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Thursday, March 12, 2015

Por qué triunfó el comunismo en Cuba? (III)

¿Por qué triunfó el comunismo en Cuba? (III)
marzo 11, 2015 11:51 am·

Cuba actualidad, Miami, USA, (PD) ¿Qué es dictadura? ¿Qué es tiranía?
¿Qué es despotismo? ¿Hubo en Cuba durante la década de los 50 una
situación que teórica o factualmente merezca cualquiera de esos nombres?

Obviamente no. Veamos.

Dictadura es la concentración, en bien o en mal, de todos los poderes.
¿Tal era el caso en Cuba? Honestamente, no.

El Congreso ejercía sus funciones con independencia del Poder Ejecutivo
y de la judicatura, con una representación oposicionista pequeña debido
al retraimiento grausista en las elecciones, pero cumplió sus deberes
con inteligencia y valor. En oportunidades diversas, leyes-decretos,
aprobados por el Consejo de Ministros durante etapas de suspensión de
garantías constitucionales y en receso el Poder Legislativo, fueron
derogadas por éste al reanudar sus actividades.

El Poder Judicial (cuya independencia es suficiente para asegurar el
carácter democrático de cualquier régimen) hubo de desenvolverse sin
interferencia alguna, no obstante que su lenidad para con los
terroristas constituía un estímulo a la sedición. ¿No se dictaron autos
de procesamiento contra algunos miembros de la policía y del ejército
por supuestos delitos cometidos al calor de la guerra civil? En ningún
momento la estructura gubernamental, la "dictadura", infringió la
independencia del Poder Judicial.

No sólo los tres poderes del Estado eran interdependientes, sino que se
desglosaron funciones del Poder Ejecutivo y se los adscribió a numerosos
organismos autónomos y paraestatales cuya dirección y funcionamiento
estaban a cargo de personas no vinculadas al gobierno.

Tiranía y despotismo poseen como elemento tipificador –adicional al de
la dictadura- el ejercicio injusto, abusivo, anonadante de esos poderes.

Contestemos con algunas interrogantes. ¿Por qué sobrevivieron Fidel y
Raúl Castro del asalto al Cuartel Moncada? ¿Por qué fueron excarcelados
mucho antes de cumplir la sanción que le impusieron tribunales
ordinarios? ¿Por qué la revista "Bohemia", órgano del fidelismo, y
otros, disfrutaron de las ventajas ofrecidas por bancos paraestatales
creados por la "tiranía"? ¿Por qué la generalidad de los dirigentes
terroristas y conspiradores claves que estuvieron en poder de la policía
sobrevivieron a la "brutalidad" de ésta? ¿Por qué algunas entidades y
empresas no fueron objeto de ataques o desaparecieron en aquella época a
pesar de la ayuda notoria que prestaban al castrismo? ¿Por qué líderes
oposicionistas recibían en el exilio las caudalosas rentas de sus
propiedades? ¿Por qué periódicos, revistas, estaciones de radio y de
televisión que alentaban la guerra civil no fueron allanados y
destruidos sus maquinarias y mobiliario?

Cualquiera que sea la respuesta, tendrá que aparecer en ella un
elemento: la falta absoluta de crueldad, de prepotencia y de abuso por
el gobierno existente. ¿Dónde está, pues, el dictador o el tirano?

La acusación de crueldad atribuida a la fuerza pública es la que más
daño hizo ante la opinión pública internacional. Es, sin embargo, la más
infame e infundada. La represión de los cuerpos policíacos fue una
respuesta y rara vez se practicó descaminadamente.

Aun así, como un exponente de que ni el ardor de la lucha ni la
conciencia de que estaba en juego la vida, deshumanizaron la actuación
del gobierno, ya que muchos pudieran confeccionar una extensa lista con
los individuos a quienes protegió, escondiéndolos y atendiéndolos en sus
casas, consiguiendo su excarcelación, facilitando su salida del
territorio nacional, mientras que se mantenían a sus familiares en las
posiciones públicas.

No puede aceptarse que la policía castigara con la muerte a quien
produce la muerte indiscriminada con un aparato explosivo, pero no puede
aceptarse tampoco que mientras se condene la acción policiaca, se
cohoneste y aplauda la del terrorista. No puede aceptarse moralmente que
el mayor número de víctimas producidas por un "revolucionario" merezca
un alto grado en la jerarquía rebelde y que igual acción realizada por
un miembro la fuerza pública merezca el pelotón de fusilamiento.

Ilustres representativos del clero y otros de "exquisita" sensibilidad,
encontraron aceptables los continuos ataques a la vida, a la paz, al
orden, a la religión, a la libre determinación ciudadana, a la
propiedad, a la cultura, al progreso económico y social, participaron de
esas transgresiones y, tergiversando su sentido, convirtieron el crimen
en actos heroicos y a los criminales en héroes.

Muchos ejemplos podrían citarse. La explosión de un polvorín "rebelde"
destruyó considerablemente la Ermita de la Virgen de la Caridad del
Cobre que el gobierno apresuradamente reparó. Antes y después de
aquello, el santuario servía de cuartel general del castrismo.

Cuando el Cardenal Arteaga intervino en la guerra civil buscando un
arreglo fraternal, todos los grupos políticos acogieron favorablemente
la iniciativa, salvo Fidel Castro, que la repudió insolentemente. No
obstante, prelados y feligreses consideraron como una colaboración con
la "dictadura" la noble gestión de Su Eminencia y se solidarizaron con
el brulote fidelista, continuando su apoyo al barbudo de la Sierra.

Un simple sacerdote que decía misas en la iglesia de la calle Salud, en
La Habana, era ayudado económicamente de forma continua por la Primera
Dama. En ocasiones, cuando ésta rezaba en ese sagrado recinto,
acompañada por un grupo de amigas, los rebeldes introducían y escondían
armas en la iglesia con conocimiento y aprobación del sacerdote. Al ser
esto reportado, se ordenó no se hiciera nada contra el prelado. Una
razón del rápido ascenso a Obispo de éste sacerdote, se debió a su
relación e influencia con Castro.

A pesar de las experiencias vividas en Cuba, éste obispo, el 19 de
noviembre de 1961, prestó nuevamente un gran servicio al
castro-comunismo, al dar una conferencia en el Palacio de la Música en
Barcelona en donde habló como un partidario defraudado y no como un
pastor, al decir: "la iglesia católica protestó durante la dictadura de
Batista por los atropellos que se cometían y recibió el fidelismo como
una esperanza de reforma social y libertad cristiana".

Nunca reconoció el Señor Obispo que la protesta del grupo de sacerdotes
se debía a que la fuerza pública actuó por reacción defensiva y la
actuación de los prelados fue más bien, no con espíritu cristiano, sino
con la intención de ayudar al castrismo, estimulando la conducta
salvajemente criminal de los terroristas. Al conducirse así, dieron la
impresión de que las felonías del castrismo contaban con la licencia
eclesiástica, y, de hecho, esto no estaba muy lejos de la triste verdad.

Para Cuba actualidad: ratorricella@intexma.com

Source: ¿Por qué triunfó el comunismo en Cuba? (III) | Primavera Digital
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