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Wednesday, January 21, 2015

Cuba-EEUU - Despertando de la pesadilla

Cuba-EEUU: Despertando de la pesadilla
Posted on 20 enero, 2015
Por Leonardo Padura*

LA HABANA.- Todos los cubanos, a un lado u otro del estrecho de Florida,
pero también en España, Francia o Groenlandia (que allá igualmente hay
un par de cubanos) sentimos que el 17 de diciembre, cuando el presidente
de Estados Unidos, Barack Obama, anunció la normalización de las
relaciones con Cuba después de más de medio siglo de ruptura, se estaba
produciendo un momento histórico que, de alguna forma, nos incluía a
cada uno de nosotros.

Los que vivimos en Cuba precisamente por vivir en la isla; y los que
radican en la diáspora por las razones que, en diferentes momentos y por
diversos motivos, los llevaron a emigrar y reescribir sus vidas.

Una gran mayoría reaccionó con júbilo y esperanzas; un porcentaje menor
con sentimiento de derrota y hasta de traición; y otra cantidad posible
con pocas expectativas respecto a lo que puede provocar esta decisión
para el curso de sus existencias.

Sentirse removido

Pero lo que sí resulta indiscutible es que cada uno de nosotros se
sintió removido por el anuncio que algunos medios calificaron incluso
como "la noticia del año", algo muy notable (aun cuando se considere
exagerado) tratándose apenas de la normalización de relaciones entre
Estados Unidos y un pequeño territorio del Caribe que no decide la
economía de su región y, se supone, no influye en las grandes políticas
mundiales.

Sin embargo, la pequeñez geográfica y económica de Cuba hace años que no
se corresponde con su proyección internacional, y la llamada "noticia
del año" lo fue (o lo pudo haber sido) por varias razones, además de las
sentimentales que nos afectaron a los cubanos.

Por su carácter simbólico como acto de distensión y punto final del
dilatado epílogo de la guerra fría, como reconocimiento de un error
político sostenido por Estados Unidos durante demasiado tiempo, por su
peso en las relaciones interamericanas y por su carácter humanista
gracias a que el primer paso de lo acordado fue un intercambio de
prisioneros, algo siempre conmovedor y humanitario.

Y también lo fue porque en un mundo cada vez más cargado de malas
nuevas, el hecho de que dos países enfrentados políticamente por medio
siglo decidan superar diferencias y optar por el diálogo resulta algo
reconfortante.

Lo que ha echado a andar

Tres semanas después la maquinaria de esa nueva relación ha echado a
andar. En vísperas de la visita a La Habana de la secretaria de Estado
adjunta Roberta Jacobson para iniciar conversaciones de alto nivel "face
to face" con el gobierno de La Habana, el presidente Obama ha anunciado
la entrada en vigor de sus primeras medidas de cambio.

En la lista destacan las relacionadas con la mayor apertura de licencias
para que los estadounidenses puedan viajar a Cuba, el aumento de las
cifras de las remesas que se permiten enviar a la isla, la reanudación
de intercambios financieros y bancarios, el incremento de relaciones
comerciales en diversos rubros y la pretensión de sostener el
crecimiento de la sociedad civil cubana por diferentes caminos, entre
ellos de la información, las comunicaciones y el posible apoyo económico
a los emprendedores.

Cuba, por su parte, cumplió con la liberación de prisioneros por los
cuales Washington había mostrado interés.

Las medidas recién implementadas por Obama pueden tener una
trascendencia notable para Cuba. Ante todo porque deja la política de
embargo como una camisa de fuerza que se ha llenado de boquetes y
prácticamente convierte su derogación en una cuestión de tiempo y, para
empezar, elimina muchos de los temores con que los inversores de otros
países miraban su posible entrada en la isla.

Mientras, Cuba espera su salida de la lista de naciones patrocinadoras
del terrorismo en la cual ha estado incluida por años y, a uno y otro
lado del estrecho, los ciudadanos cubanos miran con justificada
incertidumbre el futuro de la Ley de Ajuste Cubano, que garantizaba la
residencia norteamericana a cada isleño que pusiera un pie en territorio
norteamericano, por la vía que fuese, un tema del que seguramente se
hablará durante la visita de Roberta Jacobson.

Preguntas e incertidumbre

Pero, mientras los acuerdos políticos van a un ritmo que no deja de
sorprender, los cubanos insistimos en preguntarnos cómo se vivirá en la
isla esta nueva situación creada a partir del 17 de diciembre y hoy en
marcha por diversas vías.

