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Friday, March 20, 2015

Confrontación y legitimidad

Confrontación y legitimidad
[19-03-2015 13:26:39]
Jorge Olivera Castillo

(www.miscelaneasdecuba.net).- Los mandamases de la Isla han cerrado
filas con su aliado de Caracas. No quieren que el socialismo del siglo
XXI naufrague, después de tantos petrodólares invertidos en la región y
en el resto del mundo para protegerse de las zozobras.
La punta de lanza contra la hegemonía estadounidense en la Américas debe
mantenerse afilada. Por eso el apoyo irrestricto a todo lo que haga el
presidente Nicolás Maduro.

Es una verdad de Perogrullo que en Cuba dispone de una atención especial
permanente. Se trata del discípulo aventajado de quienes hicieron del
antinorteamericanismo un arte para su supervivencia como clase política.

Precisamente de la confrontación con Washington es que la llamada
revolución cubana ha podido sobrepasar el medio siglo de existencia.

Maduro, a instancias de sus maestros, acelera las gestiones para
coronarse como dictador. Ya tiene la ley habilitante con la que puede
seguir encarcelando a los opositores más beligerantes sin mayores
consecuencias y si es preciso asesinar, a mansalva, a otros estudiantes
que denuncien en las calles el secuestro de la nación a nombre de un
ideal copiado de la ortodoxia marxista-leninista.

Para la Cuba de Fidel y Raúl Castro, la radicalización del proceso
venezolano compensa política e ideológicamente el terreno perdido en el
proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

O sea el apoyo público de la gerontocracia a lo que ocurre en el país
sudamericano, define una perspectiva que tiene como uno de los
principales asideros la confrontación.

Sin esa coartada se derrumbarían muchos de los paradigmas sobre los que
se asienta la legitimidad del modelo, por encima de las humillantes
exclusiones en el orden económico, político y social.

El hecho de que haya un solo partido y que se criminalice el ejercicio
de las libertades fundamentales, se justifica precisamente por la
creación, bien artificial o sobredimensionada, del enemigo externo.

De esa fórmula se vale ahora, el ex chofer de ómnibus devenido en
heredero de Hugo Chávez y máximo líder venezolano, para establecer su
imperio, siempre bajo el escrutinio de sus padrinos de la mayor de las
Antillas.

Por el momento, Maduro ha conseguido cierta ventaja, pero esta puede
desvanecerse y a corto plazo. Las circunstancias pueden dar un vuelco
desfavorable para los planes bolivarianos que tanto interesan a la
jerarquía insular.

¿Se podrá establecer y consolidar otra dictadura de izquierda en el
continente?

Personalmente, no creo que sea posible. El general-presidente y sus
asesores lo deben saber.

Nadie podría cuestionar que pudieron abrir un frente extraterritorial
con las mismas etiquetas que usaron en la década del 60 del siglo XX,
pero esta vez los éxitos rotundos y duraderos son más difíciles de
conseguir.

En los márgenes de las victorias que la elite chavista proclama en las
tribunas semana tras semana acechan peligros considerables.

Uno de ellos es la posibilidad de una implosión. En la medida que
aumenten los riesgos de un caos en aquel país, potencialmente se
agilizarían los procedimientos de la élite de poder cubana para
restablecer las relaciones con el poderoso vecino.

Buscarse un enemigo de calibre no es en estos tiempos tan fácil ni
rentable como lo fue en la centuria precedente.

Source: Confrontación y legitimidad - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/550ac07f3a682e0ff4a01cca

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