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Thursday, January 22, 2015

Corea del Norte - el país que soñó Fidel Castro

Corea del Norte: el país que soñó Fidel Castro
Fidel, al estilo de Kim Il Sung, hizo de la uniformidad ideológica
"inquebrantable" un verdadero culto donde su persona sería venerada como
la principal divinidad y donde él sería el principio y fin de todas las
cosas
jueves, enero 22, 2015 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba. -Aunque algunos, analizando las economías y el carácter
absolutista de sus respectivos partidos comunistas, encuentran puntos en
común entre las políticas actuales de los gobiernos de Cuba y China, no
es con este país con quien pudiéramos establecer una acertada
comparación en cuanto a verdaderas similitudes.

La ideologización general y obligatoria, la supresión de las libertades
individuales, la división de la sociedad en ciudadanos "fieles" e
"infieles", el culto a la personalidad, el control estricto de la
información y su "dosificación" según los criterios del "líder
histórico", el declarar a todos los hombres y mujeres como propiedad del
Estado y sujetos bajo sospecha de sedición, el implemento de políticas
absurdas que obedecen al antojo de uno solo, el carácter hereditario del
poder político, entre muchos otros parámetros, nos han acercado mucho
más a Corea del Norte.

Si por una cuestión de afinidades, además de pura estrategia, Fidel
Castro se resguardó a la sombra de los rusos a inicios de los sesenta,
fue la República Popular "Democrática" de Corea el espejo donde en
verdad deseaba verse reflejado en un futuro. Tal certeza no se la debo
tan solo a que los arrebatos belicosos de Kim Jong-Un, el último de la
dinastía de los Kim, me recuerden las locuras del gobernante cubano al
concebir un ataque nuclear contra los Estados Unidos en la llamada
Crisis de Octubre de 1962, sino al modo en que el propio Fidel Castro
quiso diseñar su modelo de sociedad "nueva", en las antípodas de un
enemigo que él mismo se encargó de moldear y definir con los rasgos y
epítetos más amenazantes, siguiendo paso a paso el modelo norcoreano.

Fidel, al estilo de Kim Il Sung, hizo de la uniformidad ideológica
"inquebrantable" un verdadero culto donde su persona sería venerada como
la principal divinidad y donde él sería el principio y fin de todas las
cosas. En las escuelas, centros de trabajo y lugares públicos, la
adoración del "Líder Supremo", el estudio de sus "hazañas" y el énfasis
en su carácter infalible e incuestionable se convirtieron en credos
obligatorios para un pueblo que, paulatinamente, debía ser transformado
en un ejército dispuesto al sacrificio bajo el lema de "Comandante en
Jefe, Ordene" o "Esta tierra es de Fidel".

Al igual que en Corea del Norte, Fidel Castro se propuso desde los
inicios una purga exhaustiva de todos los elementos que impedían su
empoderamiento total o que dañaban la imagen de conformidad y consenso
que deseaba proyectar al exterior. Apegados a un mismo guion, tanto en
Corea del Norte como en Cuba se instituyeron aberraciones como las
condenas a trabajos forzosos en cárceles y campamentos de "reeducación";
la prohibición de prácticas religiosas no aprobadas por el Partido y la
persecución de los practicantes; la injerencia en la vida privada de los
ciudadanos (por ejemplo, durante los años 70 y hasta bien entrados los
80 el divorcio fue considerado inmoral entre los miembros del Partido
Comunista y podía causar la defenestración de un dirigente o
funcionario); las condenas por traición, por deserción y hasta por
"diversionismo ideológico"; la penalización de los contactos de todo
tipo con extranjeros; el mantener a la población por debajo de los
límites de pobreza para usar las prebendas y beneficios por fidelidad
como eficaz método de control; la estigmatización de familias completas
debido a que alguno de sus miembros fue acusado de traición o se
encontraba bajo sospecha. La lista de absurdos pudiera tornarse infinita.

