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Saturday, August 15, 2015

Discurso de John Kerry en la ceremonia de reapertura de la embajada en Cuba

Discurso de John Kerry en la ceremonia de reapertura de la embajada en Cuba
Traducción de las palabras del Secretario de Estado antes del izado de
la bandera de Estados Unidos en La Habana, el 14 de agosto de 2015.
Traducción de Rolando Cartaya, martinoticias.com
agosto 14, 2015

Gracias, muchas gracias, buenos días, lamento que empecemos un poco
tarde hoy pero tuvimos un bonito paseo por el camino y es maravilloso
estar aquí, y les doy las gracias por haber dejado mi futura
transportación aquí afuera detrás de mí (tres autos americanos de los
años 50 estacionados en el Malecón).

Distinguidos miembros de la delegación cubana, Josefina, gracias por tu
liderazgo y todo el trabajo de tu delegación; Excelencias del cuerpo
diplomático; mis colegas de Washington, pasados y presentes; embajador
DeLaurentis y todo el personal de la Embajada; y amigos que nos
contemplan en todo el mundo:

Gracias por acompañarnos en este momento verdaderamente histórico
mientras nos preparamos a izar la bandera de Estados Unidos aquí en
nuestra Embajada de La Habana. Simbolizando el restablecimiento de
relaciones diplomáticas al cabo de 54 años.

Esta es, también, la primera vez que un secretario de Estado de Estados
Unidos visita Cuba desde 1945.

Esta mañana me siento casi como en casa aquí y agradezco a los que han
venido a compartir la ceremonia de pie ahí afuera, alrededor de nuestras
instalaciones. Y me siento en casa aquí porque esta es ciertamente una
ocasión memorable, un día para poner a un lado viejas barreras y
explorar nuevas posibilidades. Y es en ese espíritu que puedo decir a
nombre de mi país (EN ESPAÑOL) los Estados Unidos acogen con beneplácito
este nuevo comienzo de su relación con el pueblo y el Gobierno de Cuba.

Sabemos que el camino hacia unas relaciones plenamente normales es
largo, pero es precisamente por ello que tenemos que empezar en este
mismo instante.

No hay nada que temer, ya que serán muchos los beneficios de los que
gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor,
visitarse con más frecuencias, realizar negocios de forma habitual,
intercambiar ideas y aprender unos de los otros.

(EN INGLÉS) Amigos, estamos congregados hoy aquí porque nuestros
líderes, el presidente Obama y el presidente Castro, tomaron una
valiente decisión: Dejar de ser prisioneros de la historia y enfocarse
en las oportunidades de hoy y de mañana. Eso no significa que debamos o
vayamos a olvidarnos del pasado. Después de todo, ¿cómo podríamos olvidarlo?

Al menos para mi generación las imágenes son indelebles. En 1959 Fidel
Castro visitó Estados Unidos y fue saludado por multitudes entusiastas.
A su regreso al año siguiente para la Asamblea General de la ONU fue
abrazado por el entonces premier soviético, Nikita Khruschev. En 1961 se
desarrolló la tragedia de Bahía de Cochinos, y el presidente Kennedy
asumió la responsabilidad. Y luego, en octubre de 1962, surgió la crisis
de los misiles: 13 días que nos empujaron hasta el umbral mismo de una
guerra nuclear. Yo era entonces un estudiante y todavía puedo recordar
las caras tensas de nuestros líderes, el espantoso mapa que mostraba los
movimientos de buques adversarios, el plazo que estaba por vencerse, y
esa palabra peculiar: Cuarentena. Estábamos crispados e inseguros sobre
el futuro, porque no sabíamos al cerrar los ojos cada noche qué nos
encontraríamos al despertar.

En ese ambiente de frialdad, los lazos diplomáticos entre Washington y
esta capital se tensaron, luego se debilitaron y por último se cortaron.
A fines de 1960 el Embajador estadounidense abandonó La Habana. A
principios del siguiente mes de enero, el Gobierno cubano exigió una
fuerte reducción en el personal de nuestra misión y el presidente
Eisenhower decidió que no tenía otra alternativa que cerrar la Embajada.

La mayor parte del personal estadounidense se marchó rápidamente. Pero
unos pocos se quedaron para entregar las llaves a nuestros colegas
suizos, que fungirían de manera diligente y honorable como nuestra
potencia protectora durante más de 50 años. Me acabo de reunir con el
ministro suizo de asuntos exteriores Didier Burkhalter, siempre
estaremos agradecidos por su servicio y su ayuda.

Entre los que permanecieron en la Embajada había tres custodios, tres
Infantes de Marina: Larry Morris, Mike East y James Tracey. Cuando
salieron del edificio fueron confrontados por una gran multitud que se
interponía entre ellos y el asta de la bandera. Había una gran tensión,
nadie se sentía seguro, pero los marines tenían una misión que cumplir,
y lentamente, la multitud les abrió paso; consiguieron llegar al asta de
la bandera, arriaron la Old Glory, la plegaron y regresaron al edificio.

