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Wednesday, May 13, 2015

La reconversión de los diablos

La reconversión de los diablos
El castrismo perfuma de mirra e incienso su intransigente convicción
marxista
martes, mayo 12, 2015 | Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba. -El periódico Granma, órgano oficial del Partido
Comunista de Cuba (PCC), en su primera plana del día de ayer, lunes 11
de mayo de 2015, exhibió una fotografía del General-Presidente cubano
estrechando amigablemente la mano del Papa Francisco, en Ciudad
Vaticano. Veleidades de la política, que nos convencen de la capacidad
de supervivencia de la castrocracia, representada por otro sujeto
miembro del mismo régimen que en los años 70' y 80' hostigaba a los
religiosos, denostaba de los curas y marginaba a los creyentes. Ahora,
sin más, el castrismo perfuma de mirra e incienso su intransigente
convicción marxista, y casi cuesta creer que éste aparentemente
respetable octogenario que visita al Papa es uno de los jefes
guerrilleros de aquella revolución que fue anticlerical, antirreligiosa
y curiafóbica incluso antes de declararse marxista.

Mirando en retrospectiva, la guerra contra la fe religiosa en Cuba no
fue una simple razia momentánea, sino una política de estado sistemática
y permanente que legitimó la persecución o discriminación de los
individuos por cuestiones de credo religioso, mientras simultáneamente
se extendía esa otra religión impostada, el marxismo-leninismo, apoyada
por los petrorrublos del Kremlin.

Así, tal como en la época en que los cristianos se ocultaban en las
catacumbas romanas para celebrar los ritos sagrados, en los años de
cruenta doctrina sovietizante en Cuba muchos negaban públicamente su fe,
mientras acudían a hurtadillas a templos lo suficientemente distantes de
sus barrios como para no ser reconocidos y delatados por sus vecinos.
Eran los tiempos en que la fidelidad a Dios no solo era irreconciliable
con la militancia comunista, sino que constituía un serio obstáculo a
cualquier aspiración de superación estudiantil o laboral.

Esto, para solo aludir a los cristianos católicos. Ni qué mencionar el
martirio de los Testigos de Jehová, considerados la quintaesencia del
veneno ideológico que era preciso arrancar de raíz para salvaguardar la
revolución, y que, como tales, sufrieron la mayor saña del comisariado
bolchevique.

Con el final de la aventura comunista rusa en esta y en otras regiones
del Tercer Mundo, y con la pérdida de sus satélites europeos, terminó la
cruzada anti-religiosa en Cuba y se evidenció la capacidad camaleónica
del castrismo al hacerse realidad lo impensable: oficialmente quedó
establecido de la noche a la mañana que el marxismo no estaba reñido con
los credos religiosos.

Y entonces, con el entusiasmo infantil que caracteriza al pueblo cubano,
no solo los militantes comunistas desempolvaron las biblias, las viejas
imágenes de Cristo y todo el santoral católico, o lucieron los coloridos
collares y demás atributos de los orishas africanos, sino que muchos
religiosos que se habían mantenido fieles a su fe enfrentando
valientemente la persecución y el ostracismo, corrieron a hacerse
militantes comunistas. Porque, obviamente, siempre hay quienes no
alcanzan a ver la diferencia entre un sistema de credo y otro, entre un
dogma y otro: en definitiva, para algunos todo se resume en un ejercicio
de pura fe.

Charreteras y sotanas

Dice la voz popular que el cubano se acuerda de Santa Bárbara cuando
truena. La cúpula castrista no es la excepción. Por eso se han vuelto a
mezclar sin empaque charreteras castristas y sotanas católicas en las
alturas del poder.

El retorno de Dios a este purgatorio insular fue bendecido primeramente
en 1998, durante la visita del Santo Padre Juan Pablo II, y sin que
mediara ningún arrepentimiento ni acto de contrición por sus muchos
actos impíos, el Magno Orate, para entonces en activo, hizo retornar las
Navidades y villancicos proscritos durante décadas, y la Iglesia
católica comenzó a recuperar mayores espacios, aunque las libertades
cívicas para los cubanos no regresaron y la represión política se
mantuvo. A Dios rogando, y con el mazo dando, dice un refrán español.

Nunca el gobierno pidió perdón por los muchos actos de despojo a la
Iglesia ni hubo un desagravio a los religiosos, sacros o laicos, ricos o
humildes, pero –en justicia– tampoco los agraviados han exigido una
explicación oficial. Los corderos son para el sacrificio. Así, el
régimen auto-perdonó sus muchos pecados sin siquiera mencionarlos y sin
hacer penitencia alguna De momento, el Cardenal y la curia se hicieron
casi habituales en algunos actos públicos, e incluso –¡Oh, Marx,
levántate y contempla el sacrilegio! – los acontecimientos religiosos
más importantes comenzaron a ser transmitidos como buenos por la
televisión y fueron divulgados por la prensa, dizque "comunista".

La segunda visita papal a Cuba, cuando el 'difunto' Benedicto XVI nos
bendijo a todos, régimen incluido, fue la consagración de la simbiosis
entre marxismo y cristianismo. Hacía tiempo los manuales que consultan
los estudiantes no repetían que "la religión es el opio de los pueblos",
que tanto proclamaban antaño nuestros obligatorios libros de texto.

Y, como si la mano de Dios hubiese puesto esta Isla al revés, los otrora
furibundos guerrilleros y sus comparsas han comenzado a asistir a actos
religiosos y hasta aceptan (o buscan) la mediación piadosa de la Iglesia
y del alto clero, antes despojado y humillado por la arrogancia de una
revolución que se proclamó comunista, para resolver algunos incómodos
asuntillos domésticos –como aquel de los Prisioneros de la Primavera
Negra que era menester liberar sin que pareciese una derrota de la
revolución– o más recientemente para reconciliarse con su más acérrimo
enemigo, "el imperialismo yanqui", a fin que este les ayude a
prolongarse otro poco más de tiempo en el poder, mientras permanezcan en
este vulgar mundo terrenal.

Ahora, con la visita del demonio menor al Vaticano, ha trascendido que
el General-Presidente y el Papa Francisco se bendicen mutuamente a
través de sus oraciones, y resalta por grotesco solo imaginar un Castro
rezando. Pero así de magnánima es la Iglesia de Dios. En todo caso,
puede que nada de esto resulte sincero, pero al menos todo luce muy
bonito y conmovedor, igualito que en las mejores telenovelas que tanto
público concitan.

Dicen los creyentes que Dios obra de maneras misteriosas, y debe ser
cierto. Porque, sin que sepamos cómo, parece haberse producido el
milagro de la reconversión de los diablos del palacio de la revolución
en amorosos corderos de Cristo y ahora mismo ellos parecen estar más
cerca del Señor que los millones de cubanos que siguen sufriendo una
vida de carencias materiales y ausencia de libertades. A este paso, va y
hasta llega el día en que los cubanos del futuro asistan a la
canonización de estos viejos de tunantes verde olivo. Y ese sería
proclamado, sin dudas, otro resonante logro de la revolución. Después de
todo, quizás en verdad sea solo una cuestión de fe.

Source: La reconversión de los diablos | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/la-reconversion-de-los-diablos/

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