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Thursday, July 23, 2015

Embajadas, para qué?

¿Embajadas, para qué?
Cabe esperar que esas Embajadas estén cerradas para los opositores del
régimen castrista. La de Estados Unidos en La Habana terminará
acordonada por la policía revolucionaria
jueves, julio 23, 2015 | Alexis Jardines Chacón

MIAMI, Florida -Como aclaro de diversas maneras en cada uno de mis
artículos de opinión, es mejor que los americanos estén dentro de la
Isla. El problema es que las condiciones bajo las cuales se da este
acercamiento bilateral ─del que el régimen cubano ya no podía
prescindir─ debe ponerlas la democracia estadounidense, no la dictadura
castrista.

Cuba fue uno de los países que hizo las mayores contribuciones a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. El espíritu de la
Constitución del 40 transpira en ella. Hoy Cuba es uno de los países que
más viola e irrespeta la Declaración Universal, mientras recibe el apoyo
cómplice de medio Planeta. Algo anda mal aquí. Y cuando se construye a
hurtadillas y sobre cimientos tan endebles, se sabe que el tiempo
termina pasando factura. Tarde o temprano los cubanos encontraremos el
camino y a ningún legado presidencial, del signo que sea, le cabrá el
mérito de la victoria.

Contradicciones manifiestas

Las razones que esgrime el Departamento de Estado mediante su vocero J.
Kirby en el caso de Burundi aplican también a Cuba. ¿Por qué entonces
tanta dulzura de un lado y tanto rigor de otro? El señor Kirby ha
puntualizado el martes en conferencia de prensa que no se le puede
atribuir credibilidad a las elecciones presidenciales en Burundi toda
vez que han sido contaminadas debido al acoso del gobierno a la
oposición y a los miembros de la sociedad civil, la intimidación del
electorado y la censura de los medios. ¿Cuál de esas cosas es la que no
encuentra el Departamento de Estado en Cuba? "La decisión del gobierno
de Burundi ─puede leerse en la página web del U.S. Department of States─
de negarle a sus ciudadanos la capacidad de elegir a sus líderes obliga
a los Estados Unidos a revisar todos los aspectos de nuestra
colaboración." Kirby se queja, asimismo, de la ausencia de observadores
internacionales en dichas elecciones y del sostenido esfuerzo para
silenciar la libertad de expresión. Si la referencia hubiera sido el
gobierno de Cuba y no el gobierno de Burundi, una descripción real de
los acontecimientos tendría que repetir, palabra por palabra, lo que
Kirby ha dicho en defensa del presunto aislamiento de Burundi.

Sin embargo, el tema de Cuba salió relucir en la conferencia de prensa
desde el lado de los programas de ayuda pro democracia. El portavoz del
Departamento de Estado aseguró que no se cancelarían, pero la pregunta
realmente debió ser otra: ¿se beneficiará de esos programas toda la
oposición o principalmente aquella parte que apoya la normalización
incondicional y el levantamiento del embargo?

También el martes, 21 de Julio, el presidente Obama pronunció un
discurso ante la Convención Nacional de Veteranos de Guerra realizada en
Pittsburgh, Pennsylvania. Estas son sus palabras: "Hoy, con nuestra
embajada estadounidense abierta en La Habana por primera vez en 50 años,
reafirmamos que vamos a hablar a favor de la libertad y los valores
universales". El Universal refiere ─tras citar las palabras del
presidente─ una encuesta simultánea del Centro de Investigación Pew, que
revelaba un apoyo al restablecimiento de las relaciones con Cuba del 73%
en los Estados Unidos. Se desconoce, seguramente, que encuestas
realizadas por la sociedad civil independiente al interior de la Isla
arrojan un 72% en contra del Partido Comunista único y en favor de
elecciones libres. ¿Acompañarán los norteamericanos, con esa curiosidad
antropológica que los caracteriza, a las Damas de Blanco en sus marchas
dominicales o escucharán las "sugerencias de la Seguridad del Estado?
Realmente, hablar de libertad y valores universales con la dictadura
castrista es arrojarle perlas a los puercos.

Problemas de legitimación

Rosa María Paya lo ha reiterado en varias de sus presentaciones: el
presidente cubano no fue elegido por el pueblo; fue designado a dedo por
su propio hermano. Así, pues, carece de la legitimidad que le otorga la
representación popular. No representa a ciudadano alguno, sino al
oxímoron "Partido Único". En consecuencia, es un presidente
inconstitucional, no llegó al poder mediante las urnas. Todo ello viene
a decir que el presidente de los EE UU está negociando con el hombre
equivocado. Y ya que lo está haciendo, debería velar por no equivocarse
él mismo.

Cuba ha dejado de ser el Estado socialista irrevocable que supuestamente
legitima la Constitución. El modelo actual ―que va camino de un
capitalismo chino de Estado― no se ve reflejado en ella, ha quedado sin
asidero constitucional y el proceso de normalización podría caer en una
suerte de limbo legal. Lo curioso es que la apertura de las embajadas ha
tenido lugar antes de la re-conceptualización del socialismo cubano que
a toda prisa quiere instrumentar el venidero VII Congreso del Partido
Comunista Castrista (PCC). Ergo, las embajadas carecen de legitimidad,
aunque se quiera hacer ver que están en congruencia con la Carta de la
ONU y las Convenciones de Viena, cosa que también carece de fundamento.

Acciones violatorias.

Al parecer todo comenzó con el arresto arbitrario e injusto del
contratista Alan Gross, para que sirviera como moneda de cambio por los
5 espías convictos. Obama cedió y Gross terminó siendo la vía expedita
para penetrar hasta el tuétano la política norteamericana hacia Cuba.

