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Thursday, July 23, 2015

La salida democrática

La salida democrática
PEDRO CAMPOS, La Habana | Julio 23, 2015

Ante el fracaso del "socialismo de Estado", para Cuba se hacen visibles
con más claridad dos salidas principales a la crisis actual: la
autoritaria-capitalista, que ofrece la "actualización" sustentada en una
alianza entre el capitalismo monopolista de Estado disfrazado de
socialismo, con el capital extranjero bajo el control del mismo
Gobierno-Estado-partido, y la democrática, que incluye a todos los
actores sociales.

Una salida democrática necesariamente tendría que ser inclusiva. Esto
implicaría el desarrollo de un proceso de democratización y
socialización de la política y la economía que abra los espacios de
participación a todos los cubanos de dentro y de fuera, el progreso de
todas las formas de producción y la creación de condiciones para una
constitución democrática de nuevo tipo, un Estado de derecho y una nueva
ley electoral pluripartidista.

Esta opción tendría que sustentarse en un nuevo pacto social, que
agencie amplias posibilidades de financiamiento a los emprendedores de
propiedad creados durante más de medio siglo por el socialismo estatal,
sobre la base de la compensación, la cooperación y el arbitraje
independiente. Este pacto debería eliminar los monopolios estatales
sobre los mercados y permitir el desarrollo de los privados, además de
establecer políticas fiscales de estimulo a la producción.

Implicaría también la implementación de los presupuestos participativos
locales, de manera que la mayor parte de los impuestos recaudados se
queden en los niveles inferiores y sean manejados en función de los
intereses comunitarios, garantía de su desarrollo.

Este proyecto contempla pocos puntos del programa de los socialistas
democráticos, pero en aras del consenso y de sacar a la sociedad del
estancamiento actual, hay que subordinar el resto a una estrategia
general democrática que luego nos permitiría defender mejor nuestras
posiciones y llevarlas a la práctica.

Quede claro, una vez más, que rechazo todo intento de imponer
arbitrariamente las formas libres de producción, individual o asociadas,
de tipo autogestionarias; pero no niego mi aspiración a que superen, por
méritos propios, a las diversas formas de explotación asalariada, por lo
que deseo su desarrollo y respaldo financiero de todo tipo.

Como comprendo que el capital privado tiene todavía amplios espacios que
cubrir en la economía cubana y que sus representantes más avanzados
pueden contribuir a los esfuerzos por desarrollarla, no tengo
inconvenientes en su participación bajo leyes que garanticen el pago por
trabajo, de vacaciones y seguridad social, sindicalismo libre y otras
que respalden los derechos de los asalariados.

Esta salida a la crisis actual solo parece posible a través del diálogo
con todos, la negociación y un ambiente de distensión y concordia
nacional, donde todos pongan en primer plano los intereses de la nación
en salir adelante, con el pueblo como único soberano. Esto implica la
liberación de los detenidos por razones políticas, el cese de la
represión al pensamiento diferente y el restablecimiento de las
libertades y garantías fundamentales.

Tributan a la salida democrática, en diverso grado y con no pocas
diferencias, la sociedad civil independiente que opta por la no
violencia y el diálogo; sectores progresistas y nacionalistas de la
burguesía dentro y fuera del país, la amplia izquierda democrática en la
sociedad cubana y las fuerzas que verdaderamente están a favor de un
cambio dentro de las filas del Gobierno-partido-Estado.

En sus demandas, hay coincidencias que deberían pasar a primer plano,
sin abandonar sus identidades. Estas fuerzas podrían colaborar en muchas
de sus acciones y políticas, incluso llegar a formar una especie de
amplio frente democrático nacional.

El triunfo de esta alternativa dependerá de la capacidad de esas fuerzas
democráticas (todas, no importa el color político, si estén dentro o
fuera del país y dentro o fuera del sistema-Gobierno) para hacer llegar
sus programas a la población, ganarse su apoyo y crear las alianzas
necesarias.

La salida democrática encuentra hoy un terreno fértil para
desarrollarse, como nunca antes, por el cambio de política en EE UU, que
neutraliza toda la asfixiante filosofía aislacionista de ciudadela
sitiada y elimina pretextos para la represión política y la falta de
democracia y libertades de todo tipo. La nueva política estadounidense
puede eliminar todas las trabas para un amplio comercio con el exterior,
necesario para el desarrollo.

Se trata de la coyuntura histórica más importante después del triunfo de
la Revolución del 1 de enero de 1959, para realizar las transformaciones
democráticas que demanda el país y que permitan a todas las tendencias
políticas a favor de cambios trabajar para alcanzarlos.

No hay medidores democráticos para identificar la capacidad de estas
fuerzas para predominar, pero sí podríamos decir que, a pesar de la
dispersión, de la falta de medios y recursos para influir a nivel
social, y de las propias limitaciones que impone el sistema burocrático,
estas fuerzas en conjunto podrían constituirse en una mayoría
determinante en un ambiente de tolerancia y libertades fundamentales por
su identificación con los intereses de las mayorías populares.

