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Thursday, July 02, 2015

De porristas y chivatos

De porristas y chivatos
julio 1, 2015 3:00 pm·

Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) En 1932, durante las
tres semanas que pasó en Cuba, el norteamericano Walker Evans logró una
impresionante colección de fotos de La Habana.

En varias de esas fotos hay una presencia constante, fantasmagórica e
inquietante: un negro de mediana edad, vestido de traje blanco, corbata
negra y blanca y sombrero de pajilla. Parado en una céntrica esquina de
la ciudad, viendo pasar a medio mundo, sus ojos parecen seguirnos desde
la fotografía.

Más de 20 años después, Guillermo Cabrera Infante consideraba que el
tipo de las fotos, al que Evans bautizó como "el ciudadano de La
Habana", se veía peligroso. "Tal vez por estar tan bien vestido", decía.

El autor de "Tres tristes tigres", que a pesar de no haber nacido en La
Habana, sino en Gibara, conocía a la legua a los habaneros, siempre mal
pensado y sagaz, opinaba que el negro vestido de blanco –que
indudablemente no era un iyabó- pudo ser un porrista de Machado.

Lo más probable es que Cabrera Infante estuviera en lo cierto, y el tipo
fuera un esbirro de la Liga Patriótica.

Se me ocurre que el 12 de agosto de 1933, cuando cayó la dictadura de
Machado, pudo ser arrastrado y despedazado o ahorcado por las turbas
enardecidas que cobraron las cuentas a los esbirros. O tal vez
sobrevivió y sirvió luego de apapipio al régimen de Batista. Y si es
cierto eso de que hay tradiciones familiares que perduran, va y alguno
de sus hijos es chivato del régimen castrista.

En Cuba no habrá alimañas venenosas, pero además de muchos mosquitos,
jejenes y cucacrachas, hay chivatos y porristas a tutiplén. Peones del
odio, prestos a ser azuzados por sus amos. Son nuestra maldición nacional.

Siempre hubo esta clase de gentuza. Desde los tiempos de los
rancheadores que perseguían a los cimarrones y de los guerrilleros que
combatían a los mambises con más saña que los españoles. Pero el
castrismo ha sido la apoteosis de los chivatos y porristas.

Es algo patológico. Mientras más los maltratan y más hambre pasan, más
chivatos hay y más incondicionales son.

También están los que no pueden decir que no, porque tienen mucho que
perder. Los que precisan de la sumisión para que los dejen hacer y
deshacer. O sencillamente los que no pueden vencer el miedo y se dejan
utilizar.

Hombres y mujeres, de todas las razas, tallas, edades y atuendos, muchos
con la camiseta roja con la consigna impresa en el pecho o en la
espalda: "Comandante en Jefe, ordene".

Acechando y haciéndole un infierno la vida al prójimo, que fue
convertido por los jefes de la jauría en contrarrevolucionarios,
antisociales, mercenarios, gusanos. Da lo mismo como los llamen. Son
sólo eso: enemigos. Con ellos no puede haber compasión, les dijeron: hay
que aplastarlos.

En los años 60 gritaban "paredón", y apedreaban a los que iban a las
iglesias. A dos generaciones de cubanos les inculcaron que había que
vigilar y delatar a todo el que de cualquier manera obstaculizara el
sistema, en la casa, la escuela, el barrio o el centro de trabajo.

Los vi en el verano de 1980, arrear a golpes a una familia por La
Víbora, empujar y golpear a una mujer en plena Rampa. No hubo escrúpulos
ni contemplaciones con la escoria que expulsaron a patadas del paraíso
revolucionario.

Tampoco la hay tres décadas después, cuando acosan, insultan y golpean a
las Damas de Blanco y a los opositores que las apoyan.

Gritan consignas que ofenden la dignidad y la decencia, con los rostros
desfigurados por el odio, con dos o tres morales a cuesta, que es igual
a no tener moral alguna -¡qué coño van a tenerla!-, con coreografía
policial y merienda garantizada por el Partido Comunista y la Seguridad
del Estado.

No piensan en el futuro, es como si no existiera o hubiera que hacer lo
indecible para que no llegara jamás. Pero llegará.

Un día estos porristas quedarán solo en fotos detenidas en el tiempo,
como las del fantasmal negro vestido de blanco que retrató Walker Evans
en una céntrica esquina habanera. Solo que ellos, a diferencia del negro
de Evans -que nunca se pudo saber realmente en qué carajo estaba en esa
esquina- no contarán con el beneficio de la duda. Si acaso, tendrán el
de la lástima. Porque eso, en definitiva, es lo que inspiran estos
infelices.

Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com

Source: De porristas y chivatos | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/de-porristas-y-chivatos/

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