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Monday, July 06, 2015

Sin democracia no hay soberanía ni autodeterminación

Sin democracia no hay soberanía ni autodeterminación
PEDRO CAMPOS, La Habana | Julio 05, 2015

Después de seis meses y medio de haber decidido normalizar sus
relaciones, por fin Cuba y EE UU anunciaron el restablecimiento de
relaciones diplomáticas y la reapertura de las embajadas respectivas el
próximo 20 de julio, ceremonia a la que asistirá el Secretario de Estado
John Kerry. Desde 1946 no visita Cuba un Secretario de Estado.

Los presidentes de ambos países mediante cartas y Obama también con una
alocución desde la Casa Blanca se encargaron de hacer el anuncio,
precisando ambos que hay un amplio trecho por recorrer en el proceso
hacia la completa normalización de relaciones y que persisten
diferencias en cuanto a los temas de derechos humanos y democracia.

El importante y trascendente significado del hecho en sí mismo ha sido
harto tratado por la prensa internacional. Algunos representantes de la
izquierda democrática cubana ya dimos a conocer un comunicado al respecto.

Deseo aquí abordar esas diferencias enunciadas sobre los derechos
humanos y la democracia y la aseveración del "Gobierno revolucionario"
de que el derecho a la autodeterminación corresponde a los Estados,
aspectos que, a mi juicio, están íntimamente relacionados.

Es evidente: la dirección político-militar del país no se ha bajado del
caballo de batalla y sigue aferrada al campamento y a las vetustas
concepciones del socialismo burocrático sobre democracia y derechos
humanos, por intereses estrechos, olvidando que ambas temáticas no son
patrimonio de ningún Estado y están fundadas en valores universales
alcanzados en las luchas revolucionarias de los pueblos contra regímenes
autoritarios, a través de la historia.

Que sean perfectibles las formas democráticas de gobierno y pueda
mejorarse la aplicación de los derechos humanos reconocidos
universalmente en la Carta de los Derechos Humanos aprobada por las
Naciones Unidas y sus respectivos pactos sobre derechos civiles y
políticos, y sociales económicos y culturales, son cosas muy distintas a
tratar desconocer sus esencias.

Desde luego tampoco hay que calcar el sistema político norteamericano,
pero no tenemos por qué desconocer sus experiencias.

Son asuntos a decidir por la soberanía popular previamente bien
informada. Y como tales deben ser tratados y no como privativos del
Gobierno-partido-Estado que lleva más de medio siglo en el poder. Y es
esto lo que no acaba de entender ni aceptar el Gobierno militar de Raúl
Castro: esos problemas deben ser discutidos horizontal y libremente por
el pueblo todo y ser aprobados en referendo por su importancia para
todos los ciudadanos.

Esto a su vez está íntimamente relacionado con el equívoco
Estado-céntrico de que la soberanía reside en el Estado, que son los
Estados los que deciden el tipo de gobierno, según expresa la nota del
"Gobierno revolucionario" sobre el restablecimiento de relaciones
diplomáticas, aparecida en Granma del 2 de julio de 2015, la que
textualmente expresa:

"Estas relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra
independencia y soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a
elegir el sistema político, económico, social y cultural…."

No, no son los Estados; son los pueblos los depositarios de la
soberanía, los que ejercen la autodeterminación, los que deben decidir
el tipo de gobierno, el tipo de sistema político y la sociedad que
desean darse, por lo que existe una plena correspondencia, violada por
el estadocentrismo, entre soberanía y autodeterminación con democracia,
puesto que solo un sistema plenamente democrático permite que sea el
pueblo el que decida escoger libre y soberanamente su sistema político.

El principio de la soberanía popular fue definido por el jurista alemán
Altusio en 1603 en su obra Análisis Sistemático de la Política y desde
entonces empezó a considerarse en Occidente, formando parte de todas las
constituciones modernas desde su aparición en la Constitución francesa
de 1793. El concepto está incluido en la cubana de 1976, la que expresa
en su artículo 3ro: "En la República de Cuba la soberanía radica en el
pueblo…."

