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Friday, August 07, 2015

Los pequeños triunfos de Shelyn

Los pequeños triunfos de Shelyn
agosto 5, 2015 4:10 am

Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) A todos les preocupó
siempre que Shelyn no fuera como las demás chicas. Ella no se propuso
ser distinta. Simplemente lo era y lo disfrutaba. Por eso, seguía sus
impulsos y se lanzaba en clavado, sin miedo de chocar con el fondo o a
que la arrastrara la corriente, como varias veces sucedería.

De niña, su madre la llevó al psicólogo, preocupada porque se inventaba
amigos y conversaba con ellos. Hacía cosas raras. Se maquillaba y
envuelta en una estola de su abuela, con tacones también de ella, y
bailaba un vals frente al espejo del cuarto. O afinaba su voz para
acompañar a Esther Borja que cantaba viejas romanzas en el televisor. O
evocaba con Barbarito Diez la suave fragancia de una rosa de Francia.

Luego, le dio por leer a Paulo Coelho, escribir poemas, vestirse de
negro y escuchar a Metálica, Van Halen y ZZ Top.

Como sus amigos freakies no eran bien recibidos en su casa, se reunía
con ellos de noche en los parques de El Vedado.

El matrimonio no era lo que imaginó o le contaron. No se había hecho
para ella. Por suerte, le dejó a sus dos hijas, que a veces no sabía
bien si eran sus amigas o sus hermanas menores.

Prometió no enamorarse más y serle fiel a su amante ideal, Nicholas
Cage. Pero no pudo. Bastó que asomaran la melena y la nariz de Steve
Perry para que escapara de los brazos de Nick.

No era feliz. No le bastaba con tener lindas piernas y ojos verdes de
cataclismo. Tampoco las bonanzas que le auguraban las barajas y los altares.

No le faltaban amigos. La consolaban y ella, a cambio, daba consuelo,
como podía, a hippies nostálgicos, freakies, disidentes, babalaos,
escritores asfixiados, enfermos de SIDA y todo tipo de náufragos y
perdedores crónicos.

No le gustaba contar sus fracasos. Era avara con sus tristezas. Las
alegrías las compartía. Las penas no, ¿para qué?

Acudió en busca de ayuda a los orishas y a los arcanos de fraternidades
esotéricas. El gimnasio la mantenía en forma. ¡Y en qué forma! Pero
sentía le faltaba algo.

Lo halló escribiendo. Sólo así se sintió libre. Cuando no le alcanzaron
los poemas para soltar lo que tenía en el alma, y tampoco los cuentos,
que muchas veces quedaban inconclusos, se convirtió en periodista
independiente.

No supo advertir a tiempo que podía resultar letal la combinación de
stress, esteroides, anfetaminas y anabólicos.
En 2009 sufrió un accidente cerebral que casi le cuesta la vida y que le
dejó secuelas que aún le duran.

Con la salud muy quebrantada, partió al exilio, acompañada de sus hijas,
en el año 2010. Desde entonces, vive en España.

Desde allá no hemos dejado de recibir buenas noticias de Shelyn. Que se
ha ido recuperando de la enfermedad, que ya es abuela, que a pesar de la
nostalgia por Cuba, le gusta su nueva vida, que ha vuelto a escribir…

La mejor de todas estas buenas noticias es que por estos días aparecerá
publicado su primer libro. Se llama Mis pequeños triunfos cotidianos y
recoge las crónicas suyas aparecidas en Cubanet entre los años 2005 y 2008.

Ese libro es también un triunfo de todos los que la ayudamos a iniciarse
en el periodismo independiente. Ahora, ya sabemos –y eso nos hace
felices a los que la queremos- que Shelyn Rojas no parará de escribir.
Ya nada puede evitar que sea libre.

Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com

Source: Los pequeños triunfos de Shelyn | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/los-pequenos-triunfos-de-shelyn/

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