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Wednesday, January 21, 2015

Auge y caída de La Fontanella

Auge y caída de La Fontanella
ORLANDO DELGADO | La Habana | 21 Ene 2015 - 9:02 am.

Era una muy exitosa repostería privada hasta que un vecino, oficial del
MININT, se propuso hacer que la cerraran. Una historia más del
cuentapropismo fallido.

La tranquila y arbolada barriada de Nuevo Vedado. Lujosos coches entran
y salen de manera constante de La Torre, una de sus calles interiores.
¿El motivo? Una reconocida repostería privada nombrada La Fontanella es
presa de un ajetreo incesante, pues no para de vender diversos tipos de
cakes de exquisita presentación y calidad.

Rafael comenzó desde cero, elaboraba dos o tres cakes en su casa y salía
por la cuadra a venderlos. Así, poco a poco comenzó a abrirse camino.
Su negocio, de boca en boca llegó a ser conocido en casi toda La
Habana y en otras provincias del país. Bajo el sello de esta dulcería
se comercializó el turrón de maní Don Pánfilo, que toma su nombre del
apodo de un reconocido humorista cubano.

Cuando comienza a prosperar el emprendedor dulcero alquila otro lugar
donde vivir y destina su vivienda exclusivamente para su floreciente
negocio. Como pocos cuentapropistas, tiene clientes en todo el país que
han oído hablar de la calidad de sus tortas. Sus clientes iban desde
embajadores y extranjeros residentes en Cuba hasta familiares de figuras
del régimen como la hija de Ernesto Guevara, Aleida March y miembros del
Consejo de Estado. Era una de las contadas dulcerías habaneras cuyo
horario se extendía hasta la noche. Entre muchas de sus ofertas, La
Fontanella ofertaba un delicioso cake de tres leches jamás visto en las
tiendas estatales.

Pero un buen día, en marzo de 2014, el negocio de imprevisto cerró. Y
comenzaron los rumores por toda la ciudad, la mayoría apuntaban a un
supuesto "enriquecimiento ilícito" y otras "ilegalidades" de su dueño,
quien había comprado dos amplias y cómodas casas. Sucede que en Cuba el
enriquecimiento lícito no es posible. Prosperar es un delito y la
historia de La Fontanella es un capítulo más —de tantos— de las
cosméticas reformas del raulismo.

Tanto revuelo causó su cierre que las autoridades se vieron obligadas a
dar una explicación pública por boca de la Directora Provincial de
Trabajo y Seguridad Social, Isabel Hamze, la cual puede leerse en el
blog oficialista CubanosUne: "Tras realizar la inspección al área se
detectaron violaciones en la licitud de la obtención de materias primas
para la confección de los dulces, el pago de impuestos por trabajadores
contratados, y siguiendo el procedimiento en estos casos, se le retiró
la licencia a titulares y todos sus trabajadores".

A esa declaración, la funcionaria agregó que si los trabajadores
demostraban no haber cometido ninguna irregularidad se les devolvería la
licencia. O sea se presumía que tanto el dueño como los trabajadores
eran culpables de violar la ley y debían demostrar ante las autoridades
su inocencia, y no al revés, como ocurre en cualquier Estado de derecho.

Sin embargo, la parca y sesgada explicación oficial contrasta con la
versión que algunos de los empleados de la dulcería bajo anonimato
accedieron a contar. Todo comenzó porque a un alto oficial del
Ministerio del Interior residente en la misma calle del negocio le
incomodaba la cantidad de autos que se parqueaban frente a La Fontanella
y sus calles aledañas, lo cual le imposibilitaba a él parquear su auto
con la comodidad de antaño. A partir de ese momento, molesto además con
la prosperidad del dueño, este alto personero del régimen, en
complicidad con las autoridades, tramó quitárselo de encima.

"Le pusieron una videocamára frente al negocio y sacaron el
reloj-contador de la electricidad de su casa en un poste eléctrico en
las afueras de la vivienda, además había una persona que se apostaba
cerca del negocio con el objetivo de anotar la entrada y salida de la
mercancía en venta, para calcular si coincidían sus ingresos con lo que
el dueño declaraba al fisco", explica uno de sus empleados.

De manera preferencial en La Fontanella descargaban primero los camiones
distribuidores de huevos y harina que también abastecían a varios
centros y cafeterías estatales de la zona, y eso marcó el comienzo del
fin de la dulcería.

"Las autoridades acusaron al dueño de comprar unos sacos de harina a una
entidad estatal de manera ilícita y le mostraron unos comprobantes de
pago supuestamente adulterados o falsos. A raíz de ese suceso, Rafael
(el dueño) se vio envuelto en problemas legales y hubo de ir a juicio
donde se defendió argumentando su desconocimiento de la falsedad de esos
comprobantes, pero se le exigieron también títulos de propiedad de
artículos tan comunes como cajas plásticas de huevos y de los hornos
industriales y mezcladoras donde se confeccionaban los cakes, papeles
que no existían pues muchos de esos equipos eran adaptados o reparados",
añade otro de sus empleados.

La inmensa mayoría de los equipos utilizados por la dulcería tenían
alguna adaptación, La Fontanella poseía dos hornos industriales marca
Garland de fabricación norteamericana con más de cinco décadas de
existencia, varios hornos criollos y mezcladoras de gran tamaño, todas
con alguna adaptación, y entre cuatro o cinco mezcladoras pequeñas y un
número similar de mezcladoras de mano, de las cuales estas últimas son
las únicas que pueden adquirirse en la red de tiendas por divisas.

El hecho de que una persona no posea títulos de propiedad de esos
equipos no significa que tengan un origen ilícito o que sean robados.
Pero las acusaciones aumentaron: evasión al fisco al considerarlo
subdeclarante ante la autoridad recaudadora, la ONAT, a pesar de que La
Fontanella era uno de los negocios que más ingresos reportaba al fisco,
alrededor de 3 millones de pesos anuales. Con todos esos cargos se había
allanado el camino para clausurar un negocio demasiado próspero a los
ojos de la nomenklatura.

Al poco tiempo de que La Fontanella cerrara, el titular intentó reabrir
otra dulcería trasladando alguno de sus equipos a un local estatal en el
Vedado, pero como se dice popularmente "ya estaba fichado" y esta
posibilidad y cualquier otra de abrir un nuevo negocio le fue
expresamente prohibida. "Solo le autorizaron a que vendieran sus
equipos", explica otra de las personas vinculadas con la dulcería.

Las autoridades le impusieron al dueño una multa por la elevada cifra de
100.000 CUC. Lamentablemente, este no accedió a ser entrevistado y a dar
más detalles sobre el oscuro cierre de su negocio.

La triste historia de este negocio viene a confirmar por enésima vez las
tesis que desarrollaran tanto la reconocida Escuela Austríaca de
Economía y tantos economistas liberales en el pasado siglo XX, quienes
han demostrado que el intervencionismo estatal en la economía termina
obstruyendo la creación de riqueza y genera el empobrecimiento de la
sociedad. La Fontanella cayó bajo el pesado fardo del autoritarismo
castrista y su negativa a comprender la superioridad manifiesta de la
gestión privada sobre la estatal.

Source: Auge y caída de La Fontanella | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1421524425_12369.html

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