Sin embargo, la reapertura de las embajadas se sostiene, según declaran
ambos presidentes, sobre los principios de la Carta de la ONU y las
Convenciones de Viena, mientras todo el mundo sabe que La Habana fuerza
a Washington a modificaciones y eliminaciones de políticas que son
competencia del gobierno y del Congreso norteamericano, con lo que el
gobierno de la Isla viola el principio de la no injerencia en los
asuntos internos de los Estados, consagrado en la Carta de las Naciones
Unidas. Nótese que para poder avanzar en el proceso de normalización de
las relaciones entre ambos países Cuba maniobra y exige condiciones que
constituyen una franca intromisión en los asuntos internos de los
Estados Unidos, como es la política del embargo, relativa y restringida
a las empresas norteamericanas y a componentes de fabricación
norteamericana, política esta legislada y sancionada por el Congreso de
los Estados Unidos de América. Las presiones de la Inteligencia cubana y
el cabildeo de los grupos de presión castristas son notables dentro y
fuera del territorio norteamericano, mientras los diplomáticos
estadounidenses en la Isla evitan todo contacto y expresiones que
irriten a la dictadura. En adición, el gobierno cubano y su ilegítimo
presidente están, al parecer, incidiendo de facto en el manejo y destino
de los fondos federales de los Estados Unidos, que ahora no pueden ser
redistribuidos de la misma forma que se hacía antes de la reapertura de
las Embajadas. Por lo tanto, es el presidente cubano el que está
interfiriendo notable y exitosamente en los asuntos internos del
Congreso y, en general, de las políticas de la administración
norteamericana. Lo mismo aplica para la libertad de expresión, que se ve
restringida y asediada toda vez que Radio y TV Martí están sometidos,
por exigencia del gobierno cubano, a una revisión cuyas consecuencias no
auguran nada bueno para la tradición de prensa libre del país más
democrático del mundo. Como consecuencia de la injerencia del gobierno
cubano en los asuntos internos de los Estados Unidos y, por
consiguiente, en franca violación de la Carta de las Naciones Unidas, 18
meses de negociaciones secretas con la dictadura vecina fueron ocultados
a la opinión pública estadounidense, en plena consonancia con el modus
operandi totalitario y excluyente del gobierno cubano. Me pregunto ─una
vez restablecidas las relaciones diplomáticas─ qué impide hacer públicas
esas grabaciones. ¿Son realmente congruentes las negociaciones
Castro-Obama con los principios de la Carta de las Naciones Unidas?

Cuba ha violado recientemente el acápite 5 del artículo 2 de dicha
Carta, toda vez que traficó armas con Corea del Norte, país sancionado
por la ONU. Esto ocurrió después que Obama naciera y, más exactamente,
en pleno diálogo secreto del presidente norteamericano con la dictadura
castrista. Sin embargo, el gobierno cubano recibe como premio justo el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.

La ONU nunca aplicó a Cuba el artículo 6 ―relacionado con la expulsión
por violación de los principios de la Carta― a pesar que el gobierno
cubano entrenó, financió y participó con sus tropas en las guerras y
guerrillas que extendieron vorazmente por América Latina y África,
acciones tipificadas como violaciones en el magno documento.

Cuba también violó lo establecido en el párrafo 3 del artículo 22 de la
Convención de Viena sobre las relaciones diplomáticas (18 de Abril,
1961) y sobre las relaciones consulares (25 de Abril, 1965) cuando en
Julio de 1990 introdujo un comando disfrazado de paisanos en la Embajada
Checa que provocó significativos destrozos y agresiones con el propósito
de justificar la extracción de 4 pacíficos disidentes de avanzada edad
que se habían refugiado allí. Fui testigo presencial de los acontecimientos.

La bandera equivocada

El lunes, 20 de Julio, se izó la bandera cubana en la Embajada castrista
en Washington. Obama no negoció con los cubanos, sino con una dictadura
militar que, curiosamente, no envió un solo uniformado a la
inauguración. A Washington llegó el emergente y exclusivo sector privado
partidista que la política del deshielo-para-Castro está comenzando ya a
empoderar.

Cabe esperar que esas Embajadas estén cerradas para los opositores del
régimen castrista o, cuando menos, no resulten de mucha ayuda. La de
Estados Unidos en La Habana terminará acordonada por la policía
revolucionaria y el movimiento de los diplomáticos estadounidenses
restringido con el pretexto de la amenaza de refugio masivo o secuestro
del personal por parte de la gusanera apátrida. Dicho sea de paso, un
agente de la Seguridad del Estado me contó en Cuba que en una ocasión,
no pudiendo acceder por aquello de la inmunidad, a un diplomático que
querían detener (ya que tanto su casa como la Embajada y su carro eran
territorio que no debían violar) le orquestaron un accidente provocando
una colisión con un carro operativo. Apenas el aturdido diplomático
salió de su vehículo y puso los pies en la calle, se lo llevaron preso.

En cuanto a la Embajada castrista en Washington, ayer mismo fue puesta a
prueba por una ciudadana cubana que llevaba una carta de su madre
dirigida al Ministro de Salud Pública. ¿Resultado? Al primer cliente, un
nacional, no lo reciben y, más que eso, le llaman a la policía para
amedrentarlo. Vergüenza debían sentir todos aquellos que se apiñaban
tras las ventanas al ver cómo, desde la acera, el decoro de Rosa María
Paya reducía la flamante Embajada a un grosero cuartel de la policía
política. Kcho, sin darse cuenta, ha hecho la mejor performance de su
carrera: la bandera que debe ondear en ese siniestro recinto es la
sangrienta y excluyente del 26 de Julio.

Source: ¿Embajadas, para qué? | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/embajadas-para-que/

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