El sistema imperante en Cuba se sustentó en dos pilares básicos: la
ayuda externa y la oposición al imperialismo norteamericano. La primera
quedó atrás con la caída de la URSS y el campo socialista, espacio que
nunca llenó Venezuela. El Ejecutivo de EE UU restablece relaciones
diplomáticas con el Gobierno, pero muchas de las leyes del
bloqueo-embargo persisten y cubanoamericanos en el Congreso del norte
las favorecen, brindando justificación a las fuerzas que en el Gobierno
militar cubano siguen atrincheradas en el pasado. Se hacen el juego.

Se oponen a la salida democrática quienes predominan en el grupito de
históricos que controla el Gobierno y usa la "actualización", como punta
de lanza el aparato político-militar que administra el país, para
impedir el amplio desarrollo de todas las formas de producción
extraestatales que no sean la inversión extranjera conjunta o directa,
no da señales a favor de la democratización y continúa reprimiendo el
pensamiento diferente, incluso usando la violencia.

Este grupito sabe fracasado su modelo estatalista asalariado y promueve
cambios, pero con mucho miedo a que su evolución lleve a que pierdan el
poder y sean juzgados por todo lo mal hecho en más de medio siglo en
nombre del socialismo. No se percatan de que la Historia ya los ha
juzgado y los ha condenado a retiro. Pero la sentencia podría cambiarse
si siguen obstinados en sus posiciones y reprimiendo las alternativas
diferentes.

Como parte del complejo contexto actual, no puede negarse que el
presidente cubano, Raúl Castro, y su grupo han reaccionado positivamente
al acercamiento con EE UU, aunque su motivación principal sea el
levantamiento de las sanciones que le permitan acceder a dinero e
inversiones del norte, y que su Administración, tan centralizada y
burocrática como la de Fidel Castro, incapaz de resolver los graves
problemas de la sociedad cubana, al menos ha modificado algunas viejas
regulaciones absurdas y ha dejado mínimos espacios a la actividad
económica fuera del Estado.

Todo indica que, si es cierto que hay diferencias en las altas esferas
de la elite burocrática, relacionadas con la profundidad de los cambios
y con la política de acercamiento a EE UU, parece haber unanimidad en
los mismos prejuicios hacia la imprescindible democratización de la
sociedad y coincidencia en la política represiva hacia el pensamiento
diferente como vías para garantizar la continuidad del poder en manos de
la elite burocrática, sus descendientes y leales.

Los militares que administran el país y que pudieran tener posiciones
más pragmáticas podrían desplegar otras iniciativas en un escenario más
distendido, sin las presiones del embargo-bloqueo, ni de grupos internos
apoyando esas viejas políticas estadounidenses, que les permitan
comprender que pueden ser parte del futuro si son capaces de compartir
el poder con los trabajadores y el pueblo, con las diversas fuerzas
democráticas.

También dificulta la salida democrática el discurso del pase de cuenta
de los grupos más radicales en el exilio y algunos en el interior
opuestos al diálogo con el Gobierno, quienes parten de la filosofía de
que primero debe ser barrida la cúpula castrista e insisten en que EE UU
mantenga el bloqueo-embargo, en obstaculizar la normalización de
relaciones y en buscar un cambio de régimen por vía de la asfixia
económica y política.

Esto, al tiempo que contraviene los métodos y fines de la salida
democrática y pacífica, reafirma la oposición a la misma de los
recalcitrantes del estalinismo, a quienes debe dejarse una salida, pues
de lo contrario, el atrincheramiento es su única opción.

¿Quieren estos grupos "la democracia solo para ellos" y otra nueva
dictadura para los demás? La democracia, como la libertad, o es para
todos o no es verdad. Los que se oponen a la salida democrática, los
partidarios de la violencia y las políticas excluyentes, ellos mismos
terminan aislándose.

Los que piden "justicia primero" parecen olvidar que se cometieron
crímenes horrendos en nombre de la lucha contra el castro-comunismo y
que por ello también se clama justicia.

¿Tratamos de resolver los problemas que agobian al pueblo cubano y le
impiden el alcance del desarrollo y la felicidad o nos pasamos todas las
cuentas, revivimos el pasado, de nuevo ensangrentar la tierra cubana y
continuamos en un interminable ciclo de violencias?

¿Ánimos de justicia o venganza? ¿No sería más loable y posible tratar de
alcanzar la paz en la justicia junto al perdón, por medio de métodos
afines como el diálogo y la negociación y dejar sepultado junto al hacha
de la guerra el ojo por ojo y diente por diente?

Que la violencia se origina en el sistema político de la dictadura del
proletariado, nadie lo pone en duda. Pero evítese hacerle el juego con
discursos y políticas similares a las suyas.

Es hora de que el entendimiento llegue a lo interno de la sociedad
cubana (diáspora incluida, desde luego), tal y como lo están logrando
los Gobiernos de Cuba y EE UU a través del diálogo, por encima de graves
diferencias. El papa, que auspició el acercamiento entre Washington y La
Habana, podría contribuir al diálogo interno.

El Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana acaba de hacer una
propuesta de diálogo con todos, incluidas las autoridades
gubernamentales. Sería un grave error rechazarla u obviarla. Esperamos
que más temprano que tarde la cordura demostrada por el Gobierno cubano
en el diálogo con EE UU se muestre también a lo interno de la sociedad
cubana.

Source: La salida democrática -
http://www.14ymedio.com/opinion/salida-democratica_0_1820817901.html

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