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Thursday, January 08, 2015

La mala memoria

La mala memoria
Un artículo sobre Heberto Padilla que es más una crítica que un
reconocimiento
Félix Luis Viera, México DF | 07/01/2015 4:21 pm

A raíz del reciente restablecimiento de las relaciones diplomáticas
entre el régimen castrista y el gobierno de EEUU, el diario español El
País ha publicado el pasado 21 de diciembre una especie de dossier donde
expresa: "Este cambio trae ilusiones de apertura en la Isla, pero
también sirve para recordar a las víctimas del exilio, interior y
exterior, y cómo este influyó indefectiblemente en el desarrollo
cultural de la nación de los Martí, Carpentier y Lezama Lima".
Así, selecciona "Los casos personales de Guillermo Cabrera Infante,
brillante novelista y crítico cinematográfico; Néstor Almendros, uno de
los más distinguidos directores de fotografía de la historia del cine;
el vitalista escritor Eliseo Alberto y los poetas-símbolo Reinaldo
Arenas y Heberto Padilla [quienes] ejemplifican bien las crueles
contradicciones de la revolución cubana".
Cada uno de los escogidos es objeto de una semblanza en la cual constan
sus orígenes, alusiones a su quehacer literario y las tribulaciones que
debieron sufrir por parte de la revolución castrista.
Advierto devoción, respeto en los textos alusivos a estos artistas y
escritores cubanos ya desaparecidos.
Excepto en uno: el correspondiente al poeta Heberto Padilla, redactado
por el escritor chileno Jorge Edwards y titulado "Disidente despistado";
título que, a mi juicio, parece anunciar más una crítica que un
reconocimiento.
Afirma Edwards en su semblanza sobre Padilla que este, a su regreso de
la Unión Soviética —donde se desempeñó como diplomático durante un
período de la década de 1960— "soñó con encabezar una disidencia cubana.
Creyó que podía ocupar ese lugar sin demasiado riesgo, protegido por su
prestigio de poeta traducido a lenguas extranjeras, pero no comprendió
la magnitud de la crisis interna de Cuba en los días de su regreso, la
del viraje prosoviético de la revolución y la del fracaso de la zafra de
los 10 millones de toneladas de azúcar".
Edwards llegó a Cuba en 1971 para ejercer labor diplomática, enviado por
el gobierno chileno, entonces encabezado por Salvador Allende; es decir,
cuando ya Heberto Padilla había dado a conocer su poemario Fuera del
juego, en 1968, que resultara distinguido con el Premio Julián del Casal
de la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) y que
posteriormente diera pie al llamado Caso Padilla, la retractación del
poeta ante los miembros de la Uneac y finalmente la cárcel para el
autor. De manera que todo lo que narra Edwards en el párrafo citado,
debió conocerlo de labios del propio Padilla, con quien entonces trabara
amistad, o acaso la profundizara si ya existía.
Del propio párrafo aludido se podría inferir que Heberto Padilla "soñó"
un sueño ingenuo, muy ingenuo —que no todos lo son—, se sobrevaloró
tanto que, soñó que "protegido por su prestigio de poeta traducido a
lenguas extranjeras", aun "soñó con encabezar una disidencia cubana".
Ahora me entero de esta quimera de Heberto Padilla, porque eso de
"encabezar una disidencia cubana" está fuerte; "disidencia cubana", que
bien a bien no se sabe qué quiere decir esto, pero debemos pensar que el
poeta proyectó algo así como volver a los intelectuales y artistas
cubanos contra el régimen, o llamar a la población a un paro cívico o
intentar fundar un partido político independiente... En fin, "una
disidencia cubana", lo cual, tratándose de Cuba, no podría ser, por
ejemplo, colombiana.
En el párrafo señalado, encuentro asimismo un contrasentido. Escribe
Edwards sobre el "viraje prosoviético de la revolución". Aquí lo que se
