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Friday, May 22, 2015

Mujeres en la biblioteca

Mujeres en la biblioteca
[21-05-2015 22:34:45]
Yunia Figueredo
Coordinadora de la Biblioteca Comunitaria Jaimanitas

(www.miscelaneasdecuba.net).- A la Biblioteca Comunitaria ¨Juan
Francisco Manzano¨, de Jaimanitas, poblado del oeste habanero, vienen
casi a diario mujeres del barrio en busca de libros o periódicos para
informarse, ¨porque -según dicen en ocasiones-, en el diario Granma todo
es color de rosa¨. Una de ellas me dijo ayer: ¨No sé qué va a pasar en
un país donde no hay perspectivas de vida. No veo futuro por ningún lado¨.
¨Ahora el grito de la moda es ¡No hay agua!¨, exclama Marlem, ama de
casa de 30 años, con tres hijos y el esposo desempleado. ¨Me halo los
pelos cada vez que tengo que fregar y cocinar¨.

Jaimanitas se caracterizó siempre porque no faltaba el agua nunca, tal
vez por la cercanía con Punto Cero, donde vive Fidel Castro. El valor de
sus inmuebles era alto, entre otras cosas por la tranquilidad en que se
vivía al no faltar ese preciado líquido. Hace unos años comenzó a llegar
el agua sólo en días alternos y recientemente sólo un ¨hilito¨ por la noche.

La queja se ha llevado muchas veces al delegado del Poder Popular, pero
éste alega que la culpa es del encargado de abrir la llave, que no lo
hace correctamente. En el pueblo nadie sabe quién ese encargado, ni
dónde radica la famosa llave, tampoco si se ha amonestado alguna vez por
su mal trabajo.

Una señora de 68 años llamada Leonida, que vino ayer a la Biblioteca en
busca del periódico El Nuevo Herald, nos contó que permutó de Alamar
para Jaimanitas precisamente, por el problema del agua, ya que aquí no
faltaba. Ahora dice que resultó peor el remedio que la enfermedad.

¨Tengo que lavar de madrugada –alega-. Muchas veces no tengo ni una
gota para tomar y salgo a pedir un poquito a los vecinos. Este país es
una calamidad… un perfecto desastre…¨

Por la calle pasan dos mujeres cargadas de cubos, escobas, trapeadores
de piso, percheros, juguetes para niños. Llegan a la casa y me piden
agua para beber. Intrigadas, me preguntan por qué tengo tantos libros.
Son de las provincias orientales, de Santiago de Cuba. Muy entusiastas,
posan para mi cámara. Les pregunto si quieren decir algo para la prensa
independiente y responden: ¨Nada, que el mundo sepa que estamos en la
¨lucha¨, para sobrevivir, para alimentar a nuestra familia y que en un
día de venta, en la calle, ganamos lo que nuestros maridos ganan en un
mes de trabajo en la Empresa de Comunales ¨.

Ayer, varias madres que pasaron también por nuestra Biblioteca, se
quejaban de lo encarecida que está la merienda escolar. Su precio oscila
entre los 10 y 15 pesos diarios, multiplicado por 24 días de clases al
mes, resulta la mitad del salario promedio, solo en merienda. Y si hay
más de un muchacho en la casa, imagínese. Una de ellas dijo: ¨La comida
que dan en la escuela es pésima, casi siempre arroz, potaje de chícharos
y pan. Mis hijos ya han perdido el hábito de comer carne, porque en la
escuela no la ven. Cuando se la sirvo en el plato me preguntan
sorprendidos: ¿Mami, y esto?¨.

Las mujeres que vienen a la Biblioteca siempre señalan que a la
alimentación en casa, aunque mejor elaborada, sazonada, y con la
presencia de alguna proteína, cuando se puede, le faltan los vegetales
frescos, tan necesarios para la salud, algo casi imposible. Sus precios
son demasiado altos y casi siempre los venden mustios. Además, como en
Cuba desaparecieron durante muchos años, se ha perdido la costumbre de
llevarlos en forma de ensaladas a la mesa.

Mirtha, una Promotora Cultural que me apoya en las actividades de la
Biblioteca con los niños, nos dijo que en comida se va todo el dinero.

¨Desde hace tiempo –nos explica- no puedo comprarles a mis hijos medias
y calzoncillos. Los que tienen se les caen por la falta de elástico ni
medias. Me apena mucho verlos con las mismas medias viejas de siempre.
Tampoco puedo comprarles zapatos, ni siquiera chancletas. Todo es en
dinero cuc y eso no lo vemos nunca.

¨Ayer –continúa diciéndonos Mirtha- venía yo con mis hijos quejándome de
los basureros de las calles, la peste y los baches, y el menor me dijo:
Mami, no te preocupes, algún día estás calles estarán lindas y
perfumadas, tú verás....

¨¿Serán sueños de niño? Me dieron deseos de llorar ante su ingenuidad.
Sólo en sueños las calles de Cuba estarán lindas y perfumadas. La
realidad seguirá siendo la misma: Este pueblo se ha convertido en un
basurero.

Source: Mujeres en la biblioteca - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/555e41653a682e07c0bc440b#.VV82Gfmqqko

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