Larry, Mike y Jim habían cumplido su misión, pero también hicieron una
atrevida promesa: Que un día regresarían a La Habana e izarían de nuevo
la bandera. En ese momento nadie habría podido imaginar cuán distante
estaba ese día.

Por más de medio siglo, las relaciones EEUU-Cuba han estado fosilizadas
en el ámbar de la política de la Guerra Fría. En el ínterin, una
generación entera de estadounidenses y cubanos creció, y envejeció.
Estados Unidos ha tenido 10 nuevos presidentes. En una Alemania unida el
Muro de Berlín se convirtió en un vago recuerdo. Liberada de los
grilletes soviéticos, la Europa central es de nuevo hogar de
florecientes democracias. Y la semana pasada yo estuve en Hanoi para
celebrar el 20 aniversario de la normalización de relaciones entre
Estados Unidos y Vietnam.

Piénselo: Una larga y terrible guerra que infligió cicatrices
indelebles, físicas y mentales, seguida por dos décadas de mutua
sanación, que fueron seguidas por otras dos décadas de compromiso
diplomático y comercial. En ese período Vietnam evolucionó de ser un
país desgajado por la violencia a ser una sociedad dinámica con una de
las economías de más rápido crecimiento en el mundo. Y en todo ese
tiempo de reconciliación, de normalización, las relaciones
cubano-estadounidenses siguieron encerradas en el pasado.

Mientras tanto, nuevas tecnologías permitieron a personas de todas
partes beneficiarse de proyectos compartidos a través de esas
extensiones de océanos y tierras. Amigos, no hacía falta un GPS para
entender que el camino de mutuo aislamiento y distanciamiento por el que
andaban Estados Unidos y Cuba no era un buen camino y que había llegado
la hora de que avanzáramos en una dirección más prometedora.

En Estados Unidos eso significa reconocer que la política estadounidense
no era el yunque en el que se forjaría el futuro de Cuba. Al margen de
décadas de buenas intenciones, las políticas del pasado no condujeron a
una transición democrática en Cuba. Tampoco sería realista esperar que
la normalización de relaciones tenga a corto plazo un impacto
transformador. Después de todo, son los cubanos los que tienen que
moldear el futuro de Cuba.

La responsabilidad por la naturaleza, la calidad y la rendición de
cuentas de un Gobierno no recae, como no debe ser, en ninguna entidad
externa, sino únicamente en los ciudadanos de un país. Pero los
dirigentes en La Habana y el pueblo cubano deben saber también que
Estados Unidos será siempre un paladín de las reformas y los principios
democráticos. Como muchos otros Gobiernos dentro y fuera de este
hemisferio, continuaremos urgiendo al Gobierno cubano a cumplir con sus
obligaciones bajo los pactos de Derechos Humanos interamericanos y de la
ONU, obligaciones que comparten Estados Unidos y todos los demás países
de las Américas.

Y, realmente, seguimos convencidos de que el pueblo de Cuba estará mejor
servido por una auténtica democracia, en la que la gente pueda elegir a
sus líderes, expresar sus ideas, practicar su fe; en la que el
compromiso con la justicia social y económica se realice de manera más
plena; en la que las instituciones rindan cuentas a aquellos a
quienes sirven; y en la que la sociedad civil sea independiente y se le
permita florecer.

Permítanme ser muy claro: El establecimiento de relaciones diplomáticas
normales no es algo que un Gobierno hace como un favor a otro; es algo
que dos países emprenden conjuntamente cuando los ciudadanos de ambos
países se van a beneficiar. Y, en este caso, la reapertura de nuestras
embajadas es importante en dos niveles: de pueblo a pueblo, y de
Gobierno a Gobierno.

Primeramente, creemos que es útil para nuestras naciones aprender más
una de la otra, conocernos más. Es por eso que nos entusiasma que los
viajes de Estados Unidos a Cuba se hayan incrementado 35% desde enero y
continúen aumentando. Nos alienta que cada vez más compañías estén
explorando aquí proyectos comerciales que crearán oportunidades para el
creciente número de emprendedores cubanos; y nos entusiasma también que
las firmas de Estados Unidos estén interesadas en ayudar a Cuba a
expandir sus telecomunicaciones y sus conexiones a internet, y que el
Gobierno aquí haya prometido recientemente crear decenas de puntos más
baratos de Wi-Fi.

También queremos reconocer el papel especial que la comunidad
cubanoamericana está desempeñando para establecer una nueva relación
entre nuestros países. Y, de hecho, tenemos hoy con nosotros a
representantes de esa comunidad, de los cuales algunos nacieron aquí y
otros en Estados Unidos. Con sus fuertes lazos culturales y familiares,
ellos pueden aportar mucho al espíritu de cooperación bilateral y
progreso que deseamos crear, del mismo modo que han aportado mucho a sus
comunidades en su país adoptivo.

