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Tuesday, July 21, 2015

Cuidado con el camarón encantado

Cuidado con el camarón encantado
DARIELA AQUIQUE LUNA | La Habana | 21 Jul 2015 - 6:38 am.

Nada conciliadora fue la disertación hecha en Washington por el
canciller Bruno Rodríguez Parrilla.

Quedó formalmente inaugurada la Embajada de Cuba en los Estados Unidos
de América. Ya ondea en Washington la bandera nacional, lo que significa
la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos países.

Muchos esperábamos que los comienzos de ambas delegaciones fueran
simultáneos, pero en días anteriores se anunció que solo sería celebrada
la ceremonia en Washington y que el acto de La Habana quedaba pospuesto
hasta la visita a la Isla del Secretario de Estado John Kerry.

Se trata de un evento para el cual el Gobierno cubano ha venido
preparando su puesta en escena. Como protagonistas, los agentes de la
Seguridad del Estado y la policía política andan decidiendo quiénes
pueden y quiénes no pueden acercarse a los alrededores de la actual Sede
de la Oficina de Intereses, futura Embajada, entre otras paranoias.

Me pregunto si para entonces seguirá allí la Tribuna Antimperialista y
el Bosque de las Banderas cerrando el frente del edificio. ¿No sería un
gesto amistoso que al menos esta plaza fuera movida de lugar?

Claro que no será así. Estoy segura de que inmediatamente después del
discurso de Kerry en dicha misión se abarrotarán los medios de
alocuciones preconcebidas, haciendo críticas a las menciones que haga el
funcionario norteamericano al tema de la democracia y los derechos
humanos en la Isla.

Sin embargo, nada conciliadora fue la disertación que hiciera en la
apertura de la Embajada cubana el canciller Bruno Rodríguez Parrilla. Su
texto parecía más una Tribuna Abierta que un comunicado de inicio de
reconciliación diplomática.

Una vez más echando mano de la historia y politizándola a niveles
sorprendentes para justificar los puntos de desentendimiento entre las
dos naciones. Advirtiendo, para que nadie vaya a confundirse, que nada
cambiará en la política de la Isla y condicionando cada paso que se dé
para limar asperezas entre los regímenes.

Vuelve la perorata gubernamental a utilizar la obra y el pensamiento de
José Martí como blasón para establecer "víctimas y victimarios" en la
historia de las relaciones entre Cuba y EEUU, cuando a estas alturas
esas citas están de más y se debería solo pensar y trabajar en nuevos
capítulos y no regodearse en el pasado, aunque para ambas partes este no
pueda negarse.

La estrategia del Gobierno cubano debería llevar un tono menos
discrepante, con toda la cautela que les plazca, pero sin prepotencias,
ni excesos. Porque me recuerdan a Massicas, personaje del cuento "El
camarón encantado" del francés Laboulaye, que Martí tradujera en
septiembre de 1889 para el tercer número de la revista La Edad de Oro.

Massicas no se conformaba y cada vez pedía más y más al camarón
encantado, hasta que finalmente se quedó otra vez sin nada.

Parafraseando a la Iglesia Católica, ya podemos decir: Habemus Embajada.
Pero cuidado con tantas condiciones, que puede terminarse como el
personaje de un cuento infantil.

Source: Cuidado con el camarón encantado | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1437436538_15837.html

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