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Saturday, December 13, 2014

De fracaso en fracaso

De fracaso en fracaso
Washington trató de atraer a raperos cubanos, con el fin de crear un
movimiento juvenil en contra del régimen de la Isla, pero terminó
perjudicando una auténtica forma de protesta
Alejandro Armengol, Miami | 12/12/2014 3:16 pm

Tanto mandatarios y legisladores demócratas como republicanos se han
mostrado más interesados en aparentar ante sus electores un interés por
la situación en Cuba, que en contribuir a un cambio real en la nación
caribeña. Ahora sale a relucir otro fracaso, del que ya se tenía
conocimiento pero no en detalle: el gobierno estadounidense trató de
atraer a raperos cubanos con el fin de crear un movimiento juvenil en
contra del régimen de la Isla.
Al igual que ocurrió con el plan para crear un sistema estilo Twitter,
que en última instancia sería utilizado para recopilar información y
"fomentar" la disidencia; de manera similar a otro programa, que envió a
la Isla jóvenes latinoamericanos a provocar disensión, y que también
incluyó elaborados subterfugios, como la creación de una organización de
fachada y un exótico entramado financiero para ocultar la participación
norteamericana, los resultados fueron contraproducentes: el proyecto
perjudicó una auténtica voz de protesta que había generado algunas de
las críticas populares más duras desde que Fidel Castro tomó el poder en
enero de 1959, concluyó una investigación de la Associated Press.
También como en los otros dos proyectos dados a conocer con anterioridad
por investigaciones de la propia agencia noticiosa, más allá de una
breve y momentánea infusión de dólares en algunos bolsillos, el plan no
arrojó resultados positivos. Eso sí, será utilizado para que el régimen
vuelva a denunciar la continua "injerencia" de Estados Unidos en los
asuntos cubanos.
El Departamento de Estado informó a comienzos de noviembre que está
revisando algunos de los programas secretos de promoción de la
democracia de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID), que se llevan a cabo en países hostiles a Estados
Unidos, después que la AP reportara que la agencia para el desarrollo
internacional del gobierno podría poner fin a labores encubiertas y
riesgosas en esas naciones. Los cambios propuestos podrían transferir
parte de esas funciones al aparato diplomático estadounidense.
Sería bueno que al menos en esta ocasión no se repitiera la torpeza de
echarle la culpa al mensajero y no al mensaje. Difícil o imposible que
se evita. Así que de nuevo para algunos el análisis sobre lo ocurrido
será dejado a un lado en favor del ataque a la agencia noticiosa. Como
suele repetirse, los extremos se tocan: cuando el escándalo de los
"perfumes revolucionarios", inspirados en el Che Guevara y Hugo Chávez,
les tocó el turno de atacar a la AP a los funcionarios del régimen, y se
atribuyó el incidente a la cobertura malintencionada de la agencia. Solo
que ni la AP inventó los desafortunados perfumes, ni tampoco creó los
planes de la USAID, distribuyó dinero, puso en riesgo a personas y les
ocultó la naturaleza del trabajo a realizar.
También es probable que de nuevo ahora se repitan argumentos sobre el
"derecho" de Washington para forzar un "cambio" de régimen en Cuba. Solo
que la pregunta más práctica sería si ser una superpotencia le otorga a
cualquier administración de EEUU —no importa si demócrata o republicana—
una potestad ilimitada para despilfarrar el dinero de sus contribuyentes.
Aunque limitar la ineficiencia a la USAID resulta injusto. Por décadas,
todo o la mayoría de lo que se ha hecho para promover la democracia en
Cuba, con fondos norteamericanos, se ha hecho mal.
Asombra que la nación más poderosa del mundo sea tan torpe ante un
pequeño país, salvo que se abrigue la sospecha que ineptitud no ha sido
un pecado sino un objetivo.
Es cierto que se entra entonces en la teoría de las conspiraciones, pero
son demasiados datos para encerrarlos simplemente en la casualidad y la
circunstancia.
Desde los lejanos planes de la CIA para exterminar a Fidel Castro, una y
otra vez en este país se ha repetido un esquema similar, difícil de
entender fuera de EEUU: la utilización de amplios recursos y fondos
millonarios con el objetivo de no lograr nada.
Lo que en muchas ocasiones se ha interpretado como torpeza o franca
ineficiencia no ha sido más que la apariencia de un proyecto destinado
al fracaso.
Sólo una nación que cuenta con un presupuesto de millones y millones de
dólares, puede destinar algunos de ellos simplemente al despilfarro;
solo un país poderoso y al mismo tiempo víctima de su prepotencia puede
llevar a cabo tal tarea.
En el caso cubano, Washington lo ha hecho con éxito durante décadas.
La consecuencia es que ha surgido un "anticastrismo" que es más un
empeño económico que un ideal político, alimentado en gran medida por
los fondos de los contribuyentes.
Cuando a finales del siglo pasado la transformación de este modelo se
acercaba al punto clave, en el cual la estrechez del objetivo político
