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Monday, January 05, 2015

El trasfondo mezquino de las críticas a Tania Bruguera

El trasfondo mezquino de las críticas a Tania Bruguera
ELVIS FUENTES | Nueva Jersey | 5 Ene 2015 - 5:57 pm.

Artes Plásticas El Sexto Fundación Ludwig Impuestos Jorge Fernández Kcho
Lázaro Saavedra Mercado Pablo Helguera Rubén del Valle Sandra Ceballos
Tania Bruguera
La Bienal de La Habana, a celebrarse este año, concita una serie de
intereses que han respondido a la amenaza de una acción plástica en la
Plaza de la Revolución.

A raíz de la virulenta reacción de las principales instituciones
culturales cubanas contra la propuesta de Tania Bruguera de rehacer una
performance en la Plaza de la Revolución el día 30 de diciembre, y las
acusaciones de oportunismo dirigidas a ella por un reconocido artista
cubano, algunos curadores y críticos internacionales han contestado
convincentemente los numerosos entuertos teóricos que aquellos han
tratado de esgrimir para justificar un burdo y violento acto de censura.

Por ejemplo, el español Fernando Castro Flórez arremetió en Facebook
contra "la indecencia" del director de la Bienal de La Habana, Jorge
Fernández, por declarar que Bruguera "no puede hacer en Cuba su
performance porque tampoco lo podría hacer en otro país." Asimismo,
equiparó la labor de Rubén del Valle, presidente del Consejo Nacional de
las Artes Plásticas (CNPA), de policía cultural porque según este la
performance debería quedar inscrita en el sistema del arte sin alcanzar
el terreno de la política, pues "la única acción política que se puede
emprender es la de obedecer al sistema, permanecer dentro del marco
institucional y no tratar de tener ninguna incidencia en el ámbito de la
praxis".

Por su parte, el artista y educador Pablo Helguera contestó a un texto
mordaz del artista Lázaro Saavedra en el que descalificaba la
performance de Bruguera como dirigido solamente a anotar un gol para su
curriculum. En su carta, Helguera se refería sobre todo a los aspectos
teóricos fundamentales que sustentan la práctica del arte de la
performance y el cruce entre arte y política hoy en día, que Saavedra
desvirtuaba en su texto, así como a la cuestión de la libertad de
expresión con relación al arte político.

Sin embargo, hay otra dimensión más mundana, que probablemente nos toca
deslindar a los que conocemos un poco mejor lo que sucede en la Isla y
que puede escapar al lector no familiarizado. Se trata de lo que
eufemísticamente Saavedra llama el deseo del artista "de vivir de su
arte". En realidad, eso debe leerse como el deseo del artista cubano de
permanecer como un ciudadano privilegiado, que vive de espaldas a la
sociedad que le rodea donde ni profesionales ni obreros pueden vivir de
su trabajo. (Me consta que Saavedra ha criticado esa casta, pero
incomprensiblemente para muchos que le conocemos, en su texto se
convierte en portavoz de ella.)

Me explico. Desde la despenalización del dólar en 1993, los artistas
cubanos han tenido el privilegio de vender sus obras en dólares en el
mercado internacional, algo que está vedado a otras profesiones que no
pueden ni exportar sus productos ni ofrecer sus servicios. En términos
económicos eso significa que los artistas son los únicos empresarios
privados que tienen acceso al mercado internacional. En menor medida
este es el caso de los deportistas y profesionales vinculados al deporte
(entrenadores, periodistas).

Cualquier otra profesión u oficio se encuentra con el muro que ha
construido el Gobierno dentro de Cuba con la excusa de la llamada "fuga
de cerebros". El agricultor no puede porque no tiene licencia para
exportar. Los ingenieros y programadores no pueden porque sencillamente
no tienen internet. Los obreros de las fábricas, ni hablar. El ejemplo
más dramático es el caso de los doctores y personal paramédico que son
enviados al extranjero a tratar enfermos en zonas inhóspitas,
literalmente por un puñado de dólares.

De manera que el artista establecido goza de un privilegio que lo
convierte en un ciudadano de facto parte de una elite, o con la
potencialidad de serlo. Salvo algunos pocos jóvenes que han salido de la
burbuja, ese artista vive desconectado de la realidad del cubano de a
pie. Por eso muchos han logrado establecer verdaderas empresas de modelo
chino. Producen las obras con mano de obra barata en la Isla y venden a
precios de mercado de arte inflado en el exterior. Esto les ha permitido
comprarse lujosas viviendas en Cuba y en el extranjero.

Esta situación de privilegio no es algo que ellos consideran injusta con
respecto al resto de la población, sino que muchos creen merecer. Debido
a ello, cuando el artista oficial Kcho, un apadrinado por Fidel Castro,
propuso hace unos años en la Asamblea Nacional del Poder Popular, de la
cual es miembro, que los artistas debían pagar impuestos por lo que
cobraban de sus ventas, se dio el único caso de protesta masiva por
parte de los mismos. Kcho fue vilipendiado, pero al menos estaba siendo
coherente: si el Gobierno obliga a pagar impuestos a los taxistas y
dueños de paladares, ¿por qué no a los artistas que ganan mucho más?
¿Qué los hace sentirse superiores al punto de no tener que aportar al
presupuesto del Estado? ¿Acaso no se formaron ellos en las escuelas del
Gobierno?

