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Monday, May 11, 2015

A Dios rogando y con el mazo dando

A Dios rogando y con el mazo dando
La parábola del hijo pródigo en versión castrista
Alejandro Armengol, Miami | 11/05/2015 2:04 pm

Las palabras del gobernante cubano en el Vaticano tienen un significado
muy preciso: en lo adelante y sobre todo después de la anunciada visita
del papa Francisco este año a la Isla la Iglesia Católica verá ampliada
su esfera de acción, en cuanto a misión evangelizadora. Pero deducir de
ellas una mayor apertura en lo social y político resulta una apuesta muy
arriesgada.
Tras una audiencia privada con el Sumo Pontífice, Castro declaró en
conferencia de prensa que quedó "muy impresionado por su sabiduría, su
modestia, y todas sus virtudes que conocemos que tiene". Y remató: "Como
el Papa siga así, yo vuelvo a rezar y a la Iglesia. ¡Y no es broma!".
Contrario a lo que viene ocurriendo en el diálogo iniciado con
Washington, el régimen de La Habana sí le ha hecho concesiones a la
Iglesia. Claro que dichas concesiones no son más que el levantamiento de
restricciones y el fin de un clima de hostilidad mantenido por décadas.
Sin embargo, la Iglesia Católica todavía tiene por delante un largo
camino a recorrer, para lograr disfrutar de condiciones al menos
cercanas a las que disfrutaba antes del primero de enero de 1959. Es por
ello que desde hace tiempo dedica todos sus esfuerzos para que la
cordialidad trascienda los mensajes y se convierta en hechos concretos.
Uno de los avances que es posible consiga Francisco es el permiso para
establecer emisora radial propia, o incluso quizá un canal de
televisión. La enseñanza privada en colegios religiosos es aún mi pronto
para ser aprobada, pero dentro del terreno de las especulaciones cabe la
posibilidad de la realización de seminarios en centros universitarios.
Por otra parte, la edificación de nuevos templos —ya hay dos en
construcción— casi se puede dar por descontado.
Conjeturas a un lado, la Iglesia obtendrá avances para promover su labor
evangelizadora, que es su objetivo fundamental, y tendrá un papel mayor
como interlocutor con el gobierno. Es en este sentido que en cierta
medida contribuirá a la defensa de los derechos humanos —o de algunos
derechos humanos, los acorde con su credo, es mejor enfatizar—, pero no
mucho más.
No hay que menospreciar la labor desempeña por la Iglesia en la
liberación de presos políticos en Cuba, aunque más allá de esta labor
meritoria tampoco ha hecho mucho y no se le puede pedir que lo haga, por
dos razones fundamentales.
La primera porque el principio de acción que la rige es la cautela y no
el desafío.
La segunda viene dada por el simple hecho de que la Iglesia Católica no
es una institución democrática, nunca lo ha sido ni pretende serlo.
En esa rara mezcla de Estado soberano y sede ideológica que es el
Vaticano no hay mucho campo para las libertades individuales, más allá
de la doctrina, pero no la práctica, del principio del libre albedrío.
Así que si Francisco puede desempeñar un papel en la transformación de
la sociedad cubana es precisamente porque el propio régimen se siente a
gusto con dicho papel. Ello no le resta méritos, simplemente define
términos.
Más allá de puntos de contactos en una supuesta filosofía social —que el
régimen no practica y la Iglesia solo en ocasiones—, la crítica común al
neoliberalismo solo sirve para realzar similitudes oportunas, un poco al
igual que en lo anecdótico se repite ahora la enseñanza recibida por los
Castro de manos de los jesuitas. Si de algo sirve ese acomodo jesuítico
que oportunamente ha salido a relucir —en primer lugar por el propio
gobernante cubano— no es para definir vocaciones sino para enfatizar una
actitud pragmática, acorde con los tiempos.
Por lo demás, el encuentro con el Papa no debe eclipsar el viaje de
Castro en su conjunto, y dentro de este recorrido la parada fundamental
fue Moscú, no el Vaticano.
