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Friday, March 20, 2015

S.O.S. consultorios médicos de Alamar

S.O.S. consultorios médicos de Alamar
ADRIANA ZAMORA | La Habana | 20 Mar 2015 - 10:01 am.

Derruidos, abandonados, los consultorios de los médicos de familia son
un retrato de cómo anda la Salud Pública cubana.

Después de tres décadas de uso, los consultorios médicos de la familia
están colapsando definitivamente en Alamar.

El programa del Médico de la Familia fue creado para acercar la atención
primaria a la población, dándole la posibilidad de tener a un doctor que
conozca a sus pacientes de cerca y que se responsabilice por su estado
de salud permanentemente.

En el habanero reparto Alamar se construyeron pequeñas casas biplanta
para albergar en el primer piso el consultorio, y la vivienda del médico
en el segundo. Esto ocurrió en los años 80. Desde entonces, los
inmuebles han corrido la misma suerte que todas las edificaciones
cubanas que no reportan beneficios económicos: abandonados, despintados,
nunca reparados, sobreviven hasta el día en que caigan sobre sí mismos.

Hace ya años se pueden encontrar en Alamar consultorios abandonados. Las
sombrías casitas permanecen cercadas con pedazos de planchas de metal,
plantas espinosas y herrumbrosos trozos de cercas peerles. Nadie sabe de
qué los quieren proteger, porque las puertas y ventanas, muebles de baño
y hasta los azulejos han sido saqueados desde tiempo atrás.

Aunque algunos conservan la función de viviendas de médicos en el piso
superior, la planta baja lo mismo ha devenido urinario público que
vivienda de animales o incluso jardín botánico, donde plantas varias
crecen en el exterior y los helechos cuelgan de sus húmedas paredes
interiores.

Es cierto que la inestabilidad abunda en el servicio de los médicos de
la familia en Alamar. Es común que los doctores se vayan a cumplir
misión en el extranjero y las autoridades envíen a médicos desconocidos
a atender a la población, o que simplemente lo dejen vacío. Pero aún sin
ese particular, el municipio de Salud Pública suele mover a sus médicos
constantemente, con las más peregrinas justificaciones. Una consulta
puede tener un promedio de tres médicos por año, asegurando que no se
cumplan nunca los presupuestos de un programa que suponía el
conocimiento a fondo de los pacientes por parte de los doctores.

Aquellos médicos que se han quedado en sus puestos, los que por una
razón u otra han preferido cumplir su misión en la Isla y no fuera de
ella, viven y trabajan en las peores condiciones en Alamar. Las casas no
son suyas, sino medios básicos pertenecientes al Ministerio de Salud
Pública. Esto imposibilita cualquier reparación o modificación privada
de la vivienda. Si sus habitantes recibieran permiso para repararlas,
tendrían que pagar de su bolsillo las obras a riesgo de tener que irse
después. Algunos han logrado cambiar ventanas o alguna otra reparación
pequeña, pero los materiales que Salud Pública les ha podido facilitar
han sido escasos y en mal estado. La mano de obra corre por cuenta de
médicos y pacientes.

El local de la consulta es un espacio aún más golpeado. La mayoría no
cuenta con empleados de limpieza, así que no es extraño ver a una
doctora trapeando el piso antes o después de la consulta. El esmero de
las enfermeras logra quitarle sordidez a los recibidores con murales,
plantas ornamentales y manteles, pero no alcanza a ocultar los muebles
de pino de hace treinta años, descascarados y llenos de comején. Las
filtraciones están a la orden del día en la mayoría de las consultas. Un
médico puede trabajar con una gotera permanente encima de su buró o
puede correr los muebles infinitamente huyéndole a la humedad.

Salud Pública, uno de los ministerios que más divisas ingresa al país
con su exportación de recursos humanos, no cuenta con el presupuesto
para arreglar estos despropósitos, ni siquiera para abastecer
regularmente de papel y bolígrafos a las consultas, que estarían
perdidas si no fuera por la voluntad de los pacientes.

"¿Dónde meten todo el dinero?", se pregunta Nereida, una paciente
alamareña cuyo consultorio acaba de cerrar a causa de las filtraciones.
"Mi doctora quiere seguir trabajando, y yo pongo la consulta en la sala
de mi casa si es necesario para ayudarla, pero ¿dónde está Salud
Pública? ¿Qué piensan hacer por nosotros? En el policlínico hay un
cartel que dice que 'en Cuba la salud es gratuita, pero cuesta'. Bueno,
aquí lo que les cuesta es el salario de la doctora y la enfermera,
porque en más nada se gastan un quilo."

Nereida, quien hace las preguntas, es solo una, pero muchos pacientes
más merecen escuchar las mismas respuestas.

Source: S.O.S. consultorios médicos de Alamar | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1426842074_13505.html

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