Porque entre las intenciones de Obama de instrumentar un cambio de
política que lleve al mismo fin (el cambio de sistema en Cuba) y su
éxito, median las decisiones que hacia el interior irá tomando el
gobierno cubano para aprovechar lo útil de la nueva relación y eliminar
peligros potenciales.

La posible llegada masiva de norteamericanos a Cuba parece que pudiera
ser el primer efecto visible de cara a un futuro que ya ha comenzado a
correr.

Si hoy la isla recibe al año una cifra de tres millones de visitantes,
esa cantidad bien podría duplicarse con las nuevas regulaciones
anunciadas por Obama. Por ello, todos se preguntan si el país está
preparado para semejante circunstancia y las respuestas no suelen ser
demasiado alentadoras.

Cuba, luego de haber entrado en un largo período de crisis con la
desaparición de la Unión Soviética y sus generosas subvenciones y con el
recrudecimiento del embargo estadounidense con las leyes Torricelli y
Helms-Burton (que incluso alcanzaron efecto extraterritorial), es hoy un
país con serios problemas de infraestructura en las comunicaciones,
vialidad, transporte, los inmuebles, entre otros rubros.

La carencia de recursos para hacer las necesarias inversiones afecta
también la compra de productos que demandarán los presuntos visitantes y
generará dificultades al consumo interno, ya de por sí bastante
encarecido y en ocasiones poco abastecido.

Primeros beneficiados

Quizás los primeros beneficiados con esa llegada masiva de
norteamericanos a costas cubanas sean los pequeños empresarios de la
isla que ofrecen servicios de hostelería y alojamiento (y los otros
miles de personas que giran en su órbita).

En la actualidad en una ciudad como La Habana no existen suficientes
habitaciones en los hoteles (propiedad del Estado o de capital o
administración mixta con empresas extranjeras) y mucho menos una calidad
en los servicios gastronómicos estatales que los haga competitivos.

De tal modo, una parte notable del dinero que circule pasará por manos
de los empresarios privados (los llamados cuentapropistas), un sector
que aun cuando debe pagar altos impuestos al Estado y elevadísimos
precios para la compra de insumos en el mercado minorista (todavía no
existe el reclamado mercado mayorista que los beneficie), obtendrá
importantes ganancias en el panorama que hoy se dibuja en el horizonte
cercano.

Y este fenómeno contribuirá a dilatar aún más el cada vez menos
homogéneo entramado social de la nación caribeña.

El duro escollo de una visa

Otra de las grandes expectativas nacionales tiene que ver con la
posibilidad de que los cubanos puedan viajar a Estados Unidos pues, aun
cuando se ha abierto mucho más en los años recientes, sigue siendo un
duro escollo a vencer para muchos ciudadanos de la isla obtener el
visado que les permita viajar al país del norte… y, entre ellos, a los
que pretenden radicarse allí bajo el manto de la Ley de Ajuste Cubano,
ahora con la posibilidad añadida de no perder sus derechos ciudadanos en
la isla bajo la protección de las leyes migratorias aprobadas hace dos
años por el gobierno de Raúl Castro, las cuales eliminaron la onerosa
figura migratoria de la "salida definitiva del país".

Y, en un terreno menos concreto pero no menos presente, cae el tema de
los discursos y la retórica. Medio siglo de hostilidad en muchos
territorios, incluido por supuesto el verbal, debe comenzar a ceder a la
luz de las nuevas circunstancias.

El "enemigo imperialista" y el "peligro comunista" están sentados a la
misma mesa, buscando soluciones negociadas, y el lenguaje debe adecuarse
a esa nueva realidad para conseguir la necesaria comprensión y los
esperados acuerdos políticos.

Por lo pronto, los cubanos que vivimos en la isla hemos sentido ya un
notable primer beneficio de los acuerdos anunciados: hemos sentido cómo
baja una tensión política en la que hemos vivido por demasiados años y
desde ya podemos sentir que es posible rehacer nuestra relación con un
vecino demasiado poderoso y demasiado cercano, y si no de un modo
amistoso, al menos relacionarnos de una forma cordial, civilizada.

Por eso muchos –entre los que me incluyo- hemos sentido desde el 17 de
diciembre algo semejante al despertar de una pesadilla de la cual casi
ninguno de nosotros confió en que podríamos escapar. Y con los ojos
abiertos, ahora oteamos el futuro que vendrá, tratando de darle siluetas
más precisas.

*Este artículo apareció en La Esquina de Padura en IPS y se publica en
CaféFuerte con el consentimiento del autor.

Source: Cuba-EEUU: Despertando de la pesadilla | Café Fuerte -
http://cafefuerte.com/cuba/21427-cuba-eeuu-despertando-de-la-pesadilla/

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