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Thursday, July 23, 2015

La fruta ha madurado por segunda vez

La fruta ha madurado por segunda vez
JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ | La Habana | 23 Jul 2015 - 10:11 am.

'Con mayor apremio que a los republicanos de EEUU, a los comunistas o
fidelistas cubanos les convendría detener en seco el impulso de estos días.'

Raúl Castro está muy optimista. Lo dijo en el recién finalizado congreso
de la UJC. Pero no tendría que jurarlo. Es algo que se nota fácil en
estos días, a través de cada acto, cada decisión y cada declaración
pública de la dictadura. Siempre que nuestros caciques se creen bien
atornillados en el trono, les da por ponerse optimistas, y una vez
optimistas, les da por apretar más la tuerca represiva.

Aunque la verdad es que nosotros, sus víctimas, tenemos más motivos que
los Castro para estar optimistas. Pero no nos percatamos, porque estamos
apurados y con sobradas razones para estarlo. Así que en vez de
sentirnos optimistas, nos da por despotricar contra los yanquis,
asumiendo como débiles concesiones de su parte lo que para ellos no pasa
de ser un cauto rastreo en pos de nuevas inversiones financieras y
políticas. Desde su cumbre, ubicada por encima de todos los bienes y
males terrenales, a los yanquis les debe hacer gracia que los veamos
como flojos o perdedores o apocados ante el régimen.

Así que mientras nosotros nos enfurruñamos, ellos sacan cuentas al ver
que del comunismo cubano (que no es sino fidelismo, es decir rancio
caciquismo criollo mezclado con fascismo a lo Duce), apenas queda por
acá una evaporación que hiede, como la que suele dejar en el aire la
quema de ciertos excrementos.

Saben los yanquis —aunque no debieran saberlo mejor que nosotros— que
ese optimismo que exhiben los caciques no es sino su ronda de consuelo,
también una nueva careta ante el mundo, y en el mejor de los casos (para
ellos), es expresión de lo muy equivocados que están y lo cerrado de
molleras que siempre han sido ante la dialéctica histórica. Hasta el
punto de no prever que una vez que tengan al toro de vuelta en el ruedo,
ya no estarán aptos para torearlo.

Sin ir más lejos, en este mismo momento, entre los militantes de la UJC
que hicieron sentir tan optimista a Raúl Castro, solo dos de cada diez
aceptan pasar a ser miembros del Partido Comunista, mientras que ocho
deciden desactivarse políticamente, según datos de la fidedigna Radio Bemba.

Entretanto, el propio Partido se reduce a pasos de siete leguas, sea por
vejez y muerte de sus miembros, sea por numerosas solicitudes de bajas
para la reunificación familiar en el extranjero, o sea por simple
decepción. Así que pronto se verán obligados a remodelar aquel
burbujeante eslogan según el cual los hombres mueren pero el Partido es
inmortal. Literalmente, no ha muerto aún, pero está pudriéndose en vida.
Y ya sé que incurro en un doble oxímoron, pues de la misma manera que no
podría morir lo que nació muerto, tampoco puede pudrirse lo que nació
podrido.

Pero el hecho es que su vieja cortada como vanguardia revolucionaria del
pueblo se está evaporando sin remedio. Y por más disimulado que intenten
mantener el sobresalto, es otro secreto a voces que nuestros caciques
pierden los pocos pelos que les quedan en las cabezas al constatar el
modo en que se comprime, por días, la cifra de casi 800.000 cubanos
militantes comunistas declarada por Raúl Castro en abril de 2011. Si
antes de 1959 los comunistas disponían aquí de un pobre 5% de apoyo
electoral, el porcentaje nos parece exagerado para estos días. Tal vez
lo sea dentro de sus propias filas.

Y no es que al régimen le haga falta el Partido para dominar en Cuba. De
momento. Pero aunque no sirve de nada para influir entre la población,
le sigue sirviendo como embozo para disfrazar su sistema de poder
monárquico, sobre todo ante los amigos y cómplices del exterior,
progresistas entre el costillar y la ingle, empeñados en ver a nuestra
dictadura como un faro y al pueblo como a las fieras del zoológico, que
lucen atractivas solo si se miran desde lejos y rejas mediantes.

¿Qué les quedará entonces luego de perder también esa coartada tan útil
para ellos como para sus compinches extranjeros? ¿Para qué otro uso que
no sea en el inodoro estaría destinada la página de la Constitución de
la República en la que, a través del artículo quinto, hacen valer su
edicto tiránico según el cual "El Partido Comunista de Cuba, martiano y
marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la
fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado…".

Con mayor apremio que a los republicanos de Estados Unidos, a los
comunistas o fidelistas cubanos les convendría detener en seco el
impulso de estos días para la reanudación de relaciones entre ambos
países, aun cuando sean limitadas. Pero ya no podrán hacerlo. Mordieron
su propio anzuelo, aunque ellos crean o finjan creer lo contrario, para
inducir a los tontos útiles de Latinoamérica.

La temible amenaza para el régimen, a partir de ahora, ya no estará en
las armas ni en los cuerpos de inteligencia ni en lo que ellos llaman la
propaganda anticubana de los yanquis, sino en el entendimiento de todo
el que aquí tenga cacumen para comparar las buenas nuevas que van a
desembarcar en nuestras costas, con la situación de la Isla, obligada a
adentrarse en el siglo XXI —época de inéditas conquistas tecnológicas,
científicas y sociales— con varias generaciones de sus hijos nacidas y
crecidas en la miseria y el atraso, bajo la tutoría absoluta de un
sistema de poder cuasi providencial, que dispone y controla desde los
sueños hasta los más ínfimos movimientos de cada ciudadano.

Conformamos un cuadro tan incongruente dentro de la sociedad moderna que
no es posible hallarle predecesores sino en aquellas monarquías europeas
de la Edad Media, incapacitadas para establecer distinciones entre sus
vacas y la pobre gente que poblaba sus feudos. Y eso es algo que, aunque
algunos no lo crean, la mayoría de nuestra pobre gente no ha tenido
hasta hoy la oportunidad de aprenderlo mediante el más elemental de los
métodos científicos: la comparación.

Quizá por ello a los yanquis, tan pragmáticos, se la dejan floja
nuestros desbarres. La fruta ha madurado por segunda vez. Ya ni siquiera
tendrán que mover un dedo para anular el fidelismo. Este se irá cayendo
solo, como Chacumbele.

El resto es porfía inútil, por un lado, e ilusión inflada o común y
corriente paripé, por el otro.

Source: La fruta ha madurado por segunda vez | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1437639094_15880.html

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