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Tuesday, August 25, 2015

Las extremas frente a frente

Las extremas frente a frente
Muchos factores, incluso contradictorios, coinciden en la necesidad de
iniciar un proceso de democratización. Oponerse es absurdo y hasta
políticamente suicida
PEDRO CAMPOS, La Habana | Agosto 25, 2015

Antes de finalizar su reciente visita a La Habana, el Secretario de
Estado de EE UU, John Kerry, le recordó al Gobierno cubano que si no
había cambios democráticos en Cuba, difícilmente el Congreso podría
levantar el bloqueo-embargo.

Con estas palabras, Kerry dejaba claro que era con el Congreso de EE UU
con quien tenía que lidiar La Habana y muy especialmente con las
demandas de los cubanoamericanos que tienen influencias en esa instancia
y condicionan cualquier movimiento en esa dirección a avances en los
temas de derechos humanos y democracia en la Isla.

Así que el Ejecutivo de EE UU se las ha arreglado para poner frente a
frente a los dos extremos.

No es que los cubanoamericanos dominen el Congreso ni mucho menos; es
que ellos forman parte de la bancada republicana que, de frente a las
próximas elecciones presidenciales, no está interesada en cooperar con
Barack Obama para que este pueda ofrecer un triunfo contundente en su
política exterior con el asunto Cuba.

El Gobierno de La Habana tendría que írselas "arreglando" con las
medidas parciales del Ejecutivo estadounidense, sin que las leyes
esenciales, fuertes, del bloqueo-embargo sobre el comercio y las
inversiones cambien por ahora, a menos que decida emprender el necesario
e inevitable proceso hacia la democratización de la sociedad cubana.

Y es aquí donde viene el problema. La "dirección histórica", que se ha
pasado decenios diciendo que el bloqueo-embargo es la causa de todas
nuestras desgracias, no está dispuesta a iniciar ese proceso de
democratización que elimine "la causa de todas nuestras desgracias",
porque hacerlo sería dar su brazo a torcer ante la "contrarrevolución
histórica".

Y la "contrarrevolución histórica" no está de acuerdo en entrar en
ningún diálogo con el Gobierno de la "dirección histórica" si este
primero no acepta iniciar de alguna manera el proceso de democratización.

De este modo, queda al descubierto que hoy el tema del bloqueo-embargo
no se relaciona con las contradicciones nación cubana/imperio, ni
capitalismo imperialista/socialismo que nunca ha existido, sino entre
fuerzas políticas y económicas internas, unas que fueron desplazadas del
poder entre 1959 y 1960 y sus nuevos ocupantes.

Entre los anteriores dueños de tierras, industrias y grandes negocios
capitalistas privados y los nuevos poseedores, los burócratas que en
nombre de la Revolución, la clase obrera y el socialismo han
administrado a su modo y manera aquel patrimonio, no nacionalizado sino
estatizado.

Esas extremas tienen sus razones para mantener sus posiciones. Aquella
desde "el nunca más" lo que ocurre hoy en Cuba y, la de acá, desde su
"nunca más" lo que ocurría antes. Y, en el medio, aplastado, el pueblo
cubano, el convidado de piedras, con el que no cuentan las extremas.

¿Están interesadas en buscar una solución política a sus contradicciones
por la vía del diálogo y la negociación?

El Gobierno cubano sigue culpando de todas nuestras desgracias al
bloqueo-embargo, pero el pueblo ve que no hace nada para aflojar las
posiciones de los que tienen en sus manos la posibilidad de eliminarlo.
Entonces, ¿qué es más importante, que se eliminen "todas las causas de
nuestros problemas" o que los históricos no arriesguen su poder en un
proceso de democratización, que es en definitiva lo que parece trabarlo?

Los de allá no quieren "dar más victorias a los Castros", pero con su
actitud se están quedando aislados en Cuba, en EE UU, en América Latina
y ante el mundo, y se están cerrando el paso ellos mismos a poder jugar
un papel positivo en la reconstrucción de la nación. ¿Qué es más
importante para ellos?

La situación cubana está complicada. Los que tienen el poder no quieren
compartirlo con los trabajadores y el pueblo, que no ven salida a su
situación en la "actualización". La burocracia ha buscado como aliado
para compartir el poder económico, nada más y nada menos, que al capital
extranjero, especialmente norteamericano, el "enemigo histórico".

No han faltado disímiles propuestas de cómo salir de la situación actual
desde la izquierda democrática y desde otras fuerzas democráticas, a la
cuales no se le escucha, se les ignora y hasta se las demoniza.

En este contexto, está ocurriendo un fenómeno nuevo, de gran
complejidad: el inicio de un proceso de democratización, al que
condiciona la extrema de allá avances en dirección al levantamiento de
las leyes más importantes del bloqueo-embargo, no solo es imprescindible
para el desarrollo económico, social y político de Cuba, sino que es un
reclamo de toda la oposición pacífica, de su vertiente democrática, de
buena parte de la izquierda democrática, de mucha gente dentro de las
mismas instituciones oficiales y probablemente de la mayoría de los
ciudadanos.

El propio Gobierno dice trabajar en una nueva ley electoral y en una
nueva Constitución, pero lo hace a espaldas del pueblo, lo que inquieta
más sobre sus propósitos democráticos.

Por otro lado, estar de acuerdo en avanzar en un proceso de
democratización de la vida política del país no quiere decir estar de
acuerdo en todo lo demás.

Señores, piensen, pensemos todos. Cuando intereses tan disímiles y hasta
contradictorios coinciden, aislarse, desvincularse, oponerse no solo no
tiene sentido, es suicidarse políticamente. Muchas veces hemos
advertido: el agua busca cauces y es preferible abrirlos a enfrentar los
desbordamientos.

Source: Las extremas frente a frente -
http://www.14ymedio.com/opinion/extremas-frente_0_1840016002.html

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