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Monday, August 24, 2015

Compartir la celda con un loco (Testimonio)

Compartir la celda con un loco (Testimonio)
[23-08-2015 21:16:03]
Oscar Sánchez Madan

(www.miscelaneasdecuba.net).- MATANZAS.- Era un hombre alto,
afrodescendiente, de unos 50 años. Sus huesos sugerían el hambre y los
maltratos de años. Al fin y al cabo llevaba mucho tiempo preso.
Le decían el Loco porque se comportaba de una manera inusual. Lo habían
trasladado desde el Combinado del Este, en La Habana, para el Combinado
del Sur, en Matanzas, donde yo cumplía mi condena. Los reclusos lo
habían golpeado tanto que las autoridades penitenciarias decidieron su
traslado.

Cuando llegó a aquel infierno, donde los insultos y los atropellos de
los guardias estaban a la orden del día, lo ayudé a arreglar su cama y a
organizar sus pertenencias.

"Gracias, amigo", me expresó con voz temblorosa. Recuerdo que hablaba
demasiado, alucinaba, decía que los duendes y las brujas no le permitían
dormir durante la noche.

Un día de aquellos me explicó que las cucarachas que merodeaban por el
piso y los rincones eran "demonios enviados por Satanás para matarme" y
que el director del penal, el Mayor Rolando Brito de Armas, "es el
diablo en persona". Nadie lo visitaba, nunca se supo si tenía familiares.

Cuando los internos salían a trabajar por la mañana, yo, que era
prisionero político, me quedaba con el Loco en la pequeña celda. Siempre
nos acompañaban uno o dos presos a quienes creíamos confidentes de la
Seguridad del Estado.

La compañía del Loco era difícil, pues hacía sus necesidades
fisiológicas en el suelo, y a veces ni siquiera se quitaba el pantalón.
Con frecuencia teníamos que exigirle que se bañara y lavara la ropa. A
lo que respondía que éramos marcianos, mientras huía en retirada. Era
duro dejarlo sucio y sufrir los malos olores durante el día.

Algunos presos lo golpeaban al regresar del trabajo y ver aquel
espectáculo. Parecía entender el idioma. A mí no me gustaban aquellos
abusos, pero a veces ya era demasiado tarde cuando intervenía.

Sobre su salud mental, el primer teniente Gainza expresaba: "Él no está
loco, es un impostor que finge estar enfermo". Pero a mí no me lo
parecía. Nadie en su sano juicio se alimenta de sus propios excrementos,
sin vomitar ni sentir la menor repulsión.

Ante los abusos que se cometían con el Loco, los guardias no se
conmovían: "¿Para qué?, si lo matan no se va a perder nada; mejor que se
muera".

En cierta ocasión, un interno reclamó ayuda siquiátrica para el enfermo
y uno de los carceleros respondió: "Yo no tengo la culpa de que esté
preso. Que se joda".

Pero nosotros nos estábamos volviendo más locos que él, al ser testigos
de aquella horrible y prolongada escena, y por más que protestamos, la
situación no cambió. El desquiciado sufrió durante 7 meses más aquel
cautiverio, y nosotros con él.

Source: Compartir la celda con un loco (Testimonio) - Misceláneas de
Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/55da1bf33a682e0fb8b8f395#.Vdr44Paqqko

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