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Tuesday, January 13, 2015

El sonido del silencio

El sonido del silencio
JUAN ANTONIO BLANCO | Miami | 13 Ene 2015 - 8:10 am.

La abierta represión dictada por Raúl Castro contra una acción artística
anuncia que el conflicto autóctono apenas entra en un nuevo capítulo.

Reynaldo: Tania Bruguera obligó a la dictadura a mostrar sus cartas
http://www.diariodecuba.com/cuba/1421022626_12253.html

En la Plaza de la Revolución, conocida como Plaza Cívica antes de 1959,
una reconocida artista cubana logró una extraordinaria performance el
penúltimo día de 2014. Tan exitosa fue la actuación de Tania Bruguera
que eclipsó por tres días los optimistas titulares sobre el nuevo rumbo
de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba.

La idea de Bruguera era sencilla: situar al pie del monumento a José
Martí un micrófono abierto a cualquier ciudadano que en 60 segundos
quisiera expresar cómo vislumbra el futuro tras los acuerdos anunciados
apenas dos semanas antes por Obama y Castro.

Lo creativo y revolucionario del concepto era que el micrófono estaría
esta vez abierto —por primera vez en 56 años— a todos los ciudadanos que
acudiesen a usarlo en medio de la Plaza, y no localizado en una tribuna
monopolizada por el Gobierno. También era novedoso que se invitara a
soñar colectivamente el futuro, en lugar de escuchar discursos de
dirigentes octogenarios. Tampoco era una de las tradicionales acciones
de protesta de la oposición política sobre abusos presentes o pasados,
sino un espacio libre en el que las personas, comunistas o no, pudiesen
intercambiar sus anhelos y visiones sobre el porvenir. De hecho,
recobraba la Plaza su nombre original. Era, ante todo, poner una
manifestación del arte al servicio del bien común.

Raúl Castro decidió ejercer, a su manera, el rol de actor fundamental de
la performance cuando lo prohibió y detuvo a Bruguera después de negarle
el permiso para realizar su obra. También dispuso encarcelar a decenas
de activistas, periodistas y artistas independientes que la policía
sospechaba pudieran haber tenido la intención de acudir a la Plaza
respondiendo a la iniciativa de Tania. A la artista se le ha retirado su
pasaporte cubano y aguarda conocer si será encausada por su "osadía".

Más de mil firmas —muchas de prestigiosos artistas e instituciones
culturales latinoamericanas, estadounidenses y europeas–, han suscrito
una carta abierta al gobernante cubano pidiendo civilizadamente que
deponga su inopinada hostilidad contra Bruguera. La artista se formó en
Cuba y su obra ha apoyado siempre los movimientos de protestas por
reivindicaciones sociales de diversas partes del mundo. Tania es parte
de la nueva ciudadanía transnacional cubana que sueña para su isla una
sociedad moderna, plural, tecnológicamente avanzada y próspera.

Una de las interrogantes que muchos se hacen es por qué el General
Presidente decidió la opción más extrema (prohibir, encarcelar) para
frustrar esta performance artística, si le ofrecía una excepcional
oportunidad para demostrar que hay cambios reales en la Isla. Para
controlar el escenario tenía a su alcance otras alternativas que ya
había empleado en circunstancias similares. Una de ellas habría sido
movilizar desde temprano a militantes comunistas que se inscribieran en
la lista de oradores e hicieran uso del micrófono, uno tras otro, con
sus loas al Partido hasta agotar el tiempo autorizado —y a los que allí
los escucharan.

Ya en una ocasión ocuparon todas las butacas de un cine con militantes
listos a darle una golpiza a cualquier disidente despistado que hubiese
alcanzado una luneta y aplaudiese la sátira sobre la vida en Cuba que se
mostraba en el filme. Fue una táctica surrealista que tenía la intención
de dar una muestra de tolerancia para exportar al mundo, mientras se
mantenía la amenaza del posible uso de la fuerza el control interno. Las
porras estaban listas, pero no visibles. Sin embargo, esta vez la imagen
que se prefirió proyectar al exterior —y también distribuir al interior
del país— no fue de tolerancia sino de impune prepotencia: "que nadie se
equivoque", parece ser el mensaje; "hemos ganado la guerra a los
americanos", ergo, ahora podemos hacer con los inconformes lo que nos
venga en gana. ¡Porras al aire!

¿Acierta Raúl Castro en esa apuesta? Todo depende de la lectura que la
opinión pública internacional y, sobre todo, los cubanos hagan de lo
ocurrido. En política la "realidad percibida" condiciona conductas y
resulta decisiva.

Una posibilidad es la aceptación ciudadana de la percepción de
invencibilidad que el régimen cubano intenta imponer ahora. Otra —muy
diferente— es que los anuncios de Washington y La Habana del pasado 17
de diciembre marquen la progresiva disipación del enemigo externo en las
percepciones colectivas mientras se hace cada vez más visible la
opresión e incompetencia del Estado. La retirada unilateral e
incondicional del principal actor externo del conflicto cubano (quedan
otros, muy débiles pero no desactivados, como Rusia y Venezuela) permite
ver con mayor claridad lo que realmente constituye el núcleo duro del
conflicto: un tipo de Estado que bloquea libertades y derechos
ciudadanos imposibilitando la innovación y el progreso.

La abierta represión dictada por Raúl Castro a propósito de esta acción
artística anunció a todos que el conflicto autóctono apenas entra en un
nuevo capítulo. No se ha puesto fin todavía a la beligerancia y al
bloqueo del Estado contra los derechos ciudadanos, ni se ha iniciado una
normalización de las relaciones entre ambos. La artista ha puesto una
pica en Flandes que empuja a ciudadanos y funcionarios a definirse ante
el problema real. El sonido del silencio en la Plaza de la Revolución
puede llegar a transformarse en genuino grito de los excluidos.

Este artículo apareció en Infolatam. Se reproduce con autorización del
autor.

Source: El sonido del silencio | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1421109563_12275.html

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