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Tuesday, March 03, 2015

El Hombre Nuevo vendió su fe

El Hombre Nuevo vendió su fe
Cortó caña, combatió en Angola, trabajó en la construcción. Hoy tiende
su estera en una calle habanera, con palos garabatos y semillas religiosas
lunes, marzo 2, 2015 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba. -Onelio o "Nello", como le llaman los vecinos, tiene
uno de los "negocios" más peculiares de La Habana. Como lo que gana por
la venta de sus exóticas mercancías no le alcanza para arrendar un
local, todas las mañanas, a modo de esteras, extiende unos cuantos sacos
vacíos en un tramo de calle en Centro Habana, donde reside desde hace
años. Allí, frente a la ventana de su pequeño cuarto, organiza la
muestra de palos, semillas, oraciones y otros artículos relacionados con
los cultos mágico-religiosos de la isla.

A pesar de la precariedad de su improvisado mercadillo y el acoso de los
inspectores y policías que constantemente tratan de desalojarlo del
lugar, nos asegura que continuará allí pase lo que pase porque, aunque
las ganancias que obtiene apenas le alcanzan para comer, le gusta su
oficio, lo conoce bien, y, a pesar de los contratiempos, perseverará
"para ayudar a la gente que lo necesita porque a los cubanos les falta
fe, se la han arrancado poco a poco", nos dice el propio Onelio.

Nello pasa muchísimas horas bajo el sol. O bien recolectando sus
especies en los montes de la periferia capitalina, o esperando por los
clientes o preparando sus atadillos de ramas o extrayendo la miel de las
güiras o las semillas de las bayas más disímiles. Sentado sobre una
tanqueta vacía, no interrumpe sus labores, ni siquiera para contestar a
nuestras preguntas.

"Este es mi puesto de trabajo. Es el que tengo y no pienso irme para
otro lugar. Aquí en La Habana todos me conocen y saben dónde estoy.
Además, ¿con qué dinero voy a pagar una licencia o un local? Lo que hago
es más bien como un doctor del alma [se ríe]. Tengo el remedio para
todo. Siempre hay alguien que tiene un hijo enfermo o una puerta que
abrirse y yo tengo que estar para quien lo necesite. […] No cobro nada.
El que quiera dejar algo que lo eche ahí

[señala una güira hueca donde hay algunos pesos cubanos y monedas de
poco valor] pero nadie está obligado. Mira, todos tenemos una misión y
esta es la mía. […] A veces vienen los inspectores a tratar de botarme
de aquí. Como están los que hacen brujería para irse del país o para
amarrar a un marido, y hay tanta gente viviendo de eso, piensan que yo
gano un dineral y tratan de ver cómo me sacan algo. Los cubanos nos
hemos vuelto malos unos con otros y eso lo da tantos años de necesidad.
Hay que ayudarse, porque todos estamos sufriendo la misma pobreza y
buscando el milagro que nos ayude a mejorar porque esto está difícil y
se va a poner peor".

Nello tiene 57 años pero aparenta muchos más. Su cuerpo seco, la piel
curtida y sus pobres vestiduras, revelan toda una vida de penurias de
las cuales prefiere no hablar porque le traen al presente imágenes de un
pasado no muy lejano que "hay que dejar atrás":

"Casi que nací con la revolución, como quien dice. […] Corté caña, fui a
Angola, trabajé en la construcción, creía en todo eso, de verdad […] y
me pasó como a casi todo el mundo. Hemos llegado a viejos sin nada y
esperando por un milagro. Por suerte aprendí esto de mi padre y ahora
puedo hacer algo que me gusta pero no creas que es fácil porque a muchos
le molesta que yo me ponga aquí, en medio de la calle. […] Hay un
militar que vive en la otra cuadra que me ha llamado a la policía porque
dice que yo 'afeo' la ciudad. ¿Pero qué más voy a 'afear' yo si todo
está destruido, espantoso? Y para que tú veas, la mujer viene aquí a
comprar palos y oraciones".

Al hablar de su trabajo, Nello parece una enciclopedia de las
propiedades curativas y mágicas de las plantas y animales de la isla.
Por esa razón, algunos se acercan para consultarle al respecto y él les
responde con minuciosidad, aunque sepa que después no habrán de
comprarle porque, debido a su breve lección, ya saben cómo y dónde
hallar las especies que necesitan:

"Yo no puedo negarles las cosas a la gente porque sé que lo buscan para
abrirse camino, para sacar a alguien de la cárcel, para curarse. El que
está bien no viene por aquí. Los cubanos tenemos que aprender a
ayudarnos. Si yo no tengo dinero ¿por qué voy a pensar que los demás
tienen? Todo el mundo sabe por lo que estamos pasando y, si puedo
ayudar, lo hago. No se trata de que las cosas vayan a mejorar porque
entrará más dinero al país o porque los americanos quiten el 'bloqueo',
porque se sabe que ninguno de nosotros verá ese dinero. Lo gastarán en
boberías, lo regalarán o se lo robarán, como siempre pasa".

Como Nello asegura que en las plantas y objetos que vende en su
"negocio" están los remedios para todos los males, le pregunto por
aquella fórmula que pudiera ayudarnos en las circunstancias actuales,
plagadas de incertidumbres. De inmediato me responde: "Lo que hace falta
es que la gente se una y tenga fe para que ocurran los milagros, si no,
siempre estaremos igual".

Source: El Hombre Nuevo vendió su fe | Cubanet -
http://www.cubanet.org/actualidad/actualidad-destacados/el-hombre-nuevo-vende-su-fe/

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