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Tuesday, May 19, 2015

Rescatemos al prócer

Rescatemos al prócer
IVÁN GARCÍA | La Habana | 19 Mayo 2015 - 9:44 am.

La imagen que tienen muchos adolescentes cubanos de Martí es la de un
tipo grave que nunca sonreía y vestía como funerario. Un prócer sin gancho.

Pepe Martí (1853-1895) estaba marcado para morir. Hay hombres demasiado
grandes para ser interpretados en vida. Sus dotes de orador y político
estaban a un siglo de distancia de aquellos recios y anárquicos mambises.

Probablemente nunca lo comprendieron. Aunque la historia oficial intenta
barrer el hollín debajo de la alfombra, Martí fue un extranjero en su
propia patria.

Gigantes como Máximo Gómez y Antonio Maceo desconfiaron de aquel
alfeñique vestido de negro que cuando se inspiraba hablaba como Dios,
pero nunca había participado en una carga al machete.

El Apóstol fue más útil muerto que vivo. Algo de eso debió intuir Martí
aquella mañana aciaga del 19 de mayo, cuando en un arrebato de heroísmo,
espoleó a su caballo Baconao directo al fuego enemigo.

Su muerte en una escaramuza absurda, 120 años después, aún duele. De su
caída en Dos Ríos se ha especulado lo suficiente. Las hipótesis son
diversas. Que van desde el suicidio político, sustentada por Guillermo
Cabrera Infante, a inmolarse por la sencilla razón que solo muerto era
capaz de unir a los cubanos.

Nadie puede saber qué premonición dantesca pasó por la cabeza de Pepe
cuando, vestido como para una boda, recibió un disparo mortal. Nunca fue
el típico héroe americano. El espadón y el máuser no eran su fuerte.

Sus dotes de guerrero no eran comparables con las del Libertador Simón
Bolívar, Antonio José de Sucre o San Martín. Tampoco tuvo la habilidad
militar de un George Washington o la agudeza jurídica de los Padres
Fundadores, que plasmaron en un salón de Filadelfia una breve y fabulosa
Carta Magna.

Nos quedamos con su loable visión política, su amor a prueba de bombas
por Cuba y la capacidad de unir a los ególatras guerreros de nuestra
independencia.

Sus crónicas americanas, poesía modernista y su programa político son
una cátedra de estudio que un siglo después transciende. Despojar a
Martí y manipular su narrativa es casi una ciencia exacta para el
régimen. Fidel Castro ha transformado al Apóstol en un autentico
marketing político. Una marca registrada de la casa.

También algunos opositores lo monopolizan a placer. Las referencias
martianas, sacadas al bulto, son de uso obligado. Disidentes y
seguidores del Gobierno lo emplean como pie forzado para sustentar su
ideario político. Es el héroe de los dos bandos.

Lo mismo lo pueden citar en una lid de boxeo, la apertura de un festival
de cine, que en un simposio sobre flora y fauna. Si algo sobra en Cuba
son citas martianas.

Tanta letanía aburre a la generación del iphone y los videojuegos. Los
maestros emergentes no se han ocupado de bajar del pedestal a José
Martí. La imagen que tienen muchos adolescentes cubanos es la de un tipo
grave que nunca sonreía y vestía como funerario. Un prócer sin gancho.

Los jóvenes quieren conocer a un José Martí de carne y hueso. Como si
fuese su vecino del barrio. Un hombre adúltero en sus relaciones
amorosas y que bebía más ginebra del recomendable lo hace un héroe más
cercano.

Pero los medios del Gobierno siguen apostando por vendernos a un Martí
de atrezo. Infalible, antimperialista y perfecto. Cosa que no era.
Percibió las apetencias imperiales del naciente y pujante EEUU. Pero
también admiró sus raíces liberales y el juego democrático.

La falta más grave del régimen de Fidel Castro, intentando demostrar que
su revolución es la continuidad de la obra martiana, es alistarlo
coqueteando con la ideología marxista.

Lo manejan a conveniencia. Pero José Martí vislumbró el peligro que
engendraba la ideología del alemán Carlos Marx.

Me quedo con una cita: "Dos peligros tiene la idea socialista, como
tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas y
el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos de poder, que
para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener
hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados."

Traernos de vuelta a un José Martí creíble es la tarea de los que velan
por su obra. Sobre todo para convencer a la nueva generación que aquel
hombre formidable fue mucho más que un poeta o político vestido de luto
y mirada triste. Debemos rescatar al prócer.

Source: Rescatemos al prócer | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1431965832_14637.html

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