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Friday, August 14, 2015

Diplomacia, pero no apaciguamiento

Diplomacia, pero no apaciguamiento
ARMANDO CHAGUACEDA | Guanajuato | 13 Ago 2015 - 5:39 pm.

La sociedad cubana deberá aprender y articularse más con los movimientos
y causas sociales de todo el mundo para enfrentar al leninismo de
mercado y compensar la insolidaridad de los gobiernos.

En torno al acercamiento de EEUU hacia Cuba percibo demasiada
simplicidad de opiniones. Bien sea por no querer discordar con el
liberalismo bobo de "a más turistas gringos, más derechos cubanos" —y
quedar expuestos como "imperialistas"— o para no desalinearse con la
retórica extremista del viejo exilio, que considera a Obama nada menos
que un "comunista". Me cuesta encontrar posturas claramente
equilibradas, que no confundan hechos y esperanzas, que piensen en los
cubanos como seres que necesitan, como los proletarios del XIX, "pan y
libertad". Hay demasiado "obamismo" naive y "bushismo" pendejo.

Y es que nada es peor, si se incursiona en el terreno cenagoso de la
realpolitik, que intentar justificarla aludiendo a argumentos ajenos a
su lógica, argumentos "virtuosos". El hecho de que el Gobierno de EEUU
prioriza el acercamiento con La Habana por encima de estándares
democráticos es entendible y nada novedoso, como lo son sus nexos
diplomáticos con China antes que con Taiwán, con el general Al-Sisi
antes que los egipcios encarcelados. El negocio y la geopolítica pueden
más que las invocaciones a 1789 y los Derechos Humanos. Por lo que
indicar, como justificación de las movidas de EEUU, que "el comercio
empodera al pueblo" y que los cruceros llevarán la libertad a la Isla es
confundir a Lord Byron con Metternich.

Tampoco tiene mucho fundamento decir que el acercamiento obedece a la
actitud pasiva de un pueblo cubano al que no tiene mucho sentido
acompañar en sus demandas democráticas. Porque si hablamos de la
disidencia, ese accionar es hoy, en sus diversas expresiones, más
numeroso y, a ratos, organizado, que en cualquier momento de los pasados
35 años. Actualmente, pese a la represión y la incomunicación pública,
salen a las calles habaneras decenas de opositores a marchar cada
domingo en un número creciente (de 60 hace semanas a 90 más
recientemente), que rebasa las cifras alcanzadas por cualquier acción
colectiva en el Moscú anterior a la Perestroika.

Además, el descontento (desarticulado, pre-político) de comunidades
empobrecidas es visible (sobran videos cubanos en Youtube para los
interesados), e incluso en los textos de los "críticos tolerados" las
distancias con el discurso (y resultados) de las reformas no dejan de
crecer.

¿Alguien pensante y decente puede sostener que la gobernabilidad criolla
no es otra cosa que un equilibrio precario entre una minoría dominante,
una mayoría expectante y otra minoría resistente? ¿De verdad la inercia
y la represión pueden venderse como legitimidad? ¿Y de verdad pueden
creer que más capitalismo lumpen y más turistas con margaritas en la
mano significarán mayor empoderamiento de la gente?

Mi postura es clara: el sentido del proceso es esencialmente correcto
—el bloqueo es inútil e impopular— pero los ritmos y pasos me parecen
confusos, sesgados y más guiados por retóricas de buena prensa —y
cálculos ocultos— que por hechos y avances concretos. Y una suma de
malos pasos y peores ritmos pueden, como saben los maratonistas, echar a
perder cualquier carrera.

Los políticos estadounidenses no pueden ni deben sustituir a los
ciudadanos cubanos en la lucha por una restitución y expansión de
derechos, acordes a la política democrática del siglo XXI. La sociedad
cubana, toda, deberá aprender y articularse más con los movimientos y
causas sociales de todo el mundo, para enfrentar al leninismo de mercado
que avanza y compensar la insolidaridad gobiernera que, desde Madrid a
Brasilia, hace parte del drama cotidiano. Pero eso no implica que los
EEUU, en su nuevo acercamiento hacia Cuba, sustituya la política de
presiones y cambio de régimen con otra de convivencia espuria.

Programas como los de formación democrática y profesional, los mismos
que EEUU tiene en sus embajadas del mundo, deben continuar, abiertos a
todos, incluidos a los funcionarios del Gobierno y la gente sin
filiación interesada en conocer un poco más del Rule of Law o el oficio
de informar. También deben mantenerse las salas de navegación de
internet, al menos mientras la feudal ETECSA no permita al ciudadano
acceder a información no censurada y a comunicaciones rápidas y de calidad.

Pero, en lo adelante, sería deseable que la diplomacia gringa sea algo
más tacaña en sus gestos "para no molestar a Cuba". Que no confundan
diplomacia con apaciguamiento, ni al Gobierno con la nación. Al menos no
a un Gobierno que, sin prisas ni pausas, ha hecho poco para "no
molestar" a su propio pueblo.

Y, de cara a las noticias de estas horas, si Kerry va a abrir la
embajada y dice que solo será una ceremonia de gobiernos, pues entonces
que sea estrictamente eso: él y su homólogo cubano izando banderas y
diciendo unas cuantas palabras lindas o atrincheradas. De modo que,
horas después, el zoo vociferante de la suciedad incivil vaya a la casa
del embajador, junto a los opositores, periodistas y artistas
independientes, a evitarse, saludarse, susurrar al Secretario y tomar
mojitos. Que a eso, al parecer, quieren confinar a nuestra ilustre y
activa criollez.

Source: Diplomacia, pero no apaciguamiento | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1439480360_16316.html

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