entiende es que la revolución realizó un viraje en favor de la Unión
Soviética, cuando, lo que intentó decir el autor, es lo contrario.
Otro párrafo algo macarrónico del texto de Jorge Edwards es este: "...
creyó que mi llegada a La Habana como representante diplomático del
gobierno de Salvador Allende, con la misión breve de reabrir la embajada
de Chile, podría ayudarlo, y sucedió exactamente lo contrario. Heberto
me dijo demasiadas cosas, con información detallada, con humor negro,
con exclamaciones provocativas, y eso sirvió para reforzar las
acusaciones en contra suya".
Pues sería otra inocencia de Heberto Padilla creer que la llegada de
Edwards —como dice este— a La Habana "podría ayudarlo". ¿Por qué podría
ayudarlo? Yo no veo ninguna razón para que así fuera, si bien el
escritor chileno viniese como representante de un gobierno de izquierda
acólito de Fidel Castro. Si acaso, quién sabe, alguna ayuda leve, porque
Heberto Padilla, por muy soñador "despistado" que fuese entonces, debía
estar consciente que contra ese muro de la naciente dictadura castrista,
nadie, por muy fuerte que fuese, lograría una quebradura para ayudar a
alguien y menos en un caso como el de él.
"Creyó que mi llegada a La Habana...". ¿No hay cierto protagonismo,
cierta autosuficiencia en esta frase de Jorge Edwards?
Asimismo, eso de que "Heberto me dijo demasiadas cosas, con información
detallada, con humor negro, con exclamaciones provocativas, y eso sirvió
para reforzar las acusaciones en contra suya", me parece una falta de
pudor a estas alturas, amén de que, según pondero, no tiene nada que ver
con el propósito del texto que El país le solicitara al escritor chileno.
Y otra ininteligibilidad: ¿por qué "eso sirvió para reforzar las
acusaciones en contra suya"? ¿Por qué, lo que le expresara el poeta al
diplomático chileno, sirvió para tal cosa?
Creo entender, con algún esfuerzo, que Heberto Padilla expresaba lo
mismo que a Edwards en otros sitios —en otros sitios—, y "eso sirvió
para reforzar las acusaciones en contra suya"? Pues claro, debemos estar
seguros de que lo confiado a Edwards caía en tumba tapiada.
Por otra parte, afirma el escritor chileno en el escrito de marras, que
a Padilla le fue otorgado el Premio Julián del Casal "gracias a los
votos extranjeros del jurado".
Esto es falso.
Para argumentarlo me remito a lo recientemente expresado por Manuel Díaz
Martínez, hombre, poeta, amigo por el que me atrevo a meter en la
candela no la mano, sino el brazo completo.
Anota Díaz Martínez en su blog personal, el pasado 21 de diciembre:
"Edwards afirma en su texto que, 'gracias a los votos extranjeros del
jurado', el libro de Padilla Fuera del Juego obtuvo el premio que tanto
inquietó a la dictadura castrista y que dio origen al célebre Caso
Padilla. El jurado que decidió ese premio lo integraron tres cubanos
—José Lezama Lima, José Zacarías Tallet y yo— y dos extranjeros —el
inglés J. M. Cohen y el peruano César Calvo—, de modo que si sólo los
extranjeros hubiesen votado por el libro de Padilla, como dice Edwards,
nuestro poeta se habría quedado con las manos vacías".
Entonces, ¿qué ocurre con esta pifia de Jorge Edwards señalada por Díaz
Martínez?, ¿un lapsus?, o, para invocar al propio Padilla, solo se debe
a "la mala memoria".
Ya ven. Así van las cosas.

Referencias:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/20/actualidad/1419104250_497245.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/20/actualidad/1419103019_601816.html
https://diazmartinez.wordpress.com/2014/12/21/respuesta-a-jorge-edwards/

Source: La mala memoria - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-mala-memoria-321464

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