La restauración de lazos diplomáticos también hará más fácil la
cooperación entre nuestros Gobiernos. Somos, después de todo, vecinos; y
los vecinos siempre tienen muchas cosas que discutir en áreas como la
aviación civil, política migratoria, preparación para desastres;
protección del medio ambiente marino, cambio climático global y otros
asuntos más difíciles y complicados. Tener relaciones normales
facilitará que conversemos y el diálogo puede profundizar la
comprensión, aun cuando sabemos muy bien que no estaremos de acuerdo en
todo.

Estamos plenamente conscientes de que, a pesar de la nueva política del
presidente Obama, el embargo comercial a Cuba sigue vigente y sólo puede
ser derogado por un acto del Congreso, un paso que cuenta con nuestro
fuerte apoyo (aplausos). Por el momento, el Presidente ha tomado medidas
para aliviar las restricciones a las remesas, las exportaciones y las
importaciones a fin de ayudar a los emprendedores privados cubanos; a
las telecomunicaciones, los viajes familiares... pero queremos ir más
allá. El objetivo de todos estos cambios es ayudar a los cubanos a
conectarse con el mundo y mejorar sus vidas. Y, mientras hacemos nuestra
parte, instamos al Gobierno cubano a hacer menos difícil para sus
ciudadanos empezar negocios, participar en el comercio, acceder a la
información online. El embargo ha sido siempre una calle de dos vías y
ambas partes deben eliminar las restricciones que han estado frenando a
los cubanos.

Antes de terminar, quiero agradecer sinceramente a los líderes de las
Américas que por largo tiempo han urgido a Estados Unidos y Cuba a
restablecer relaciones normales. Agradezco al papa Francisco y al
Vaticano por apoyar el inicio de un nuevo capítulo en las relaciones
entre nuestros países. Y creo que no es por accidente que el Santo Padre
planea en este momento venir aquí y luego a Washington, Estados Unidos.
Aplaudo por igual al presidente Obama y al presidente Castro por haber
tenido el valor de acercarnos, pese a la considerable oposición.
Agradezco a la secretaria adjunta Roberta Jacobson y su equipo, a
nuestras contrapartes en el Ministerio de Relaciones Exteriores cubano,
a nuestro jefe de misión, el embajador Jeffrey DeLaurentis y su
extraordinario personal, por todo el arduo trabajo que nos ha traído
hasta este día. Y le digo al maravilloso personal de nuestra embajada:
Si creen que han estado muy ocupados en los últimos meses, ajústense el
cinturón de seguridad (Risas).

Pero, sobre todo, sobre todo, quiero rendir tributo al pueblo de Cuba y
a la comunidad cubanoamericana en Estados Unidos. José Martí dijo una
vez que "Todo lo que divide a los hombres (todo lo que especifica,
aparta o acorrala), es un pecado contra la Humanidad". Claramente, los
sucesos del pasado –las palabras ácidas, los actos de provocación o
represalias, las tragedias humanas– todos han sido fuente de una
profunda división que ha disminuido nuestra común humanidad. Ha habido
demasiados días de sacrificio y de dolor; demasiadas décadas de
suspicacia y temor. Por eso me entusiasman aquellos que en ambos lados
del estrecho, bien por sus lazos familiares o por el simple deseo de
reemplazar el rencor con algo más productivo, han respaldado esta
búsqueda de un camino mejor.

Hemos comenzado a avanzar por ese camino sin albergar ilusiones sobre lo
difícil que puede ser. Pero estamos cada uno confiados en nuestras
intenciones y los contactos que hemos tenido, y complacidos con las
amistades que hemos empezado a forjar.

(EN ESPAÑOL) Estamos seguros de que este es el momento de acercarnos,
dos pueblos ya no enemigos ni rivales, sino vecinos. Es el momento de
desplegar nuestras banderas, enarbolarlas y hacerle saber al resto del
mundo que nos deseamos lo mejor los unos a los otros.

Es teniendo presente esta misión sanadora que me dirijo ahora a Larry
Morris, Jim Tracey y Mike East. Hace 54 años, ustedes, caballeros,
prometieron regresar a La Habana e izar en la Embajada de Estados Unidos
la bandera que arriaron aquel día de enero hace ya mucho tiempo. Les
invito hoy, a nombre del presidente Obama y del pueblo americano, a
cumplir aquella promesa presentando la bandera de las barras y las
estrellas para que sea izada por miembros de nuestro actual destacamento
militar.

Larry, Jim y Mike, esta es su seña para hacer realidad las palabras que
llenarían de orgullo a cualquier diplomático, como también a cualquier
miembro del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos: Promesa
que se hace, promesa que se cumple. Gracias.

Source: Discurso de John Kerry en la ceremonia de reapertura de la
embajada en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/eeuu-cuba-embajada-ceremonia-kerry-discurso/102155.html

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