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Tuesday, October 06, 2015

Académica de EEUU explora las fronteras del arte y el activismo político en Cuba

Académica de EEUU explora las fronteras del arte y el activismo político
en Cuba
En "Movidas peligrosas: políticas y performance en Cuba", la escritora y
artista Coco Fusco resume décadas de estudio del ámbito cultural cubano.
Luis Felipe Rojas/ Martinoticias.com
octubre 05, 2015

La escritora y artista del performance Coco Fusco acaba de publicar el
libro Movidas peligrosas: políticas y performance en Cuba (Tate
Publishing, 2015), investigación que le valió el Primer Premio de
Escritura sobre Arte, 2013 que otorga Absolut Vodka, una compañía con
larga tradición de mecenazgo.

En entrevista con Martí Noticias, Fusco analiza parte de sus hallazgos
al explorar la conducta del Estado ante los artistas que eligieron el
performance para dialogar con su realidad más inmediata, las
consecuencias de retar a quienes detentan el poder y la respuesta de las
autoridades cubanas, muchas veces filtradas por instituciones culturales
y comisarios de turno.

Coco Fusco, de madre cubana, llegó a Nueva York en 1960 y tiene un
doctorado en Filosofía por Middlesex University (2007). Ha recibido
diversas becas para el apoyo de su creación artística como Cintas 2014,
Guggenheim Foundation 2013 y Fulbright 2013, entre otras. Es autora,
además de Dangerous Moves: Politics and Performance in Cuba; English is
Broken Here: Notes on Cultural Fusion in the Americas (1995); y de The
Bodies that Were Not Ours and Other Writings (2001).

¿Qué camino recorriste para analizar la fricción entre una producción
artística como el performance y los mecanismos de contención del Estado
cubano? ¿Qué te animó a emprender este "viaje"?

Yo llevo más de 30 años estudiando la política cultural en Cuba. He
viajado a Cuba desde los años 80 con mucha frecuencia, he podido
observar el desarrollo de la plástica en la isla y he tenido muchas
oportunidades de discutir con (y aprender de) los artistas e
intelectuales cubanos dentro y fuera de la isla. Soy hija de una
guantanamera, soy artista y escritora, y profesora universitaria. Como
artista, hago performance y video y como investigadora he escrito sobre
el performance en América Latina, los debates poscoloniales y las
políticas culturales. Me interesa el performance en Cuba porque es un
campo muy rico, y muy significativo, y ha servido a muchos artistas como
laboratorio.

En 2013 gané el primer Premio de escritura sobre el Arte de Absolut, la
prestigiosa empresa de Vodka. El premio incluye apoyo financiero para
producir un libro. Gracias al premio tuve la oportunidad de hacer un
libro bien ilustrado.

Organismos culturales como la Unión Nacional de Escritores y Artistas de
Cuba (UNEAC), la Asociación Hermanos Saíz (AHS) o el Consejo Nacional de
las Artes Plásticas (CNAP) han sido "vendidos" como un tamizador entre
los artistas y las ordenanzas del Partido Comunista de Cuba (PCC). ¿En
qué se aleja tu libro de este falso mensaje? ¿Hasta dónde tus fuentes
consultadas y tus muestras nos pudieran llevar a una orilla distinta?

Bueno, técnicamente la UNEAC, AHS y CNAP sí son "filtros". Por ejemplo,
la UNEAC debe "representar" los intereses del sector artístico pero no
puede asumir una forma contestaria de expresarse, y tiene que apoyar las
orientaciones del partido. Forman parte del sistema estatal y uno de sus
objetivos es asegurar que las prácticas de las instituciones culturales
y las manifestaciones artísticas representen una versión deseada (por el
Estado) de la identidad cubana. Son organizaciones con deberes
políticos, entre ellos está el mantenimiento del control sobre el sector
artístico, la cooperación con los otros organismos, es decir con el PCC
y el Ministerio del Interior. Esa cooperación se manifiesta de muchas
maneras y no sólo se trata de la represión abierta.