Durante los años 70 y 80, la cooperación militar y de inteligencia entre
los dos países estuvo al más alto nivel. Constantemente, bajo la máscara
del intercambio cultural, viajaban a la isla personas que recibían
entrenamiento táctico o agentes del servicio de inteligencia que usaban
a Cuba como puente para alcanzar otros objetivos en el continente. En el
vuelo de Cubana de Aviación, siniestrado en las costas de Barbados en
1976, viajaban varios norcoreanos que, aunque fueron oficialmente
identificados como funcionarios de cultura, se sospecha eran oficiales
en misiones secretas. Por aquellos años, varias escuelas e instituciones
de la isla fueron bautizadas con el nombre del país asiático.

Los planteles estaban apadrinados directamente por el gobierno
norcoreano y hasta existía un pequeño intercambio de estudiantes. Quien
suscribe estas líneas, tuvo la desdicha de estudiar en uno de ellos. La
disciplina era casi al estilo militar. La historia de Corea del Norte
formaba parte del contenido de algunas clases y en la biblioteca había
un apartado de honor, casi un altar, para las obras de Kim Il Sung. Los
estudiantes, periódicamente, éramos reunidos en el teatro para recibir
charlas por parte de diplomáticos norcoreanos quienes además proyectaban
documentales y distribuían revistas donde se exaltaban las bondades del
régimen.

Por su parte, el Ministerio de Educación cubano también imprimía y
distribuía folletos en todas las escuelas del país, mientras que las
salas de cine y la televisión exhibían reportajes acompañados de
comentarios de periodistas que alababan la disciplina del pueblo
norcoreano y la presentaban como una meta por alcanzar en un futuro
inmediato.

Los discursos de Fidel Castro y de los principales dirigentes y teóricos
de la revolución, entre finales de los años 60 y los 90, empleaban los
mismos términos insultantes y las ideas más radicales que ha empleado
siempre Corea del Norte para referirse a los Estados Unidos, nación
considerada la causante de todos los males de la humanidad, sin ningún
atributo positivo e incapaz de crear sujetos pensantes. Siguiendo las
enseñanzas de cualquier libro de aquella retorcida asignatura denominada
"Fundamentos de los Conocimientos Políticos", al uso en las escuelas
cubanas, las naciones capitalistas solo eran terrenos fértiles para la
decadencia y el horror y, en consecuencia, debían ser "saneadas" sea
como fuere.

La colaboración entre Cuba y Corea del Norte ha sido incondicional y,
aunque solapada, cada día parece ser más fuerte, como fue demostrado no
hace mucho en Panamá, donde las autoridades detectaron, escondido en las
bodegas de un barco, un cargamento de armas que Cuba enviaba a Corea. El
regalo había sido camuflado en una "humanitaria" venta de azúcar.

Aún a riesgo de recibir fuertes sanciones por colaborar con un país
declaradamente terrorista, los militares cubanos, formados en un
radicalismo muy similar al norcoreano, hicieron lo que algunos
calificaron como una locura pero que, sin dudas, no es más que una
decisión muy coherente con los vínculos tradicionales entre las dos
naciones, siempre en la cuerda de las afinidades y lo conspirativo.

Si la relación con los soviéticos, aunque desigual y de carácter
colonial, le garantizaba a Fidel Castro una conveniente solvencia
económica y una estabilidad política, necesaria para el bravuconeo
contra los "yanquis", los vínculos con Corea del Norte fueron y tal vez
continúen siendo de una absoluta reciprocidad ideológica, basada
simplemente en la simpatía que un modelo político despótico e irracional
despierta en quienes, como Fidel, creen en el sometimiento total como
única forma de gobierno.

Aunque, en los días que transcurren, las medidas de "cambio" anunciadas
por Raúl entusiasmen a algunos ingenuos, esas simpatías de los Castro
por Corea del Norte (para nada abandonadas en el pasado), debían
movernos a pensar si estamos frente a actitudes legítimas, nacidas de
una verdadera voluntad de cambio, o si se trata solo de un enmascarado
"alto al fuego" que le permitirá a la desangrada dinastía insular
asegurarse en el poder y recargar cañones contra el enemigo de siempre.
Con gran lucidez, muchos han lanzado la que pudiera ser considerada una
pregunta para la próxima década: ¿Revolución sin enemigo?

Source: Corea del Norte: el país que soñó Fidel Castro | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/corea-del-norte-el-pais-que-sono-fidel-castro/

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