El ingenuo Ravsberg y las empresas del Estado

El ingenuo Ravsberg y las empresas del Estado
julio 15, 2015 12:24 pm·

Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PC) Admiro el mucho oficio
periodístico que tiene Fernando Ravsberg, el corresponsal de BBC Mundo
en La Habana. Me gusta leerlo, aunque a menudo me saca de quicio cuando
intenta explicarnos – ¡y vaya de qué modo!- a los cubanos cómo son las
cosas en nuestro país.

Ravsberg, que se queja siempre del hermetismo oficial y la paranoia de
los disidentes, descubre matices insospechados en la situación cubana y
ve lo que nadie ve. A veces, sencillamente porque no lo hay, no es tal.

Lo que escribe siempre se presta a varias lecturas. Sólo que siempre se
percibe, más allá de las críticas, una comprensiva confianza en el
mejoramiento del socialismo castrista, al que siempre le concede la
posibilidad de salir del agotamiento y el desastre.

Me desconcierto cuando leo trabajos de Ravsberg como "Cuba, donde los
empleados ningunean a los dueños", aparecido el pasado 2 de julio en
Havana Times.

Sus verdades que aquí no se aplican, ¿son ingenuidad zurda al cubo o
socarronería crítica?

Ravsberg considera que en un país socialista como es Cuba -al menos en
el discurso oficial, en lo que restauran sin prisa el capitalismo- lo
correcto sería llamar empresas públicas a las empresas del Estado,
porque estas, según explica, "pertenecen a todos los ciudadanos".

Continúa Ravsberg: "Cuando decimos que son del Estado, parece que el
propietario fuera un ente difuso, etéreo, representado por cualquier
burócrata que tenga un carguito, un buró, una secretaria y un carrito
estatal".

Es exactamente así, punto por punto y mucho más, pero Ravsberg insiste
en su matraca de que debiéramos sentirnos accionistas y propietarios, y
no ser tiranizados –que esa es la palabra precisa, mejor que el
ninguneado que usa Ravsberg- por los que debieran ser nuestros
empleados, los directivos empresariales.

¡Ah, la palabra precisa! ¡Ay Sivio! La sonrisa perfecta, más bien
carcajada, sería la de los jefazos y los jefecillos, que creen tener a
Dios cogido por la barba, cuando oyeran esto y les hablaran de ser
elegidos por los trabajadores y tener que darles cuenta a ellos de sus
actos.

Ravsberg nos explica algo que sabemos, pero que en el socialismo real
–el único que ha existido sobre la faz de la Tierra, y que en Cuba está
muy bien ejemplificado en su imperfección y chapucería- pierde toda
significación: que estas empresas son de todos "porque se financian con
dinero público, con los recursos que aportan los cubanos con su trabajo,
porque la plusvalía va a parar a las arcas del Estado."

¿Y?, responderán socarrones y prepotentes los compañeros dirigentes de
las empresas, aun las mas improductivas e ineficientes, que tienen más
ínfulas y ambiciones que si presidieran una transnacional y los tiene
sin cuidado todo lo que escribió Marx, si es que a saben quien fue.

¡Ay, Pedro Campos, date prisa en socorrer a los testarudos camaradas que
no se dan por vencidos para encauzar, ahora sí, por la senda del
socialismo democrático y participativo, y vuelve a escribir algo sobre
la autogestión y el verdadero cooperativismo, porque Ravsberg no acaba
de entender el asunto!

Ravsberg, con su descarga, no va a convencer a los dirigentes –que le
temen más que Drácula a la luz- de la importancia de la transparencia y
la honradez. Es más fácil convencer a los trabajadores, que en justicia
debían ser los accionistas y patrones, de lo que ya están convencidos
hace rato: las empresas estatales, por ser supuestamente de todos, a
nadie le importan, es como si no tuvieran dueño… Pero como no es tan
así, son –al menos hasta que salgan por el techo y esposados- de un
puñado de burócratas corruptos y sus secuaces. Y como dicen que ladrón
que roba a ladrón tiene cien años de perdón, entonces, a robar se ha
dicho… O mejor, para que no suene tan feo y no haya cargo conciencia,
que como quiera que sea fuimos pioneritos por el socialismo: a luchar y
a resolver…

Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com

Source: El ingenuo Ravsberg y las empresas del Estado | Primavera
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