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Sunday, July 19, 2015

La visión del poder en Elpidio Valdés

La visión del poder en Elpidio Valdés
JOSÉ GABRIEL BARRENECHEA, La Habana | 18/07/2015

Recuerdo como si hubiera sido ayer el día en el que mi viejo me llevó a
ver el primer largometraje de Elpidio Valdés. Recién estrenado en Santa
Clara, tuvimos que hacer malabares para coger una máquina de alquiler en
Encrucijada y, solo gracias a la intercesión de uno de los tantos amigos
de mi padre, pudimos colarnos en el ya desaparecido cine Cubanacán. Al
doblar la esquina, enfrente de la taquilla improvisada para casos
semejantes, un nutrido grupo de policías intentaba organizar a la media
provincia de Villa Clara que había bajado hasta la capital provincial
para el estreno.

No creo que haya muchos que me superen en cuanto al medio centenar de
veces que he visto este largometraje. Hubo tiempos en los que cada vez
que se proyectaba en el cine de Encrucijada iba yo las cuatro noches
consecutivas de proyección.

Fui y aún soy un fan del coronel mambí. No en balde conservo en mi
computadora todos los animados suyos de antes de 1990, además de la
serie, olvidada a la cañona, Más se perdió en la guerra, o ... en Cuba;
según el público destinatario fuera insular o ibérico.

No obstante, imitando a Descartes, hace mucho que me he impuesto ponerlo
todo en duda para, en la medida de lo posible, hacer que mis verdades de
uso sean realmente mías y no prejuicios o imposiciones. También he
sometido la obra cumbre de Juan Padrón al escrutinio de mi criterio.

Como no deseo atosigar a los lectores, solo expondré aquí una de mis
observaciones. En Elpidio, el poder es siempre representado
hieráticamente. En las aventuras del manigüero es evidente que los jefes
mambises viven en un orbe diferente al de los demás personajes. Allí las
bromas no los alcanzan, ni tan siquiera las del guionista. Absolutamente
todos los demás personajes pueden ser puestos en ridículo, mas no los
generales.

Comparece ahora esta especial distinción de los jefes en Elpidio, con la
actitud que hacia ellos se sigue en otro famoso dibujo animado, uno que
en su país, Francia, disfruta de la misma distinción de héroe nacional:
Astérix y Obélix.

Allí, el jefe galo es solo un patético miembro de la tribu más. Alguien
a quien su mujer amenaza con su rodillo, de retórica más pobre que la
del primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros,
Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y menos coherente que la de Cantinflas.
Alguien que nunca consigue equilibrarse por completo sobre el escudo
sobre el que lo llevan sus, más que súbditos, iguales.

¿Es esta diferente visión del jefe en ambas historietas una muestra del
daño antropológico que a nuestra nación le ha dejado el prolongado
castrismo? ¿No será más bien al revés, o sea, que esta visión hierática
del poder existente desde mucho antes de la llegada del castrismo
explica la facilidad con que logró enraizarse en Cuba esta dictadura?

El que coincidentemente los dos dictadores más exitosos de Cuba y de
España se hayan cuidado esmeradamente de presentarse de esa manera, y
que su éxito se explique en no poca medida en esa imagen hierática que
supieron dar de sí, nos hace sospechar que esa visión es un añejo mal
cultural y que los cubanos lo heredamos del tronco hispánico de nuestra
cultura.

En cualquiera de los dos casos, daño antropológico o reforzamiento de
una visión mayoritaria de cómo debía ser el poder (es evidente que aun
si existía antes, de todos modos el castrismo ha reforzado nuestra
visión hierática del poder), lo cierto es que nos enfrentamos a un
hecho: en Cuba, más que llamados a derribar un régimen estamos
convocados a hacer una revolución cultural.

Pero, por favor, no estoy llamando a excluir nada de nuestro pasado.
Elpidio Valdés ya forma parte central de nuestra cultura, quiéranlo
ustedes o no, como toda la literatura greco-latina, a pesar de su apego
mayoritario a la creencia de su época en la justicia de la esclavitud,
forma parte de la tradición occidental aún hoy. Lo que tenemos que
hacer, todos, es más bien mirar nuestra cultura en general, y al
manigüero en particular, a través del método cartesiano. Su aplicación,
de modo automático ya, explica esa diferente actitud ante el poder
político que distingue a los franceses de nosotros en todos los aspectos
de la vida social.

Source: La visión del poder en Elpidio Valdés -
http://www.14ymedio.com/blogs/el_hidalgo_rural/vision-poder-Elpidio-Valdes_7_1817288254.html

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