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Monday, January 26, 2015

Contra el fetiche del inmigrante ilegal interno en Cuba

Contra el fetiche del inmigrante ilegal interno en Cuba
enero 26, 2015
Yenisel Rodríguez Pérez

HAVANA TIMES – Una vez presencie al etnólogo Miguel Barnet, presidente
de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en un ataque de
perplejidad mal intencionado. El letrado inauguraba un evento de
Ciencias Sociales que abordaba el tema de los barrios ilegales
capitalinos habitados mayormente por inmigrantes internos.

La presentación era más que nada una condena de aquellos escenarios y
sus habitantes, pero aun así su crítica no lograba cuajar, sobre todo
porque dejaba al público asistente la moraleja inquisidora de su discurso.

El letrado preguntó a los asistentes por qué existen asentamientos
precarios en la Cuba socialista, como si se tratara de mutación
espontánea sin causa aparente.

Él, mientras tanto, se declaró en un estado de "profunda confusión";
después de todo un etnólogo no va por ahí condenando poblaciones
empobrecidas y marginadas, sobre todo cuando el propio Barnet es
conocido como biógrafo del último esclavo cimarrón cubano.

Así se lavaba las manos como Poncio Pilatos y dejaba a los espectadores,
académicos oficialistas en su gran mayoría, el trabajo sucio.

Aquella experiencia sería una premonición de la radicalización en las
políticas migratorias internas cubanas, silenciadas en sus directrices
más radicales y que hoy se enmascaran con el discurso de la
planificación física sostenible promocionado a todos los niveles.

Cuando se lee entre líneas ese discurso, notamos que un interés
fundamental de la campaña es dar continuidad y extender las
deportaciones forzadas hacia fuera de la capital.

¿Cuánto han enriquecido los inmigrantes el mundo de vida popular
capitalino? ¿Por qué se visibiliza solo la parte conflictiva de la
inmigración ilegalizada?

Son preguntas que me vienen a la mente cuando veo la complicidad del
pensamiento científico y del sentido común, con las deportaciones forzadas.

Una causa está en las clasificaciones. ¿Qué implica ese criterio de ser
habanero de cuarta o quinta generación que muchos defienden con orgullo?
¿Acaso una pureza de centralidad, de cosmopolitismo, un urbanita superior?

Todo nace de la falacia del lugar de origen, arma de doble filo que se
aplica deliberadamente en el caso de la inmigración ilegalizada, pues se
aplica básicamente a los pobres, los marginados y los excluidos.

Muchas personas y sectores poblacionales de origen no habanero alcanzan
la residencia capitalina por canales oficiales, la mayoría funcionarios
y personal institucional, partiendo de argumentos incoherentes y
contradictorios con las mismas directrices migratorias.

El gobierno usa los atributos de inmigrante legal o ilegal, de residente
y muchos más, según sus intereses de gobernabilidad, apoyándose
básicamente en las supersticiones populares y los estereotipos negativos
tradicionales.

Por eso deben cuestionarse términos y conceptos excluyentes y
discriminatorios diluidos en el sentido común.

Asimismo, deben superarse los prejuicios populares que asignan atributos
regionalistas, racistas y xenófobos que luego cuentan y facilitan la
complicidad popular y profesional con las deportaciones forzadas.

Destaco sobre todo las lógicas que se aplican a los hombres adultos
solteros y sin familia, quienes reciben tratamientos muy injustos en las
deportaciones, llegando al internamiento forzado y el maltrato físico.

Source: Contra el fetiche del inmigrante ilegal interno en Cuba - Havana
Times en español - http://www.havanatimes.org/sp/?p=102876

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