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Wednesday, March 18, 2015

La izquierda democrática debe consolidarse

La izquierda democrática debe consolidarse
Tres grupos de izquierda llaman a la creación de un amplio movimiento
democrático
PEDRO CAMPOS, La Habana | Marzo 17, 2015

Animados por el deseo de potenciar un cambio democrático y socializador,
tres grupos de la izquierda democrática han llamado recientemente a la
creación de un amplio movimiento político a fin de trabajar más
eficientemente por los cambios democráticos y socializadores que todos
reconocemos necesarios desde estas posiciones.

Nos estamos refiriendo a esa amplia izquierda que se siente comprometida
con la revolución como fenómeno social y político, como proceso de
democratización y socialización y no como una persona o un grupo de
personas, un partido o un Estado que se auto identifican ellos como "la
revolución".

Pertenecemos a esas generaciones que alfabetizamos, fuimos milicianos de
los primeros años, que fuimos o estuvimos dispuestos a combatir en Girón
y el Escambray y que luego cargamos sobre nuestros hombros el peso de
las movilizaciones a las zafras cañeras, cafetaleras y tabacaleras por
la defensa de la patria y estuvimos enrolados en misiones
internacionalistas de diverso tipo, esperanzados en que el "socialismo"
traería paz y progreso a la nación cubana.

Somos los que nos quedamos durante el Período Especial y echamos rodilla
en tierra, con la mesa vacía y el refrigerador lleno de pepinos -pomos
plásticos de refrescos de litro y medio- con agua, por evitar la caída
del ultimo bastión del ¨socialismo¨.

Somos los que volvimos a sentirnos esperanzados con los primeros
discursos de Raúl Castro al asumir el poder y que siempre hemos atendido
sus llamados a participar en las discusiones, primero en el IV Congreso
en 1990-91 y después en las previas al VI Congreso del PCC. Pero luego,
en todos los casos, constatábamos que las políticas decididas arriba, y
especialmente su aplicación práctica, se quedaban muy distantes de todo
lo que se dijo en las bases.

Somos los que nos sentimos, como dijo Pablo Milanés: "arrepentidos no,
sino defraudados". Defraudados, porque todo lo que se ha venido haciendo
en nombre del socialismo en verdad ha estado muy distante de sus métodos
y fines, no ha sobrepasado las intenciones y las mejoras en algunos
aspectos han respondido a políticas voluntaristas insostenibles y no a
planes basados en el autogobierno y la autogestión social sustentables a
nivel empresarial y local.

Hoy apreciamos una nueva situación en el país, a partir de las
negociaciones con EE UU para normalizar las relaciones, a pesar de la
falta de transparencia, y entendemos que el 17 de diciembre de 2014 ha
significado un giro extraordinario en la sociedad cubana.

No se trata simplemente del inicio del restablecimiento de relaciones
con un importante y cercano país, sino de un cambio dramático en toda la
concepción general sobre la cual ha estado fundamentado el imaginario
revolucionario cubano durante medio siglo, que ha marcado todos los
enfoques en las políticas internas y externas.

Antes, todo pasaba por el enfrentamiento al imperialismo norteamericano.
Pero ya al "imperialismo" no podrá seguir culpándose de los desastres de
la economía cubana. El concepto de "ciudadela sitiada" no tiene sentido
y debe desaparecer todo el conjunto de arbitrariedades que pretendía
justificar. La política interna ya no tiene que ser diseñada para
defendernos de alguien que no nos ataca, y externamente ya no tenemos
que organizar el enfrentamiento al imperialismo en cualquier parte del
mundo.

Los que han vivido medio siglo de esa historia, mitad real, mitad
cuento, ahora hacen todo lo posible por virar atrás lo alcanzado el 17
de diciembre pasado.

Pero EE UU ya no es el enemigo poderoso que pretende invadirnos y
"acabar con la revolución cubana", sino el vecino que puede ayudar a
reflotar la economía estatal. La política exterior cubana ya no puede
seguirse guiando por aquella máxima maquiavélica de que "el enemigo de
mi enemigo es amigo mío o me conviene todo lo que no le conviene a mi
enemigo y viceversa".

Tonto también sería quien no fuera capaz de entender que la entrega del
grueso de nuestra economía a las empresas del Norte comprometería el
futuro de la nación cubana. Pero más tonto sería no aprovechar el
intercambio recíproco y mutuamente beneficioso.

El fin de la época de la Guerra Fría, que se acabó para el resto del
mundo con la desaparición del llamado campo socialista, llegó a las
relaciones entre EE UU y Cuba.