Hay que recordar siempre que las instituciones no son monolíticas y las
políticas culturales se implementan de manera subjetiva. A veces
aparecen administradores y curadores en estas organizaciones que son más
liberales y tratan de abogar a favor de los artistas en general –y en
muchos casos ellos terminan expulsados de sus puestos–. A veces hay
burócratas que solo apoyan a sus mafias. También hay personas que se
especializan en vigilar al sector artístico, que están situadas dentro
de estas instituciones. Yo hablo de todo esto en mi libro. Es importante
entender cómo se manifiesta el poder del Estado y los discursos del
Estado para comprender al arte cubano, que toma el poder como materia
escultural. Obviamente se practica la censura en Cuba pero el poder no
se reduce a la censura. La cooperación del sector cultural se genera a
través de muchos métodos –y no todos son represivos–, algunos son
seductores. Hay muchos artistas que han pensado y que siguen pensando
que lograrán más a través de la cooperación y el silencio que a través
de una postura contestaria. Hay muchos que traen el policía dentro de la
cabeza.

¿A qué grado de dificultad te enfrentaste al rastrear las acciones de la
movida cubana de los 80, el empuje de los 90 y esta última hornada?
¿Cómo jerarquizar tanta protesta y tanta sanción en un solo libro?

¡Me haces reír! No es tan difícil hacer una investigación sobre el arte
en Cuba pero hay que conocer la historia y no depender sólo de las
fuentes oficiales. Yo tengo 55 años de edad. Estuve en Cuba en los años
80. Conocí a muchos artistas en esa época. Yo estuve presente en algunos
performances de esa época. También en los 90 vi muchas cosas durante mis
visitas a Cuba y he seguido a los artistas que se exiliaron a México,
España y Estados Unidos. Cuando empecé a preparar el libro, contacté a
varios artistas y me contaron lo que hicieron, compartieron la
documentación que tenían. Hay tres fotógrafos en Cuba –Arnaldo Roque,
Gonzalo Vidal y Figueroa–, que estuvieron presentes en muchos
performances de los 80 y tienen buenas imágenes.

En mi libro argumento que los artistas que empezaron a experimentar con
el performance en los 80 fueron los primeros que plantearon que la
expresión de la inconformidad en el espacio público podría ser entendido
como un gesto cívico y estético, y no sólo como una manifestación
criminal o antisocial. Mi metodología proviene de los estudios de la
"performatividad". Por lo tanto, me interesa la expresividad corporal en
relación con los discursos del Estado y no me limito al arte. En mi
libro no hablo sólo de arte, hablo de conducta política, y de las
"coreografías políticas" del Estado. Es decir, trato de explicar cómo
una política de conducta que establece lo correcto e incorrecto se
manifiesta, y lo que significa la politización de la conducta como
expresión de la subjetividad "revolucionaria". A mis juicios, la buena
conducta política en Cuba ha funcionado como una moneda –en el sentido
que uno gana privilegios y bienes a cambio de su actuación política, y
uno pierde acceso a esos privilegios si no muestra buena conducta–.
Antes de la legalización de la divisa en el 93, ese sistema era más
poderoso pero el concepto del estímulo todavía existe.

Hablo de las grandes movilizaciones, del trabajo voluntario, de las
microbrigadas, de los actos de repudio, etc. También hablo de la
conducta cómplice, de la participación en el sistema político por parte
de un sector amplio de la población. Finalmente, explico cómo en los
últimos años, la presencia de las cámaras en los móviles y las nuevas
posibilidades de trasmitir la información rápidamente por internet han
generado una cierta teatralización del activismo –es decir, el disidente
hoy día actúa para la cámara y, hasta cierto punto, busca confrontar al
Estado abiertamente para crear imágenes de la represión que se pueden
trasmitir fuera del país–. Esta táctica fue usada en Estados Unidos en
los años 60 durante el movimiento de derechos civiles, había que
espantar a los americanos del Norte para que dejaran de ignorar la
represión racista.

Luego de años de producción "performática" establecida (programas,
sedes, aprobación estatal) aparecen gestos disidentes que van a la par
de la conducta artística (Damas de Blanco, la banda Porno para Ricardo,
el movimiento bloguer, Danilo Maldonado "El Sexto", etc. ¿Cuál es tu
criterio para analizar y criticar la protesta pública junto al
performance artístico?

