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Friday, May 15, 2015

Guantánamo - ¿la última joya de la corona en las conversaciones Cuba-EEUU?

Guantánamo: ¿la última joya de la corona en las conversaciones Cuba-EEUU?
Si bien el gobierno cubano continúa reclamando la devolución de la base,
de momento el principal cambio se reduce a la posibilidad de entrada de
frutas frescas en la instalación
Redacción CE, Madrid | 14/05/2015 1:56 pm

El deshielo entre Cuba y Estados Unidos no solo se lleva a cabo en La
Habana y Washington, también pasa por la Base Naval de Guantánamo.
Reliquia de la Guerra Fría; refugio de miles de balseros; prisión de
infame fama en todo el mundo, donde sospechosos de terrorismo continúan
detenidos sin encauzamiento y juicio ni a la vista ni en el futuro;
centro estratégico en la lucha contra el narcotráfico: todo eso y mucho
más es esa instalación que ha vuelto a los titulares —en realidad nunca
los ha abandonado— tras el anuncio de las conversaciones entre los dos
países rivales.
Por lo pronto, al parecer en las encuentros a puerta cerrada sobre el
reinicio de vínculos diplomáticos no se habla de Guantánamo. Así lo ha
impuesto Washington. Sin embargo, en las declaraciones públicas de los
funcionarios cubanos —incluso del gobernante Raúl Castro— nunca deja de
mencionarse Guantánamo, con una insistencia que obliga a pensar que con
más prisa o menos pausa, al igual que ocurre con el destino de la Isla,
la hora del cambio comienza a tocar en la cerca alambrada de la base más
antigua de la Marina estadounidense en el extranjero.
Guantánamo es además una suma de contrastes. Un reportaje del diario
español El País destaca algunos de ellos.
Tras la llegada, a los militares estadounidenses les resulta fácil
sentirse en casa: pagan en dólares, comen en los habituales locales de
comida rápida, compran en supermercados con los mismos productos que en
Estados Unidos, ven la televisión de su país y se mueven en autobuses
escolares amarillos.
Pero con el tiempo, surgen inconvenientes: la velocidad de Internet es
desesperante; si quieren recibir un envío desde EEUU necesitan dinero y
paciencia, y determinados alimentos dejan de golpe de estar disponibles.
Y, sobre todo, constatan una diferencia vital respecto a cualquier otra
instalación militar: no pueden salir de ella. No hay otra base
estadounidense en igual situación, en que el personal no pueda salir de
la instalación, pese a que algunas de ellas se encuentran en lugares
extremadamente peligrosos.
Los 28 kilómetros de frontera de la base, que cuenta con un territorio
de 116 kilómetros cuadrados, están delimitados por dos hileras de vallas
de tres metros de altura. Entre ambas, un terreno neutral repleto de
minas antipersona y cactus. A lo largo de la frontera en este paisaje
seco y montañoso sobresalen torres de vigilancia de unos ocho metros de
altura. Jóvenes marines armados están en alerta continua. Se ven aviones
norteamericanos vigilando las aguas turquesas del mar Caribe.
Pero todo este imponente despliegue contrasta con un hecho que ha
continuado sin cambio a lo largo de décadas: la amenaza de seguridad es
ínfima. No se recuerda ningún incidente relevante desde que la base se
estableció en 1903. El único acontecimiento "notable", aunque de
naturaleza conocida, es quizá la llegada de dos o tres cubanos al mes,
que solicitan asilo.
Hasta 1934, el coste anual del alquiler era de 2.000 monedas de oro.
Desde entonces, es de $4.085. Los cheques se mandan por correo, pero
Cuba nunca los ha cobrado.
EEUU volvió a descartar en enero cualquier retorno de la base, al alegar
que el tratado de alquiler determina que solo deja de ser permanente si
hay un acuerdo mutuo.
Guantánamo es un ejemplo de cooperación militar con un enemigo: desde
principios de los años noventa se celebra una reunión mensual del
comandante de la base con el responsable fronterizo cubano y desde hace
siete años se efectúan anualmente ejercicios de emergencia conjuntos.
Atrás quedó la tensión de los años cincuenta y sesenta, cuando Cuba
cortó el suministro de agua a la base (ahora es autosuficiente) y sus
soldados lanzaban piedras al tejado de la casa en que dormían los
marines en la frontera para arruinarles el sueño.
En la actualidad en la base residen unas 6.000 personas. En 1959 hasta
3.000 cubanos entraban cada día a trabajar. Pero ese mismo año, tras el
inicio de la escalada de las tensiones con el régimen de Fidel Castro al
poder, EE UU no contrató a más cubanos. Los sustituyeron contratistas
jamaicanos y filipinos. Los cubanos que ya trabajaban en Guantánamo
pudieron seguir entrando y saliendo. Los últimos dos se jubilaron en
2012. Otros 350 empleados pidieron asilo en la base. Hoy solo quedan 28,
que están retirados. Viven en una zona especial en pequeñas casas de
colores.
El único contacto de los habitantes de la base con Cuba es a través de
las emisoras cubanas que se pueden escuchar en las instalaciones. En
cambio, las ondas de Radio GTMO, la emisora de la base, no salen del
perímetro militar. En sus estudios, venden desde hace 15 años camisetas
y muñecos que rezan: "Rockeando en el patio trasero de Fidel [Castro]".
Las frutas y verduras llegan a la base directamente desde EEUU. Se
transportan en un vuelo semanal, pero una vez allí apenas sirven un par
de días.
El resto de suministros llegan en un buque cada tres semanas, lo que
condiciona decisiones: el pub irlandés de Guantánamo tiene en el menú
menos platos cuando se acerca la llegada del barco y hay un activo
mercado de venta de coches usados. Traer un coche en barco cuesta unos
$5.000. Al ser tan caro, los militares que se marchan los revenden en la
base por la mitad. Para ahorrar, se suelen comprar entre amigos. Y por
el elevado precio y el acceso limitado a piezas de recambio, se escatima
en reparaciones: en un vehículo gris, la puerta puede ser azul y cada
rueda distinta.
Tras el anuncio en diciembre del restablecimiento de las relaciones
entre Cuba y EEUU, oficialmente se ha impuesto la cautela.
"Nada ha cambiado para nosotros", dice la portavoz de la base, Kelly
Wirfel, en una entrevista con un pequeño grupo de periodistas que visitó
Guantánamo la última semana de abril.
Wirfel admite que la normalización ha abierto una nueva era, que si se
consolida acabará repercutiendo en la envejecida instalación. La
incógnita es cuándo: "Podría ser en dos años o en 20, quién sabe",
esgrime. "Nos beneficiaríamos de sus bienes. La mayor ventaja sería en
fruta y verdura fresca".

Source: Guantánamo: ¿la última joya de la corona en las conversaciones
Cuba-EEUU? - Noticias - Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/guantanamo-la-ultima-joya-de-la-corona-en-las-conversaciones-cuba-eeuu-322807

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