Nunca los cubanos quemamos una bandera de EE UU, pero nos daba escozor
verla al lado de la cubana. Ya empiezan a verse las dos banderitas
juntas como algo normal y en la medida en que crezcan los vínculos
económicos y de todo tipo, las podremos ver en muchas oficinas del
Estado como una vez vimos la cubana y la roja de la hoz y el martillo,
por aquello de la colaboración.

El presidente de EE UU, Barack Obama, ha dicho que está interesado en
ayudar a Cuba a vivir en el siglo XXI y especialmente a resolver una de
las grandes demandas de los jóvenes y el pueblo cubano: el amplio y
barato acceso a Internet.

Es evidente que el Gobierno cubano precisa de un nuevo tipo de
relaciones con EE UU pues la economía estatal está en crisis y, según
sus propios voceros, precisa urgentemente por lo menos de 2.000 millones
de dólares en inversiones para sacar sus proyectos adelante.

Hoy casi toda la economía emergente sigue en manos de la burocracia que
maneja el capitalismo de Estado y sus monopolios. Ella continúa abogando
por las soluciones más capitalistas para la economía cubana, como son la
explotación asalariada por privados, la amplia inversión extranjera
capitalista directa y mixta con el Estado y la entrega de tierras e
industrias al capital extranjero para su la explotación conjunta de los
asalariados cubanos.

El trabajo libre asociado, ese que dijeron los clásicos del socialismo
que predominaría en la sociedad post-capitalista, no aparece en el
lenguaje oficial. Más se encuentra en cualquier país de economía
capitalista que en nuestra Cuba "socialista".

Algunos hemos sido claros desde la izquierda: nuevas inversiones
extranjeras solo dirigidas a fomentar los proyectos estatales no
resolverán los problemas estructurales generales de la economía cubana y
de su pueblo. Sería más de lo mismo. Por eso dimos la bienvenida a las
declaraciones de Obama de apoyar los pequeños negocios de la población.

Las fuerzas de la extrema derecha cubana, de dentro y de fuera, se
distancian de la nueva política de Obama porque la consideran un
espaldarazo al castrismo. No es casual que otra extrema desde el mismo
partido-Gobierno le esté haciendo el juego para que todo siga igual que
antes.

Las fuerzas que han vivido de la confrontación y la estimulan deben ser
aisladas y derrotadas políticamente. Un papel importante tiene la
izquierda democrática en esta lucha.

En este contexto se está produciendo un reacomodo telúrico de las
fuerzas económicas y políticas de la sociedad cubana, al cual el Estado
no es capaz de responder con acciones precisas relativas a la libertad
de expresión, asociación, elección y de negocios que contribuirían a
fortalecer los intereses generales del actual Gobierno y del pueblo cubano.

Existen grupos políticos democráticos internos y externos, más
importantes por sus ideas y proyecciones que por su número, que no son
partidarias del socialismo de Estado, pero tampoco pueden catalogarse
como pro-imperialistas, los cuales están actuando como parte de la
sociedad civil independiente y están jugando un papel positivo en el
contexto actual, que la izquierda democrática no puede desconocer. El
sectarismo no puede cegarnos.

No puede quedarse de brazos cruzados la izquierda democrática cubana,
que aprecia los cambios reales en curso dentro de la sociedad a
contrapelo del centralismo y el burocratismo; se da cuenta del
estancamiento en las políticas socialistas del Gobierno; se percata de
su intención de tratar de fortalecer el capitalismo de Estado con apoyo
del capital internacional; y reconoce las acciones de las fuerzas más
oscuras para obstaculizar cualquier progreso democrático y socializante.

Su voz y acción son más necesarias que nunca. No queremos volver al
pasado oprobioso de antes del 59, pero no queremos seguir viviendo bajo
el capitalismo monopolista de Estado, que trata de hacerse pasar por
socialismo y cuya única eficiencia ha sido repartir mejor la pobreza
creciente.

Si no quiere quedar rebasada por esos cambios telúricos y tratar de
jugar un papel más organizado y activo en estos cambios, la izquierda
democrática debe potenciar su accionar político propio para que después
no nos sorprenda la crecida democrática y quedemos a la vera del camino
por hacer seguidismo de políticos inconsecuentes, como ya ha ocurrido
otras veces en la historia de Cuba.

Por eso damos la bienvenida a ese llamado y nos unimos a buscar las
confluencias de esas corrientes de izquierdas a fin de tratar un amplio
movimiento político que contribuya no solo a garantizar la preservación
de los logros sociales alcanzados, sino a profundizarlos y avanzar hacia
la democratización de la política y la socialización de la economía.

Source: La izquierda democrática debe consolidarse -
http://www.14ymedio.com/opinion/izquierda-democratica-debe-consolidarse_0_1744025597.html

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