Bueno, en mi libro trato de hacer una especie de arqueología de la
conducta correcta e incorrecta. El performance fue visto originalmente
como una manifestación de conducta impropia. En los 80, los artistas
"oficiales" (miembros de la UNEAC, AHS, etc.) que trataban de hacer
performances en las calles fueron vistos como locos, como inconformes,
como problemáticos y en algunos casos como disidentes. Sus
planteamientos artísticos eran a la vez argumentos políticos –abogaban
por la independización del artista del control institucional–, buscaban
un diálogo directo con el público, querían abrir debate sobre temas
políticos al aire libre sin intervención de los burócratas y sus obras
criticaban al Estado de muchas maneras. O sea, no tiene sentido separar
el arte del activismo, aunque sí había artistas que estaban en contra de
esa mezcla.

Como acabo de mencionar más arriba, la presencia de tantas cámaras, los
móviles y el acceso al internet han generado una tendencia teatral en el
activismo en los últimos años. En las décadas anteriores, el activismo
cívico existía, pero no se filmaba y no se enfocaba en la comunicación
visual. La expresión de la disidencia era más verbal que visual, más
textual que dramática.

El análisis de la censura en Cuba ha contado con los estudios y
acercamientos de Gerardo Mosquera, Rafael Rojas, A. J. Ponte, Duanel
Díaz, y otros. Al parecer tu propuesta es que la respuesta del
autoritarismo ha funcionado como dinamo para la creación artística.
¿Cómo pudiste rastrear algunas de estas evidencias?

Prefiero evitar el uso de términos como el autoritarismo porque,
primero, muchos artistas no plantearon su visión de esa manera y también
porque es muy fácil caer en la trampa de los estereotipos en vez de
analizar la situación cubana. Me gusta hacer referencia a los conceptos
de Michel Foucault, que nos enseñó que el poder tiene muchas caras y
muchas maneras de expresarse y de lograr la cooperación del individuo.
Hay muchos ejemplos en la historia de las respuestas creativas a los
gobiernos que monopolizan el poder. Yo trato de entender cómo la
situación cubana se parece o se diferencia de otros ejemplos.

Llevo 30 años estudiando el arte cubano. Conozco a muchos artistas, hice
muchas entrevistas para mi libro y leí todo lo que pude encontrar sobre
el arte cubano en inglés y en español. Así pude rastrear las evidencias.
Piense lo que piense del sistema político cubano, hay que entender que
Cuba es una gran potencia cultural y la promoción del arte ha formado
parte de su proyecto político de presentar a la revolución como un
laboratorio creativo. La cultura ha servido para dar una imagen al mundo
de un Estado liberal e ilustrado.

Y también muchos artistas cubanos han reconocido que logran más
visibilidad dentro de Cuba que fuera, así que a veces resulta
conveniente cooperar con el sistema. Por eso los únicos artistas que se
asocian con la disidencia son los que han sido abiertamente rechazados
por el Estado. Radio Martí se enfoca en las fuerzas represoras del
Estado, pero en mi vida profesional circulo en el mundo del arte en el
mundo académico. En esos contextos, la gente no deja de ser maravillada
por el arte cubano, por la sofisticación de sus creadores y la calidad
de la enseñanza.

¿En qué medida el deshielo anunciado el pasado 17-D pudiera oxigenar las
pequeñas cuotas de libertad artística que existen en Cuba sin que
cambien los mecanismos de contención? ¿Cuáles son tus expectativas?

No creo que haya cambiado mucho en Cuba. Hasta ahora, las reformas
raulistas se limitan al campo económico con la excepción de la
eliminación de las visas de salida. Estados Unidos no está presionando a
Cuba con respeto a la libertad de expresión –los temas en las
negociaciones son otros y Cuba ha dicho claramente que no acepta
interferencia en sus asuntos nacionales. Me parece absurdo la reacción
de los americanos que en general piensan que la apertura de las
embajadas o la llegada de turistas va a catalizar un cambio político.
Eso es la prueba de la soberbia del americano. El discurso oficial de
Cuba en el campo político sigue igualito que antes.

Pienso que el Estado quiere perpetuarse y que busca la manera de alterar
su economía para mantenerse en el poder.

Siga a Luis Felipe Rojas en @alambradas.

Source: Académica de EEUU explora las fronteras del arte y el activismo
político en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/coco-fusco-libro-arte-preformance-activismo-politico-cuba-/105930.html

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