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Tuesday, August 18, 2015

La nueva Cuba

La nueva Cuba
El Globo
LEONARDO KOURCHENKO

A principios de los noventas, después de la caída del muro de Berlín y
del desmembramiento de la Unión Soviética (agosto de 1991), las
diferentes repúblicas que se identificaron con la bandera roja de la hoz
y el martillo, en total 15, iniciaron un lento proceso de reconstrucción
nacional. Desde la búsqueda de su identidad nacional, la recuperación de
una lengua propia –el ruso fue la lengua del imperio, que obligó la
desaparición de algunas locales como el bielorruso- la definición de un
sistema de gobierno y tantas cosas más.

Como corresponsal extranjero durante esos años en las repúblicas
bálticas (Lituania, Letonia y Estonia) me tocó presenciar y cubrir ese
proceso con apasionante interés. Recuerdo discusiones parlamentarias en
Vilnius o en Riga en torno a cuestiones fundacionales de un país, como
el modelo de gobierno, el sistema parlamentario versus el
presidencialista, al mismo tiempo que un debate por el reglamento de
tránsito y el ordenamiento geográfico del país. Complejo, desordenado,
sin guía ni cultura política. Y no la había, porque prácticamente todos
los políticos en activo en esos países habían nacido bajo la existencia
y dominio de la Unión Soviética, en el marco del régimen centralista y
omnipresente de Moscú y del partido comunista (PCUS). No tenían
comparación, formación parlamentaria, desarrollo de iniciativas,
conformación de gobiernos.

Por ello, a casi 25 años de distancia, los avances y fortalecimiento
institucional de cada una de aquellas repúblicas ha sido distinto.
Estonia ha sido la que más ha despuntado en desarrollo económico y la
construcción de un sistema de libertades semejante a sus vecinos
nórdicos, en buena medida por el constante apoyo de Suecia, Noruega y
Dinamarca. Los casos de Lituania y Letonia han sido diferentes y con
repetidos desniveles: en esos países más de una vez triunfaron
electoralmente partidos y líderes herederos del sistema soviético en las
últimas dos décadas, lo que se tradujo en retrocesos al avance y la
consolidación democrática.

El fortalecimiento institucional, la madurez para construir un aparato
estatal sólido, equilibrado, por encima de gobiernos cambiantes ha sido,
tal vez, el mayor reto.

Ahora que Cuba se acerca a un proceso muy lento de reconstrucción con el
anunciado retiro del embargo estadounidense y el restablecimiento de
relaciones, se enfrentará al reto histórico de rediseñar su país.

Ciertamente Cuba no sufrió el proceso de "sovietización" total de las 14
repúblicas que compartieron con la Madre Rusia los 70 años de la URSS,
sin embargo, Cuba experimentó un significativo proceso de estatización
totalitaria al estilo soviético. Me parece que especialmente de la
segunda parte de los sesentas, todos los setentas y hasta la Perestroika
de Gorbachov después de 1986, en que se degrada paulatinamente la
presencia y el control soviético en la isla.

Sin embargo Cuba imprimió su sello y su estilo a los procesos estatales,
a la vigilancia ciudadana, al control absoluto de las libertades, de la
vivienda, del trabajo. Caribeños geniales al fin, con esa alma tropical
y bullanguera, los cubanos adaptaron la Perestroika y la hicieron la
Troyka Pérez, con ironía, pero también como un disfrazado esfuerzo de
apertura. Encontraron formas y mecanismos para "burlar" los límites de
la propiedad privada, para ofrecer servicios que en sentido estricto el
partido no aprobaba, o mejor dicho, no condenaba y tácitamente permitía.
La "pelmuta" –con acento cubano- se convirtió en práctica común para
aquellos que por décadas buscaron cambiar de domicilio, aunque no fueran
dueños de ninguna propiedad. O los célebres Paladares, que no eran y son
otra cosa que restaurantes privados, disfrazados de casas particulares
donde uno llegaba como invitado de la familia.

La realidad y la práctica creativa y cotidiana, obligó el rígido sistema
estatal y partidista, a abrir cauces de descompresión social, al tiempo
que inventaba nuevas formas de "comercio" tolerado, positivo para el
régimen.

Estudiar y repasar las muchas etapas, los períodos especiales, la
consecuencias del derrumbe soviético, la carestía hasta la inexistencia
de combustibles y gasolinas, hasta la llegada de Chávez y su alianza
salvadora –los años que duró o languidece con Maduro- serán
fundamentales para entender al país por 60 años.

Por ahora, y de forma muy lenta porque los Castro siguen en el poder,
vendrá un proceso de "desrevolucionarizar" la Revolución. Se acabó. La
construcción de la nueva Cuba tendrá que pasar por entender qué es útil
y rescatable de ese período y cómo se construye una Cuba del siglo XXI,
donde el discurso del "imperio explotador y asfixiante" ya no cabe más.

Twitter: @LKourchenko

Source: La nueva Cuba | El Financiero -
http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/la-nueva-cuba-1.html

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