Volviendo a la performance de Tania Bruguera, debemos tener en cuenta
este trasfondo para entender (no justificar) la reacción de las
instituciones o la inacción de los artistas cubanos. El meollo de esta
cuestión es que el evento se da en un momento de luna de miel entre los
Estados Unidos y Cuba. Y se da, además, en un año en que se celebra la
Bienal de La Habana. Por ello, al liberar a Bruguera, los oficiales de
la Seguridad del Estado le pusieron como condición que no regresara a
Cuba, pero si lo hacía (pues ella es ciudadana cubana), no podía hacer
nada durante la Bienal.

Desde 1994, un año después de la despenalización del dólar, la Bienal
dejó de ser una bienal en el sentido en que se entiende ese concepto
como un evento especial de arte internacional que busca actualizar el
debate sobre diferentes cuestiones estético-artísticas, socio-políticas
y económicas desde el arte, para convertirse de facto en una feria de
arte. En esos años (los 90), la Administración Clinton había
flexibilizado el embargo y estimulado los viajes culturales y cada vez
que se realizaba la Bienal cientos y hasta miles de coleccionistas
privados e institucionales europeos y norteamericanos llegaban a La
Habana. La ciudad ya se había convertido de por sí en la última plaza
del turismo político de la Guerra Fría, pero esto añadía un atractivo
cultural.

Sin embargo, los visitantes extranjeros no estaban demasiado interesados
en ver la exposición de la Bienal, donde se repetían los nombres de
cualquier otra bienal internacional, sino en visitar los talleres de los
artistas cubanos. Allí podían comprar obras directamente al artista sin
la onerosa intermediación de las galerías. Fui testigo de este proceso
mientras trabajé en la Fundación Ludwig de Cuba, que a pesar de la
resistencia que ofrecimos algunos se convirtió en una institución
dedicada casi exclusivamente a recibir dichos grupos y organizar las
visitas.

Los artistas oficiales abrieron talleres-galerías en la zona turística
de La Habana Vieja, gracias a sus conexiones en el ámbito capitalino, en
particular la Oficina del Historiador de la Ciudad. Los más jóvenes
tuvieron que recurrir a sus propias casas para mostrar su obras nuevas.
Incluso los estudiantes de las escuelas procuraban espacios alternativos
para montar sus estudios de clase. La febrilidad con que los artistas
trabajaban para tener sus talleres llenos de objetos vendibles es solo
comparable con la de las ferias que ahora tienen por sede a Miami Beach.
No obstante, se daban casos aislados de proyectos interesantes en
espacios domésticos convertidos en galerías, incluyendo la propia Tania
Bruguera, quien realizó performances consideradas muy críticas del
Gobierno, que podrían ser censurados por la institución.

Pues bien, este año es año de la Feria-Bienal de la Habana, con el
aliciente de que se espera desde ya que los visitantes se multipliquen
exponencialmente gracias a la normalización de las relaciones
diplomáticas anunciadas por los dos gobiernos. Los medios de prensa
económicos como The Wall Street Journal o Bloomberg han anunciado un
boom de arte cubano; todo el mundo saliva. Y como la próxima "Bienal"
será seguramente en tres años (desde 1994 no se hace cada dos años, sino
cada tres), es ahora o nunca que esta promesa de capitalización debe
realizarse. En tres años no se sabe si la torpeza de los Castros habrá
terminado del todo el acercamiento de Obama, o si habrá un presidente
republicano en la Casa Blanca, que congele nuevamente las relaciones.

La performance de Tania Bruguera es el aguafiestas. Es el recordatorio
de que aunque esa elite artística vive bien y vivirá mejor, el resto de
la población no ha mejorado ni mejorará nada. De hecho, afirma Bruguera,
probablemente empeorará su situación, pues el pacto Obama-Castro apunta
hacia la liberalización de la economía sin las protecciones laborales y
sociales que una sociedad democrática puede, al menos en teoría,
ofrecer. Por eso el susurro de Tatlin es la bulla de Tania, al decir de
sus críticos, porque pone en vilo la fiesta que se avecina.

Este es, en el fondo, el verdadero sentido de la reacción de las
instituciones culturales cubanas y los artistas a la performance de
Bruguera. En uno de los reportes se decía que solamente Sandra Ceballos,
otra aguafiestas desde su Espacio Aglutinador, y Reynier "El Chino"
Novo, habían asistido a la performance en la Plaza. Algo me dice que los
demás estaban ocupadísimos haciendo sus cuadros y esculturas de arte
"puro" para la feria de abril, que los organizadores persisten en llamar
Bienal. En respuesta, algunos curadores y artistas estás solicitando la
remoción de Rubén del Valle y Jorge Fernández, quienes avalaron la
censura y detención de Bruguera, así como la liberación del artista
contestatario conocido como El Sexto, quien fue apresado el 24 de
diciembre cuando se disponía a realizar una performance con dos cerdos
llamados Fidel y Raúl.

Las críticas virulentas de estos funcionarios y de Saavedra reflejan el
comentario de pasillo que muchos artistas y promotores tienen ahora en
Cuba. De hecho, muchos verán a estas personas como los valientes actores
que se atrevieron a decir públicamente lo que otros piensan y callan.
Pero el verdadero motivo de ese comentario es tan sucio y mezquino como
el montón de dinero que busca proteger.

Source: El trasfondo mezquino de las críticas a Tania Bruguera | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1420413154_12141.html

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