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Thursday, August 06, 2015

De milagros y realidades

De milagros y realidades
JUAN ANTONIO BLANCO | Miami | 6 Ago 2015 - 9:16 am.

Por ahora, el único tesoro capaz de impulsar la modernización y
prosperidad general de la sociedad, yace invisible: la iniciativa y el
potencial innovador de los cubanos.

Al final, la revolución no era "socialista", ni tan siquiera
nacionalista. No representaba la dictadura de una clase, sino la tiranía
de un grupo, en particular, la de un solo hombre. No era
"antimperialista", sino incubadora de un imperialismo regional de nuevo
tipo. No era portadora del progreso, sino de la regresión tecnológica y
el empobrecimiento social.

El proyecto personal de Fidel Castro fue, ante todo, el establecimiento
y consolidación de un régimen de poder permanente y absolutamente
centralizado en sus manos. El color de la retórica y las alianzas
geopolíticas distorsionaron la percepción de ese hecho. El verdadero
logro de Castro ha sido engañar a tanta gente, tanto tiempo; su talón de
Aquiles, la precariedad del sistema económico disfuncional e irrentable
que impuso a la Isla.

El régimen cubano se ha sostenido de forma parasitaria. Primero, cuando
prestó servicios diplomáticos, de inteligencia y militares a su mecenas
soviético. Después, al explotar sin límite los recursos venezolanos. Si
Lindon B. Johnson se propuso "no permitir una nueva Cuba" en
Latinoamérica, Brézhnev le aclaró oportunamente al presidente chileno
Salvador Allende que la URSS no financiaría "una nueva Cuba" en la región.

Sucede, que cualquier reforma que aspire a recuperar un mínimo de
rentabilidad y eficiencia supone la adopción de políticas
descentralizadoras que, a su vez, implicarían una redistribución de
cuotas de poder. Es por ello que toda reforma ha sido hasta ahora
insuficiente bajo Fidel y Raúl Castro. La perspectiva de que surjan
centros de influencia autónoma los aterroriza.

Siempre han buscado la solución en otra parte. Unas veces procurando
establecer alianzas geopolíticas con generosos mecenas, y otras
pretendiendo hacer una zafra de diez millones de toneladas de azúcar o
queriendo descubrir un medicamento para controlar el colesterol, obtener
una cura para el VIH, localizar grandes yacimientos de petróleo y hasta
construyendo un megapuerto en Mariel. El enfoque siempre ha sido
identificar la milagrosa "bala mágica" que pudiese servir de sostén
financiero a un sistema obsoleto y apostar a ella recursos
desproporcionados antes de siquiera establecer si resultaba viable.

Ese ha sido también un modo de apaciguar a la población, para que
posponga sus urgentes reclamos en espera del "ya próximo milagro". El
mejor rédito que la Habana ha extraído al 17D no han sido la
restructuración de algunas deudas, sino la renovación de la capacidad
—que ya habían perdido— de inocular esperanzas de prosperidad que se
proyectan hacia el futuro y así desmovilizar demandas ciudadanas que
requieren respuestas aquí y ahora.

Cual remake del famoso film Bienvenido Mr. Marshall, estamos a la espera
del milagro americano: una avalancha de créditos e inversiones que
refloten una economía genéticamente irrentable hasta que supuestamente
llegue a beneficiar a toda la población. Pero la Ley Helms-Burton no es
la única barrera que enfrentan los empresarios extranjeros. No menos
problemática es la ausencia en la Isla de un ecosistema propicio a sus
actividades. Por ello muchos prefieren hacer negocios en Cuba, pero no
invertir en la Isla. No es lo mismo llevar turistas en cruceros que
arriesgar millones construyendo hoteles.

La falta de garantías judiciales, la imposibilidad de contratar y pagar
directamente a los empleados, la baja y mala conectividad a internet, la
precaria infraestructura financiera, de comunicaciones y transporte, el
tema no resuelto de compensar a propietarios confiscados que pueden
interponer futuros litigios por el uso de instalaciones y terrenos que
antes les pertenecieron, son solo algunas de las muchas consideraciones
que van a ralentizar el proceso inversionista. Por su parte, cuando el
Gobierno cubano no logra atraer inversionistas para empresas estatales
irrentables, prefiere cerrarlas antes que traspasarlas a sus
trabajadores. Extraña "dictadura del proletariado".

Por ahora, el único tesoro capaz de impulsar la modernización y
prosperidad general de la sociedad, yace invisible: la iniciativa y el
potencial innovador de los cubanos.

Se les excluye de toda actividad económica de envergadura y también de
los múltiples privilegios fiscales que se otorgan a los inversionistas
foráneos. Tampoco se les ha permitido hasta hoy sacar provecho de las
directivas del presidente Obama cuando levantó las sanciones del embargo
para el sector no estatal emergente. Raúl Castro ha decidido que el
único "empoderado" por las nuevas medidas de Washington sea el Estado
cubano y la migración se incrementa.

Sin embargo, todavía hablan de "robo" de cerebros como si estuviésemos
en la década de los 70 del siglo pasado. Ya hoy se sabe que el "drenaje"
de cerebros se produce allí donde hay un desperdicio de talentos mal
aprovechados, mal pagados y sin perspectivas de desarrollo. No es
necesario "robarlos", simplemente se van.

No son consumistas los jóvenes cubanos que hoy procuran largarse aunque
sea cruzando varias fronteras o flotando entre tiburones sobre una balsa
desvencijada. Son representantes de una generación que ya no quiere
malgastar su tiempo de vida en espera de milagros, como les ocurrió a
padres y abuelos. Quieren vivir en el siglo XXI, no en la finca de los
Castro sin libre acceso a internet. Esa es la realidad.

A la descapitalización financiera se ha agregado una acelerada
descapitalización de recursos humanos canalizada por vía migratoria.
Capital humano que requerirá mucho tiempo y recursos reproducir. Es un
tesoro que se evapora.

Source: De milagros y realidades | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1438837577_16160.html

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