del grupo del exilio que lo sustentaba hacía dudar de sus posibilidades
futuras, la llegada al poder de George W. Bush dilató su supervivencia,
al tiempo que impuso un gobierno con una carga ideológica —afín
precisamente a los principales beneficiarios del "modelo anticastrista"—
como no se conocía en esta nación desde décadas atrás.
La política de extremos pasó a ser la estrategia nacional y no una
maldición miamense.
La administración de Barack Obama, que en el caso cubano se ha movido
entre la inercia, el desinterés y la desconfianza, no ha hecho más que
prolongar una situación heredada. Por supuesto que —como siempre— el
régimen continúa acumulado triunfos en su poderosa capacidad para
prolongar el desastre. Nada cabe esperar de La Habana y cualquier
apuesta a favor de una correspondencia de gestos choca contra el muro de
la inmovilidad, pero si los esquemas en favor de fomentar la democracia,
que en otros países han funcionado con éxito, fracasan en Cuba, por qué
ese empeño torpe en gastar el dinero.
Si de algo ha sido ejemplo la Isla, es en ser un laboratorio que
convierte en fracaso lo que en otras partes triunfa. Desde los lejanos
días de la expedición de Bahía de Cochinos, ya era hora para haber
aprendido la lección.
Si la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fracasó a la hora de repetir
en Cuba lo que llevó al derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala, no
por ello se ha dejado de repetir el esquema. El último ejemplo en este
intento, que se conoce en detalle ahora, de repetir en la Isla los
conciertos de protesta del movimiento estudiantil que ayudó a derrocar
al entonces presidente serbio Slobodan Milosevic en 2000. Y para ello,
nada mejor que buscarse a… ¡un promotor serbio, Rajko Bozic! Si la CIA
de los hermanos Dulles llevó a cabo el derrocamiento de Árbenz, ahora
sería la USAID, al parecer dirigida por unos hermanos Marx reencarnados,
quien se encargaría de acabar con los Castro.
Y al igual que ocurrió con la fracasada expedición de Bahía de Cochinos,
lo que al parecer nunca faltó en el proyecto fue el dinero. El estimado
original, para lo que fue concebido bajo la administración de Dwight D.
Eisenhower como un plan de propaganda, infiltración y apoyo a la
resistencia dentro de la Isla, comprendía gastos de $4.400.000. Sin
embargo, el costo total ascendió a más de $46.000.000. En lo que
respecta al plan con los raperos cubanos, Bozic fue contratado por
Creative Associates International, una compañía que suscribió un
contrato multimillonario con USAID. Su objetivo: hacerse al mando del
movimiento hip-hop de la isla "para ayudar a la juventud cubana a romper
el bloqueo informativo" y crear "redes juveniles para el cambio social",
según muestran los documentos, informa la AP.
Creative estaba girando cientos de miles de dólares en salarios y en
costos operativos, incluidos los equipos de video y las computadoras.
Para ocultar el dinero que se entregaba a Bozic, Creative creó una
compañía pantalla en Panamá llamada Salida, dirigida por un abogado en
Liechtenstein. Bozic no aparecía por nombre, pero tenía un poder
notarial según un documento que debía permanecer secreto pero que la AP
consiguió.
En una trama ridícula y absurda, al tiempo que un reducido grupo de
"cavernícolas" de Miami se dedicaban a romper discos y quemar camisas de
Juanes, la USAID trataba de aprovechar el concierto del cantante
colombiano para promover al grupo de rap Los Aldeanos.
De la investigación de la AP se deduce que toda la operación montada
desde EEUU siempre fue del conocimiento del régimen. Mientras la policía
política se dedicaba a incautar computadoras y equipos de sonido,
delineaba a su vez un guión propio para presentar al mundo.
En noviembre de 2009 fue detenido cuando llegaba a Cuba con "todo lo que
Best Buy vende en su mochila". Computadoras y equipos de video para
artistas y videógrafos, le dijo Bozic a un excontratista de la USAID,
quien narró la conversación a condición de no ser identificado para no
afectar su trabajo, de acuerdo a la AP.
La policía incautó el equipo, incluida una unidad de memoria con
documentos "que tenían mucha información", escribió un gerente de
Creative. Bozic se marchó antes de lo planeado, para no volver.
Pocas semanas después que Bozic saliera de Cuba, las autoridades de la
Isla arrestaron al ciudadano estadounidense Alan Gross, otro contratista
de la USAID que trabajaba en otro programa secreto. Gross fue
sentenciado a 15 años de prisión.
Durante los últimos años, Washington ha estado repitiendo que sus
objetivos son apoyar a la disidencia, contribuir al aceleramiento del
cambio pacífico para lograr la transformación política y económica de la
Isla y aumentar el nivel de información de los cubanos. Pero en la
práctica, estos planes han resultado contraproducentes para cumplir
estas metas.

Source: De fracaso en fracaso - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/de-fracaso-en-fracaso-321194

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