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Monday, May 18, 2015

En Cuba se roban hasta las estatuas

En Cuba se roban hasta las estatuas
"¿Cuánto te cuesta un buen trozo de mármol? No mucho, casi nada, pero te
sale más barato si vas al monumento tal o mas cual y te llevas un pedazo"
lunes, mayo 18, 2015 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba. -Un pedestal vacío y sin tarja en un pequeño parque en
las intersecciones de las calles G y Línea en El Vedado alguna vez
sostuvo una réplica de una famosa estatua de Johann Strauss, que fuera
donada a Cuba en 2002 por autoridades austríacas. El regalo desapareció
casualmente en un momento en que a las instituciones culturales cubanas
les estaba prohibido cursar invitaciones a diplomáticos de la Unión Europea.

A unos escasos metros del lugar, en otro parque, aún permanecen los
restos de lo que fuera un busto del fundador de la República de Turquía,
Mustafa Kemal Atatürk. Ambos monumentos pasaron a integrar la casi
interminable lista de saqueos que incluye desde el ya rutinario robo de
las gafas de la escultura habanera de John Lennon hasta la desaparición
de una buena parte de un brazo de la efigie de Salvador Allende en la
Avenida de los Presidentes.

Con la excepción de aquellas obras emplazadas en zonas fuertemente
custodiadas, la mayoría de las piezas o conjuntos escultóricos de Cuba
se encuentra amenazada por actitudes rapaces ligadas a estrategias de
supervivencia, por una parte, y, por otra, a expresiones de
indiferencia, protesta o de reafirmación de las individualidades en un
ambiente político opresivo.

La mutilación de piezas de bronce, la sustracción de bustos completos,
tarjas y revestimientos de mármol incluso de las tumbas en nuestros
cementerios son, para algunos, simples acciones de bandidaje, pero para
otros, son los efectos de la existencia de un mercado negro ya no solo
para coleccionistas caprichosos sino, mayoritariamente, para quienes
dependen de la obtención de materias primas imprescindibles para sus
oficios.

Como afirma Alexei Peraza, un cuentapropista recolector de chatarras y
otros objetos reciclables, "un saco de latas de cerveza [vacías] vale
unos pesitos y cuesta un día de trabajo reunirlo; una pieza de bronce o
tan solo un buen pedazo que cualquiera arranca por ahí sin mucho
esfuerzo, vale mucho más, solo hay que saber a quién vendérselo".

En ese mismo sentido, sobre la "naturaleza práctica" de algunas de estas
acciones, apuntan los comentarios de Freddy Ortiz, un experimentado
artesano habanero:

"Yo nunca he trabajado los metales, lo mío es el vidrio, los caracoles y
esas cositas que no dan mucho dolor de cabeza, pero tengo amigos que sí
y, ¿de dónde crees que a veces obtienen la materia prima? Todo eso que
se ha perdido por ahí, nadie lo va a encontrar jamás. Ha sido convertido
en lamparitas, colgantes, portarretratos, lo que sea. No te digo que
haya un loco que lo haga por joder, como lo que pasa con los espejuelos
de John Lennon, pero cuando se llevan la cabeza de un tipo que nadie
conoce, eso no es para ponerlo de adorno ni para vendérselo a un turista
que sabe que no podrá salir del país si lo atrapan, eso es para fundirlo
y pasarlo a 'mejor vida'. […] Si se llevan las ofrendas florales que
ponen en el Parque Maceo y las coronas de los cementerios para después
revenderlas hechas ramitos, ¿cómo no se van a llevar lo demás?".

