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Tuesday, March 03, 2015

Limpiar la sangre de La Cabaña

Limpiar la sangre de La Cabaña
Ni un millón de Ferias del Libro limpiarán la sangre de los fusilados en
las paredes de la vieja fortaleza de La Habana
lunes, marzo 2, 2015 | Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba -Hace días terminó en la Fortaleza de La Cabaña la XXIV
Feria Internacional del Libro, donde fueron fusilados cientos de cubanos
a partir de 1959. El lugar menos idóneo para comerciar libros, de
difícil acceso, donde hay que caminar un kilómetro para entrar a él y
con una terrible historia de muerte.

En cambio, por los años cincuenta del siglo pasado, las Ferias del Libro
se celebraban a lo largo del Paseo del Prado. Eran verdaderas Ferias del
Libro, en las que participaban todas las editoriales del país, las
librerías particulares y cualquier ciudadano que quisiera vender sus
propios libros. Allí compré Mi vida, de Adolfo Hitler y La nueva clase,
de Milován Djilas.

Son muchos los ex presos políticos que han escrito sobre lo que ocurrió
en La Cabaña, cuando era prisión particular de Fidel Castro. Sus libros
están prohibidos en Cuba, prueba irrefutable de cómo el régimen viola la
libertad de expresión. En las ferias sólo se venden los títulos que el
régimen aprueba.

Ni siquiera los más renombrados y traducidos a numerosos idiomas: Contra
toda esperanza, de Armando Valladares, Veinte años y cuarenta días, de
Jorge Valls, Rehenes de Castro, de Ernesto Díaz Rodríguez y Cómo llegó
la noche, de Huber Matos, se han vendido en ninguna de las veinticuatro
ferias organizadas por la dictadura castrista.

Sus autores, fundamentales para conocer la verdadera génesis de la
tiranía castrista, narran cómo fue que pudieron sobrevivir en los
calabozos subterráneos de La Cabaña.

El poeta Jorge Valls estuvo preso allí a partir de 1964. Todos dormían
amontonados en el piso, sobre trozos de cartón, cerca de un túnel
horadado en el grueso muro, con mucha humedad. La entrada estaba cerrada
con una gruesa puerta de acero. La misma noche que llegó fusilaron a su
mejor amigo.

¨La prisión –escribió- es el único territorio libre de Cuba, donde ya no
podías temerle al arresto policial. Podían ejecutarte, pero estábamos
acostumbrados a la idea de la muerte¨.

Huber Matos llegó a La Cabaña el 29 de mayo de 1966, junto a 160 presos
plantados. ¨Nos hacen requisa con violencia -escribe-, nos despojan de
las fotos familiares, las rompen, las tiran al suelo, las pisotean.
Duele más que los golpes físicos¨.

El Comandante Matos sobrevive en una celda de castigo construida en los
tiempos coloniales, un hueco oscuro sin cama, sucio, lleno de ratones y
cucarachas. Cuando suena el cañonazo, duerme en el piso, los zapatos de
almohada. Pierde la cuenta de los días que lleva sin bañarse.

Eran miles de presos plantados en todo el país. Pero el pueblo no tenía
cómo saberlo. Los medios de prensa eran propiedad estatal y la prensa
extranjera dejó de venderse en los estanquillos del país en 1959.

Ernesto Díaz Rodríguez todo lo cuenta en detalles: las golpizas, el
hambre, los fusilamientos, el hacinamiento de La Cabaña, donde cada
galera albergaba un promedio 280 ó 300 prisioneros, todos sin ropa,
cuando su capacidad era apenas de 60. La población penal era de 3 mil
500 presos políticos durante la primera mitad de la década del sesenta.
Muchos estaban enfermos, o eran ancianos del Ejército de Batista que
cumplían condenadas de 20 y 30 años.

Allí, ¨se fusilaba a todo el que se opusiera a la Revolución¨, como
respondió en 1961 el Che Guevara a periodistas de la ONU.

El 26 de julio de 1972, visité, con mi hijo que entonces tenía diez años
de edad, a los presos plantados de La Cabaña. El quería ver a su padre,
Guillermo Rivas Porta, condenado a 30 años por razones aún no aclaradas,
quien cumplió 22 en prisión y murió en el exilio en 1999.

El recuerdo de aquel lugar es demasiado doloroso para mí. Nunca pude
borrar de mi mente aquel espectáculo tan desgarrador. Ese día descubrí,
sin duda alguna, la verdadera naturaleza de Fidel Castro: monstruosa,
vengativa, perversa y cruel.

Si les preguntáramos a los ex presos políticos plantados que quedan
vivos en el exilio, por qué una fiesta de libros se realiza en ese
lugar, responderán:

Ni un millón de ferias limpiarán de sangre las paredes de La Cabaña.

Source: Limpiar la sangre de La Cabaña | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/limpiar-la-sangre-de-la-cabana/

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