Raúl Castro no fue a Moscú solo a participar en un desfile militar para
conmemorar el 70 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la
Segunda Guerra Mundial. Fue a estrechar aún más las relaciones con Rusia.
Castro, reforzar en el plano económico la alianza estratégica con Rusia
tras el inicio del proceso de deshielo con Estados Unidos. Todo es parte
del mismo "juego de tronos": Vladimir Putin y Castro aprovecharon un
hecho del pasado para reforzar una alianza presente, y además reafirmar
que las conversaciones entre Washington y La Habana no desvían un ápice
el propósito enfatizado por el presidente ruso durante el último
encuentro en la Isla, en 2014, cuando calificó de "estratégicas" las
relaciones entre los antiguos socios comunistas.
Tampoco se aparta de ese camino que la delegación cubana a Rusia
incluyera al ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, general
del cuerpo de ejército Leopoldo Cintra Frías, y que Castro viajara
acompañado de su hijo.
Por supuesto que la visita a Moscú no fue solo de índole militar, sino
proyectos comerciales, energéticos y en general vinculados con la
economía y las finanzas, pero el fundamento de tales planes contempla no
solo una alianza entre las dos naciones, sino una esencia militar de
propósitos.
"La asistencia de Castro a la parada demuestra que, pese a los intentos
de EEUU de normalizar las relaciones con Cuba, la prioridad estratégica
para La Habana sigue siendo Rusia", aseguró a la agencia Efe Leonid
Ivashov, antiguo general soviético y jefe de la Academia de Asuntos
Geopolíticos de Rusia.
En su opinión, Cuba "es la plataforma" desde la que Rusia ampliará la
cooperación en América Latina, desde los países bolivarianos —Venezuela,
Bolivia, Ecuador y Nicaragua— hasta Brasil o Argentina.
Si bien tanto China como Rusia contemplan la fortaleza militar como eje
fundamental en sus planes de avance y desarrollo, Moscú no solo prioriza
el aspecto bélico sino se mantiene fiel a una concepción propia de la
Guerra Fría, en su ideal de expansión territorial: Putin quiere volver a
la vieja época imperial, no importa que ahora el imperio sea simplemente
ruso y no soviético.
El reforzamiento de los vínculos políticos de Rusia con Latinoamericana
y la posibilidad de plantarse de cara a EEUU, en las propias fronteras
estadounidenses, lleva también —como soporte— la ampliación de la
presencia militar rusa en la región. Y aquí Cuba es la pieza fundamental.
Buques de guerra rusos visitan con frecuencia La Habana, una nave espía
de ese país viajó a la capital cubana el pasado año; en varias ocasiones
Moscú ha mencionado su intención de establecer bases militares en
territorio cubano.
El alarde bélico del desfile en la Plaza Roja, con la exhibición de
nueva y poderosas armas para cualquier ofensiva terrestre —como la
plataforma universal de combate "Armata" y los tanques de nueva
generación— son una muestra de ello.
El tanque T-14 Armata es un buen ejemplo de la rápida modernización de
las fuerzas armadas rusas. No todos los días los ejércitos lanzan una
nueva línea de tanques. El tanque alemán Leopard-2 fue desarrollado hace
35 años, al igual que los estadounidenses M1 Abrams. Las versiones
actuales tienen muchas mejoras, pero las características básicas no
difieren mucho de las originales.
Los rusos están renovando completamente su material bélico, una clara
indicación de que se preparan cada vez más para la guerra, y Cuba forma
parte de esa ecuación.
Frente a estos hechos, no hay que esperar demasiado del efecto catalizar
del papa Francisco en la ya desde antes florecientes relaciones entre La
Habana y el Vaticano, Porque también desde hace mucho tiempo se sabe la
respuesta a la pregunta de "¿con cuántas divisiones cuenta el Papa?".

Source: A Dios rogando y con el mazo dando - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/a-dios-rogando-y-con-el-mazo-dando-322775

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