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Thursday, November 26, 2015

Inmigración y derechos

Inmigración y derechos
noviembre 26, 2015 4:40 am

Guanajay, Artemisa, Mackandal, (PD) Dijo Confucio que como mejor se
conoce al mundo es sin salir de casa. Pero a veces ocurre que hay que
salir, para conocer el mundo y así viajar al fondo de otros sentimientos
además del propio.

La Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba respecto
a la inmigración aborda un tema que por político, no deja de tocar el
alma. Como se trata de inmigrantes, entonces habrá que salir de casa y
volver a ella para poder sopesar las diferencias con el mundo. Conocer
las razones del por qué, tantos cubanos quieren abandonar su país.

Mucho antes del llamado Periodo Especial, en Cuba ya muchos ciudadanos
optaron por abandonar la patria. Camarioca y el éxodo del Mariel son
vivos ejemplos de lo que este artículo manifiesta. Esto ha ido en
aumento a medida que las políticas y las restricciones al derecho fueron
cada vez más injustas y anti ciudadanas. Esto trajo aparejado escasez de
alimentos, salarios de hambre y el incremento de la delincuencia, además
de privilegios a los grupos de represión uniformados y las
discriminaciones por impedimentos físicos o color de la piel.

Poco tiene que ver con esto, la llamada Ley de Ajuste Cubano o la
política de «pies secos- pies mojados» que confiere a los cubanos un
tratamiento privilegiado una vez que hayan pisado tierra estadounidense.
Se trata todo del encierro y el maltrato psicológico sufrido bajo la
tiranía en el poder.

Necesidades y deseos de inmigrar pueden haber habido en Cuba. Pero jamás
se había dado un éxodo tan numeroso como este que ocurre desde que se
aprobó la reforma migratoria, aprobada por vez primera, desde que se
implantó el totalitarismo y la mentalidad estalinista de los dirigentes
cubanos. Esa que traiciona el espíritu de patria y los ideales más
sagrados gestados en la nación desde la formación de su cultura nacional.

Forzar la realidad es que los cubanos piensen que todos los atropellos
que sufren los que desean emigrar, a los que en muchos casos el
desespero por llegar a tierras norteamericanas les hace caer en manos de
narcotraficantes y matones es culpa del Gobierno de Estados Unidos. Esto
desmoraliza cualquier atisbo de razón que pudiera tener el régimen de la
Habana en cuanto al tema de la emigración.

Lo desmoraliza porque sería cosa muy rara, que algún cubano con un
mínimo de razonamiento y criterio propio creyera semejante barbaridad.

La preocupación del castrismo por los inmigrantes en situación de riesgo
no es sincera. Lo hace para sensibilizar a la opinión pública mundial y
ganar votos en las próximas discusiones sobre derechos humanos en la ONU.

De no ser así, y viendo como los jóvenes abandonan como bandadas de aves
el país, poco le importaría, porque la realidad a lo largo de más de
cincuenta años ha demostrado que es el poder y solo el poder lo que no
quieren perder. Por eso y para eso hacen cualquier cosa, inventan lo
inimaginable, aun cuando ya sepan, que el tiempo que les queda es corto.

El problema es cubano y sobre políticas abusivas. Sobre sus dirigentes,
que ya a estas alturas sobran, porque cuando un pueblo emigra dirigentes
sobran.

Flexibilizar la cultura política cubana y encaminarla a consagrar el
derecho a participar todos de ella, en sus distintos niveles. Legalizar
al menos otro partido y tolerar el sagrado derecho a una oposición
pacífica, son tres de las cuestiones que deben ser implementadas de
inmediato para avanzar civilizadamente hacia la revisión y redacción de
una nueva Constitución. Una que realmente se apegue a los conceptos de
patria de Martí. Donde los ciudadanos no sean juzgados por lo que son o
dejen de ser en términos ideológicos, sino en términos de cubanía y de
sus proyectos para el bien común. Porque una Constitución es una ley
viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos.

La traición a la Patria y al legado martiano realizada por el castrismo
cuya única preocupación ha sido la permanencia en el poder cueste lo que
cueste. Sin que importen cárceles ni muertos por defender sus derechos,
debe tener un fin. Y ese fin es ahora, para quienes están vivos y no
cuando estos hayan pasado a mejor vida.

Cesen las torpezas políticas y las restricciones al derecho y cesarán
los deseos de emigrar de los cubanos. En Cuba debe mandar el pueblo y no
un grupúsculo viciado, egoísta y altanero.
mal26755@gmail.com; Manuel Aguirre (Mackandal)

Source: Inmigración y derechos | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/inmigracion-y-derechos/

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