En fin que sin democracia no hay soberanía ni autodeterminación verdaderas.

La soberanía de un Estado frente a otros se refiere a lo no injerencia
de los Estados en los asuntos internos de otros, donde por cierto el
Estado cubano no ha sido estudiante con malas notas.

De la aberrada interpretación sobre el derecho de autodeterminación de
los pueblos, que es de los pueblos, no de los Estados, viene la creencia
de que es el Estado el soberano y no el pueblo y es de donde nos llega
parte de esa filosofía estatalista, burocrática, militarista y
autoritaria heredada del triunfo del Campamento sobre la República en
nuestras guerras de independencia.

Hoy sabemos que comisiones invisibles del Estado discuten una nueva
constitución y una nueva ley electoral. Si como siempre son sometidas a
"consulta popular" según los tradicionales métodos dirigistas y
verticalistas, destinados a imponer en las bases lo que viene de arriba
y se desconocen las múltiples discusiones y aportes que vienen
realizando ya muchos sectores independientes, librepensadores y juristas
cubanos, el carácter democrático de la consulta será cosa de incautos.

Cualquier discusión seria, decorosa, soberana sobre el tema deberá
convocar un gran debate nacional, horizontal, libre y público, a partir
de la elección y no designación de los constituyentes, quienes a su vez
tendrían que convocar en audiencias públicas radiales y televisivas a
juristas y librepensadores que han expuesto públicamente sus visiones
sobre el tema.

Los constituyentes redactarían los documentos, teniendo en cuenta todo
lo expresado por la ciudadanía a través de los medios de todo tipo,
cartas, correos electrónicos, redes de Internet, prensa independiente
cubana de dentro y de fuera, etc., y con todo eso hacer propuestas que
luego sean sometidas a referendo.

Entonces sí, el pueblo cubano estaría haciendo uso del derecho de
autodeterminación, de su soberanía, que no es del Estado, y sí
estaríamos creando las bases para una constitución, un Estado de derecho
y una ley electoral plenamente democráticos.

La Constitución vigente de 1976 con sus dos modificaciones posteriores
es violada sistemáticamente por el Estado que la defiende. En cambiarla
hay consenso. Las diferencias se refieren a aspectos de fondo
relacionados precisamente con la democracia y los derechos humanos íntegros.

La revolución del 59 triunfó porque unió al pueblo en la lucha por el
restablecimiento de la institucionalidad democrática y la restauración
de la Constitución de 1940, objetivos frustrados debido a que los
líderes de la Sierra, que siguen en el poder y capitalizaron aquel
acontecimiento, decidieron aplicar su particular programa de reformas
socioeconómicas.

Según los sabios, el camino perdido debe ser retomado en el punto de
extravío.

De manera que la Constitución democrática avanzada del 40, así llamada
por los comunistas de entonces, quienes tuvieron una importante
participación en su confección, debe ser uno de los puntos de partida
de la nueva Carta Magna, junto al resto de las constituciones cubanas.

No tuvimos constitución hasta 17 años después del 59, en 1976, cuando la
burocracia ya había terminado su obra "revolucionaria" a favor del
Estado y su control por una elite permanente, en nombre del "socialismo,
la clase obrera y la revolución", violados flagrantemente.

Por todas esas razones, las alegadas diferencias entre los Gobiernos de
Cuba y EE UU en materia de derechos humanos y democracia no tienen que
discutirse en ese marco, sino en el seno del pueblo, en diálogo entre
los cubanos todos, de todas las tendencias, de dentro y de fuera.

Source: Sin democracia no hay soberanía ni autodeterminación -
http://www.14ymedio.com/opinion/democracia-soberania-autodeterminacion_0_1810018981.html

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