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Friday, January 09, 2015

Cumbre de las Américas - oportunidad y reto

Cumbre de las Américas: oportunidad y reto
La sociedad civil cubana debe demostrar que es un interlocutor en los
diálogos en los que se está trazando el destino de todos
MIRIAM CELAYA, La Habana | Enero 08, 2015

Uno de los temas más controversiales que tienen ante sí tanto el
Gobierno cubano como la sociedad civil independiente es el que se
desprende del discurso pronunciado por el Presidente Barack Obama el 17
de diciembre último, cuando expresó: "El próximo mes de abril estaremos
preparados para que Cuba se una a otras naciones del hemisferio en la
Cumbre de las Américas. Pero insistiremos que la sociedad civil se nos
una para que sean los ciudadanos, y no solo los líderes, los que
conformen nuestro futuro".

A renglón seguido, Obama añadió: "Y exhorto a todos mis colegas y
líderes a que le den sentido al compromiso con la democracia y los
derechos humanos, que es la esencia de la Carta Interamericana. Dejemos
atrás el legado de la colonización y del comunismo, la tiranía de los
carteles de la droga, los dictadores y las farsas electorales".

Pasados los primeros momentos de sorpresa y puestas sobre la mesa las
posiciones de unos y otros acerca de la decisión del restablecimiento de
relaciones diplomáticas entre Cuba y EE UU, la mayoría de los cubanos
tenemos la absoluta certeza de que el régimen no está preparado para
enfrentar de manera satisfactoria un debate franco sobre democracia y
derechos humanos. Mucho menos estaría dispuesto a ceder en su tozuda
negativa a reconocer espacios de libertad que inevitablemente
desembocarían en el final de su poder.

Pero, con igual certeza y en aras de la honestidad, debemos reconocer
que a la sociedad civil independiente también nos quedan importantes
obstáculos por superar, empezando por el que será, sin dudas, una
premisa esencial: ponernos de acuerdo desde los consensos dejando de
lado las diferencias –derivadas de partidismos políticos, ideologías,
caudillismos y otras agendas personalistas– que nos han dividido e
impedido mayores avances a lo largo de décadas.

Dejar atrás la adolescencia política y ganar de golpe la mayoría de edad
para lograr un frente común que amplifique los reclamos democráticos de
los cubanos por los cuales varias generaciones han estado luchando en
difíciles condiciones, no es imposible, como lo demuestran los espacios
de debate y consenso que se han estado abriendo en el transcurso de los
dos últimos años. No obstante, tampoco será tarea fácil alcanzar una
agenda única capaz de cubrir las exigencias esenciales de todos los
sectores de la sociedad civil, en particular las de aquellos que se
muestran más reacios al diálogo y han optado por una postura de
confrontación.

Quizás parezca prematuro poner sobre el tapete un tema que, en primer
lugar, depende de la conjunción y coordinación de muchas cuestiones
todavía desconocidas. Pero en política el tiempo es un capital
fundamental con el que no solemos contar los cubanos, acostumbrados a
medio siglo de inmovilismo.

Obviamente, la disposición del Presidente Obama de apoyar a la sociedad
civil no implica –o al menos no debería implicar– una intervención
directa de su Gobierno en la financiación o selección de los actores que
participarían en el cónclave hemisférico. Cabe suponer, tomando como
antecedente sus propias declaraciones cuando ha reconocido que los
asuntos de Cuba competen en primer lugar a los cubanos, que el
compromiso de su Gobierno sea apuntalar las propuestas que hagamos
nosotros, incluyendo los que no viven en la Isla pero forman parte de la
vibra de la nación.

En ese caso, sería recomendable iniciar desde ahora un proceso de
debates y consultas a los actores de la sociedad civil independiente,
líderes de grupos y de opinión, periodistas, activistas de todos los
proyectos existentes, y aquellos individuos u organizaciones que –sea
desde la oposición o desde cualquier espacio cívico– tienen ideas que
aportar a la agenda.

No se trata de buscar unanimidad, sino consolidar la unidad en aquellos
puntos esenciales en los cuales estamos de acuerdo y tener listas
nuestras propuestas, tanto del probable memorándum a presentar en la
Cumbre de las Américas como de la representación que pudiera abarcar de
manera más inclusiva y justa todo el abanico de organizaciones y
tendencias de la sociedad civil independiente. A la vez, es preciso
renunciar a las presunciones y abrazar la modestia en aras del bien común.

Lamentablemente, en eventos recientes hemos comprobado la persistencia
de posiciones de intolerancia, violencia verbal y de menosprecio por las
ideas diferentes de las propias; algo inherente a una sociedad
largamente crispada y controlada por un régimen que ha sembrado el
totalitarismo y la intimidación como métodos válidos para imponerse, y
que algunos pocos demócratas parecen querer perpetuar.

Tales hechos, que han atentado contra la imagen pública de una
disidencia caracterizada mayoritariamente por sus posturas de luchas
pacíficas y de respeto por las opiniones discrepantes, deben ser
desterrados de los debates si queremos fortalecernos y alcanzar
prestigio y reconocimiento dentro y fuera de Cuba. Es tiempo de
demostrar que somos interlocutores en los diálogos en los que se está
trazando el destino de todos.

Lo verdaderamente importante es, en definitiva, estar preparados para la
ocasión que políticamente se nos ofrece. Se trata de un compromiso, no
de una prebenda, y quienesquiera que nos representen en este u otro foro
internacional deberá sentir la tremenda responsabilidad histórica que
asume, así como ser digno de la confianza de todos los que han empeñado
sus fuerzas y cifrado sus esperanzas en un futuro de democracia para Cuba.

Source: Cumbre de las Américas: oportunidad y reto -
http://www.14ymedio.com/opinion/Cumbre-Americas-oportunidad-reto_0_1703229661.html

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