Para Ibrahim Lambert, un joven escultor y artesano, es difícil acabar
con el vandalismo en una sociedad que fue entrenada para destruirlo
todo: "La cosa es compleja si la ves desde nuestra idiosincrasia pero
también muy sencilla si la miras desde la realidad concreta. Al cubano
no hay que darle un pretexto para que destruya cualquier cosa. Fíjate en
la estatua de Estrada Palma, la arrancaron de cuajo antes del 59, y ya
con la revolución fue el desenfreno total. Por otro lado, el Estado no
te vende esos materiales tan costosos ni te deja entrarlos por
cantidades, entonces hay que salir a buscarlos del modo más económico.
El bronce, la plata, el oro eso sí es caro y hasta uno pudiera entender
que se roben los bustos feos de esos tipos que nada tienen que ver con
nosotros pero ¿cuánto te cuesta un buen trozo de mármol? No mucho, casi
nada, pero te sale más barato si vas al monumento tal o mas cual y te
llevas un pedazo. Después haces diez ceniceros, los vendes y es ganancia
neta. La gente se ha acostumbrado a robar porque lo que dicen que es de
todos, entonces no es de nadie. Eso lo da la necesidad y la falta de
cultura. Al final todo conspira para que lo hagas porque a nadie le
interesa. Y, para colmo, siempre enseñaron a destruir".

Uno de los complejos escultóricos más polémicos de la isla es una obra
que pertenece al artista italiano Giovanni Nicolini. El gigantesco
monumento, emplazado en el Vedado en la década de los años 30, con
dinero que aportaron los pobladores de la ciudad, está dedicado a José
Miguel Gómez, segundo presidente de Cuba y figura fundamental de la
Guerra Independentista.

Muchos ignoran quién fue este personaje, repudiado por su
responsabilidad directa en la masacre racista durante el levantamiento
armado de los Independientes de Color, sin embargo, el vandalismo contra
la obra no es el resultado del rechazo popular sino parte de ese proceso
de desmemoria, inducido desde el poder, que amenaza con liquidar todo
cuanto precede al año 1959 o que no rinde homenaje al régimen.

Para la mayoría de los transeúntes, el lugar no guarda relación alguna
con el pasado de la nación sino con necesidades más imperiosas. En las
inmediaciones hay varias paradas de ómnibus y las personas que esperan
usan las instalaciones como baños públicos. Por las noches es una de las
zonas de encuentros sexuales fortuitos más populares de La Habana. Al
caer el sol, no es recomendable transitar por el lugar, escenario de
violentos asaltos. Tampoco es aconsejable pasar mucho tiempo a resguardo
de sus techos a punto de precipitarse.

El fenómeno del vandalismo es visto por algunos como acciones en cierto
modo alentadas por ese discurso oficial que intentaba echar tierra sobre
aquellos episodios históricos o expresiones artísticas o religiosas que
no contribuían a la legitimización del proceso político posterior a 1959.

Acciones destructivas contra iglesias, templos u obras tachadas de
"burguesas" se sucedieron a lo largo de los años 60, 70 y 80 del siglo
pasado, de modo que las obras de restauración emprendidas en los 90 y en
la actualidad se han visto afectadas por el arraigo de la indolencia y
la pérdida de valores, por la desmemoria.

Odelín Pedroso, pastor bautista y vecino del Vedado, rememora los años
en que entrar a una iglesia e incluso aproximarse a una, era un delito
muy grave:

"Ir a la iglesia era contrarrevolución, así que muchos entusiastas iban
y pintaban las paredes, tiraban piedras, rompían cristales, eso era
normal. Nadie iba al Cristo de Casablanca. Eso estaba abandonado, lleno
de hierbas, después incluso vendieron cerveza y ron a los pies de la
estatua y eso siempre estaba lleno de borrachos y de parejitas haciendo
de las suyas. A la gente les inculcaron el irrespeto, todo eso estaba
lleno de garabatos y de frases obscenas. Si no era una estatua de Martí
o de Maceo, nadie se preocupaba por protegerla. Todo cayó en el olvido.
No sé ni cuántas esculturas que eran obras de arte desaparecieron y las
que quedaron se convirtieron en un verdadero desastre. Están ahí pero
nadie sabe nada de ellas. (…) En las escuelas te hablan del monumento al
Che, del mausoleo a los mártires del Moncada, de Celia Sánchez pero no
dicen nada de los demás, es como si no hubieran existido, pero están
allí, y la gente tiene que saber quiénes son aunque hayan sido lo peor.
Si no hay memoria, sea buena o mala, no hay país".

Source: En Cuba se roban hasta las estatuas | Cubanet -
http://www.cubanet.org/actualidad-destacados/en-cuba-se-roban-hasta-las-estatuas/

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