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Wednesday, July 15, 2015

Donde los libertarios se equivocan en política exterior

Donde los libertarios se equivocan en política exterior
JOSÉ AZEL

El liberalismo clásico es la tradición del pensamiento ético, político,
legal y económico centrado en las libertades individuales. Para los
libertarios, las libertades individuales son dominantes. Esta visión
contrasta agudamente con todas las formas de colectivismo donde el
colectivo es considerado el principio organizativo para establecer
políticas, y los derechos grupales triunfan sobre los individuales.

Con respecto a los derechos individuales, la taxonomía política
americana de liberales y conservadores es incongruente, y a menudo nos
encontramos abogando por mayores libertades personales mientras
simultáneamente apoyamos un mayor rol del gobierno. Los republicanos
defienden menos injerencia del gobierno en asuntos económicos, pero a
menudo prefieren más control gubernamental en asuntos sociales. Los
demócratas quieren al gobierno fuera de nuestras vidas privadas (como
debería ser), pero entonces pretenden amplias regulaciones
gubernamentales en los negocios. Los libertarios señalan esta
inconsistencia filosófica y destacan que, por definición, un gobierno
ampliado conlleva libertades disminuidas.

Las etiquetas políticas sintetizan visiones filosóficas incompletas, y
esas imperfecciones conceptuales se magnifican en el campo de la
política exterior. Tomemos, por ejemplo, el choque entre los senadores
republicanos Marco Rubio y Rand Paul relacionado con las sanciones
económicas a Cuba. El senador Rubio, un conservador cubanoamericano,
apoya las sanciones económicas, mientras el senador Paul, un libertario
filosófico, se opone al embargo.

Ambos senadores son confirmados anticomunistas y no quisieran nada menos
que el fin del opresivo régimen castrista. El senador Rubio ve el
embargo como herramienta útil de política exterior, mientras el senador
Paul lo rechaza como restricción de las libertades individuales de los
americanos para hacer negocios donde entiendan. Ambos senadores hacen
enérgicos y elocuentes argumentos sobre sus respectivas posiciones.

Sin embargo, el senador Paul, sin darse cuenta, traiciona sus propias
convicciones. El liberalismo clásico es la filosofía de la libertad,
pero ser libertario significa preocuparse por la libertad de todos los
pueblos, no solamente la de los americanos.

El senador Paul está justificado en defender la libertad de las empresas
americanas de hacer negocios sin obstáculos gubernamentales; pero el
liberalismo clásico es una filosofía universal preocupada con la
libertad en todas partes y no solo con las libertades de grupos
comunitarios. Defendiendo exclusivamente el derecho de los negocios
americanos, el senador crea un grupo específico chovinista y se orienta
hacia el colectivismo. Los libertarios creen en derechos individuales,
no derechos de grupos o regionales.

Puede estar en los intereses comerciales de los negocios americanos
negociar con el gobierno cubano. Pero intereses no es lo mismo que
derechos. De hecho, los intereses pueden oponerse a los derechos, punto
que James Madison defendió brillantemente en su definición de
"facciones" en El Federalista No. 10. Así, los intereses de los negocios
americanos deben ponderarse frente a los derechos del pueblo cubano. No
obstante, la presunción debe ser siempre por la libertad, y la
interferencia con la libertad de los negocios americanos, debe justificarse.

Con relación al punto del senador Rubio, si a los libertarios debe
interesarle la libertad de todos los pueblos, entonces la falta de
libertades sufrida por el pueblo cubano debe considerarse dentro de los
cálculos del senador Paul.

Cierto, el embargo restringe las libertades de un pequeño número de
compañías americanas interesadas en el mercado cubano de alto riesgo y
bajas ganancias. Pero es un mercado donde a esas compañías se les
exigirá, bajo la legislación cubana, participar en un proceso orwelliano
de esclavización, donde el Estado cubano retiene aproximadamente el 92%
del salario del empleado, en violación de las disposiciones de los
protocolos de trabajo internacionales. Las compañías americanas deberán
también aceptar ser socios minoritarios de los militares cubanos, que
serán los accionistas dominantes.

Es decir, las compañías americanas deberán asociarse con los mismos
militares que refuerzan la absoluta degeneración de las libertades
individuales de once millones de personas en Cuba. Esto es un dilema
ético que no debería ser despiadadamente descartado con declaraciones
superficiales exaltando las virtudes del comercio.

Aquí es donde los libertarios deben decidir entre defender el interés
grupal regionalista de los negocios americanos –en contradicción abierta
con los principios libertarios– o posicionarse por los valores
universales de las libertades individuales que trascienden las fronteras
nacionales.

Este dilema de valores a veces posiciona al liberalismo clásico como una
extraña filosofía articulando las políticas de asuntos exteriores. No
debería ser así. La posición libertaria debería estar siempre del lado
de la libertad de los seres humanos individuales, en todas partes.

Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano
Americanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana in Cuba.

jazel@miami.edu

Source: JOSÉ AZEL: Donde los libertarios se equivocan en política
exterior | El Nuevo Herald El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article27224692.html

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