta inmerecido
lujo a cualquier prisionero político cubano.

Thatcher cayó en las encuestas pero no torció la moral civil.

"El señor Sands es un terrorista convicto", dijo. "Ha tomado la decisión
de quitarse la vida. Una elección que su organización no permite a sus
víctimas".

Eso, también, es civilización.

¿Qué hacer, sin embargo, cuando el poder está en las manos del
terrorista? ¿Cuando toda negociación acusa la ilegitimidad de ese poder?
¿Cuando ese poder ve la huelga de hambre como una ocasión para
deshacerse del opositor?

Miles de presos políticos cubanos han perdido su salud a lo largo de 57
años en huelgas de hambre para demandar condiciones que habían sido
sagradas en la isla desde la colonia española. A la hora de conceder, la
dictadura se ha preocupado menos por observar los derechos humanos que
por evitarse problemas logísticos y de imagen exterior. En unas semanas,
perfeccionados algunos controles, separados los presos en huelga y
calmadas las pocas protestas internacionales, el infierno recobra su
purgativa temperatura, caso de que no empeore.

Una huelga de hambre contra los Castro implica tanto riesgo como una
acción armada. Si no más. Sólo la solidaridad internacional puede
sostener la débil raya entre la vida y la muerte del huelguista. Fariñas
ya ha entrado en un período de agudo peligro. Hoy por hoy, su huelga ha
conseguido estremecer el status quo del pretendido deshielo. Quieran o
no, la administración del presidente Barack Obama, la Unión Europea, el
Vaticano y, en particular, la Iglesia de la isla, han tenido que
presentarse como testigos de una latente tragedia.

Raúl ya debe haber sacado sus cuentas. ¿El precio a pagar por un Fariñas
mártir compensa el reto de que viva en perenne oposición? Cualquiera que
sea el desenlace, algo queda muy claro. Vivo o muerto, nunca podrán
convertir a Fariñas en un cadáver político.

Source: Fariñas y el poder que quiere deshacerse del opositor | en Cuba
Hoy - http://www.encubahoy.com/ultimas-noticias/article95144152.html

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