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Monday, May 04, 2015

La resignación en Cuba creó una sociedad de zombis anestesiados

La resignación en Cuba creó una sociedad de zombis anestesiados
Cincuenta y seis años de derechos coartados han propiciado un ciudadano
'rebelde' en las paradas de ómnibus y el sofá de su casa, pero obediente
a la hora de protestar públicamente
Iván García

Como el 1 de mayo en Cuba es un día feriado, Joanne, de 19 años, se puso
de acuerdo con un grupo de amigos para ir a una discoteca en El Vedado.

"Salimos pasadas las 10 de la noche y como no había transporte público,
cogimos un taxi colectivo, por pesos cubanos. Pero al regreso, al no
tener cuc [moneda cubana convertible] para un taxi por divisas, tuvimos
que caminar cinco kilómetros para llegar a nuestros hogares. Uno no
entiende por qué el Gobierno paraliza el servicio de guaguas. ¿Y si
alguien se enferma, desea visitar a un amigo o quiere divertirse? ¿Por
qué sutilmente obligan a la gente a quedarse en casa?, se pregunta la joven.

Yusmila, dependienta en un café por moneda dura, después de que cerca de
las once de la noche terminará su jornada, en un parque oscuro de la
Avenida Acosta, infructuosamente esperaba un ómnibus de la ruta P-3 que
la trasladara a su domicilio, en el reparto Alamar, al este de la ciudad.

"Después de gastar 40 pesos en taxi, llegué a mi casa a las dos de la
mañana. Y a las cuatro y media de la madrugada me tuve que despertar
para ir a la marcha del primero de mayo en la Plaza de la Revolución. En
todos los puntos de salida sobraban las guaguas", dice disgustada.

Cuando usted le pregunta, por qué ante tantas dificultades decidió
asistir, abre los ojos y señala: "Tú sabes, si uno no va se marca. Y
puedo perder mi plaza, pues estoy contratada".

El cubano de café sin leche, constantemente se queja en voz alta de lo
que considera 'abusos del poder estatal'. Es su válvula de escape. A
nadie se le ocurre enviar quejas masivas a instituciones
gubernamentales, armar un cacerolazo o convocar un paro laboral.

Cincuenta y seis años de derechos coartados han propiciado un ciudadano
'rebelde' en las paradas de ómnibus y el sofá de su casa, pero demasiado
obediente a la hora de quejarse ante los funcionarios o protestar
públicamente.

Existe miedo, apatía y desconfianza. La gente de a pie reconoce que nada
se va resolver armando un guirigay ante los burócratas del partido
comunista. Así muchos lo consideran.

En un mediodía de calor desquiciante, en la cola de una oficina de
correos, varias personas en voz alta comentaban sobre las
arbitrariedades del gobierno al situar un "gravamen criminal" a los
bultos postales enviados desde el exterior.

"Mi suegra me hizo llegar una caja de dos kilogramos con un vestido para
la graduación de sexto grado de mi hija, dos pares de zapatos y otras
boberías. Me cobraron 22 pesos convertibles, 550 pesos al cambio
oficial, el salario de un mes de un profesional. Uno se pregunta si los
dirigentes cubanos gobiernan para beneficiar al pueblo o para hacerlo
sufrir. De todos esos abusos, como prohibir las tiendas privadas, cines
3-D y aranceles draconianos no se puede culpar al 'bloqueo'. El
verdadero bloqueo, es el del gobierno hacia nosotros", señala molesta
una señora.

Cuando le digo que existe un grupo disidente recogiendo firmas para que
el Gobierno ratifique los Pactos de la ONU rubricados en 2008, y que de
aprobarse abrirían una puerta para empoderar al ciudadano común, la
mujer me mira como si yo fuese un marciano.

"Ni loca firmo. Una cosa es quejarse y otra enrolarse en la oposición.
Esa gente no va a resolver nada. Son tan víctimas como nosotros", responde.

Las sociedades totalitarias, a golpe de decretos y controles sociales,
engendran un ambiente de sospecha y temor. Pero desde hace un lustro, en
la Isla algunas reglas de juego han cambiado.

No he podido comprobar que a una persona la despidan de su puesto de
trabajo por no asistir a una marcha convocada por el régimen o no votar
en las elecciones municipales para elegir a inoperantes delegados.

Pero la simulación en Cuba sigue teniendo límites insospechados. En
pleno temporal, el pasado 29 de abril, donde los copiosos aguaceros
provocaron cientos de derrumbes en La Habana y tres personas
fallecieron, un vecino, residente en una casa a punto de desplomarse, me
contaba que no pudo dormir por temor a que el techo le cayese encima.

¿Y entonces por qué asististe al desfile del 1 de mayo en la Plaza, si
hace 23 años estás esperando por una vivienda y el Estado no te la ha
otorgado?, le pregunto.

"No sé. Pero si no voy, a lo mejor nunca me la darán", contesta en voz baja.

El analfabetismo jurídico y la resignación, ha convertido a una mayoría
de ciudadanos en peleles. Y ha contribuido a la creación de una sociedad
de zombis anestesiados.

Mientras el cubano de a pie siga viendo el juego desde las gradas, nada
va a cambiar. Los gobiernos se deben a su gente y no al revés. El cambio
somos nosotros mismos. Después de 56 años, ya deberíamos creérnoslo.

Source: La resignación en Cuba creó una sociedad de zombis anestesiados
:: Diario las Americas :: Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/4847_cuba/3083461_la-resignacion-en-cuba-creo-una-sociedad-de-zombis-anestesiados.html

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