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Monday, November 17, 2014

El regreso de Rusia al Caribe

El regreso de Rusia al Caribe
JUAN MARTIN LORENZO | Toronto | 17 Nov 2014 - 9:07 am.

Ahora Rusia podría resultarle a Cuba más relevante que la propia Venezuela.

La Crisis de los Misiles, que es como Occidente conoció lo que en Cuba
se llamó la Crisis de Octubre, comenzó por el deseo de los gobernantes
soviéticos de instalar una base de ojivas nucleares a la puerta de EEUU,
su mismo traspatio. No funcionó entonces por muchos factores, entre
ellos la existencia de unos EEUU fuertes, influyentes, que dirigían los
compases de las democracias occidentales.

También la situación política del hemisferio occidental, y especialmente
de América Latina, fue factor decisivo, a pesar de los "encantos"
románticos de la revolución castrista. O, quizás, a pesar de esos mismos
"encantos". No es lo mismo una "revolución" que se enfrenta con voluntad
popular y casi nada más, que una "revolución" con ojivas nucleares.

De alguna forma, la Crisis de los Misiles destiñó de romanticismo, una
vez más, otra de las revoluciones. El comienzo del final.

Desde entonces Cuba sirvió por lo que es, su estatus de colonia. Así lo
veían los sucesores soviéticos en el Kremlin. Generoso dinero, generosa
ayuda en tecnología atrasada, generosa instrucción tecnológica, visitas
de ayudas, estudios universitarios y tecnológicos en los campus
universitarios rusos, armas, víveres, tecnócratas y bases de vigilancia
electrónica.

Cuba era lo que se alistó a ser: una colonia soviética, destinada a ser
punta de lanza del imperialismo ruso en América. Y ya que hablan de
tanto imperialismo, ponerlos todos sobre la mesa es importante.

Todo se acabó en 1991, o quizás un poco antes. Hoy retorna. ¿Por qué?

La razón principal puede hallarse en dos factores fundamentales: Putin y
Ucrania. La democracia rusa nunca ha sido tal democracia, sino una
suerte de club de mafiosos jugando al golf de la democracia en un campo
de tiro. El mismo Putin fue miembro de la KGB, y nunca abandonó su
espíritu de suspicacia. De ahí su aspiración al retorno de la grandeza
rusa, aquella de la época de los misiles, la Guerra Fría y el juego de
los dos imperios.

Hoy la situación es distinta a entonces. EEUU es débil, con un
presidente que parece más un dandy de Hollywood invitando a fiestas
musicales en la Casa Blanca. Una Europa que se desgrana en problemas,
conflictos y cuyo euro ha estado perdiendo poder. Y una China que se
agiganta artificialmente, extiende sus tentáculos a América Latina,
también para invadir territorio que fue tradicionalmente americano.

Entonces surge Ucrania, y su respuesta es Cuba.

Putin sale a devolver la mano "amiga" a Cuba para amenazar,
evidentemente, con el retorno a los tiempos coloniales rusos en Cuba y
su estancia como punta de lanza en las puertas de América. Y la estación
radioelectrónica de Lourdes, el fantasma de los misiles nucleares del 61
y la financiación a través de las venas cubanas de cuanta
desestabilización latinoamericana podía aventurarse, vuelven a jugar un
contrapeso en la política del Kremlin.

Putin va a La Habana, retorna a su vieja colonia como el antiguo monarca
que se fue, y hoy retorna. No es ni el hijo pródigo, tampoco el padre
pródigo. Perdona deudas, ofrece contratos ventajosos para deslumbrar el
poscastrismo, vende viejas naves aéreas a una industria cubana altamente
hambrienta de una necesaria renovación. Precios baratos, tecnologías
viejas, sí. Viejos amigos en el campo del coloniaje.

Es lo mismo. Para el ruso la sicología es simple: "Si América juega en
su traspatio con Ucrania, yo también sé hacerlo con Cuba".

El retorno ruso es aritmética geopolítica. Y ahí se insertan las
declaraciones del ministro ruso de Defensa, Sergei Shoigu, de las
negociaciones sobre el patrullaje de bombarderos putinescos por el
Caribe. Entre los países que apoyarán el reabastecimiento de esos
bombarderos está Cuba, y sus acólitos. Esos que son la sombrilla de su
sostén económico, pero que también son sus rehenes diplomáticos,
especialmente Nicaragua y Venezuela.

Y Putin conoce de esto, por supuesto.

Lo que viene a agravar la problemática de este retorno, no solo para los
cubanos, sino para la región, es precisamente la debilidad
norteamericana, la payasería musical de un individuo que, en la Casa
Blanca, ha sabido ser más huésped de fiestas musicales que de verdadera
diplomacia política.

Para Cuba tiene una doble consecuencia. Por una parte, el gobierno de
Castro recibe a su antigua metrópolis de vuelta, lo que le da seguridad
militar, estratégica. Por otra, expande su importancia diplomática. El
raulismo ha entendido que el regreso de Moscú no se debe a otra cosa que
a su posición estratégica frente a las costas americanas. Lo supo bien
desde un inicio, desde aquellos misiles nucleares de entonces.

Hoy no necesita esos misiles. Es mucho más peligrosa una base cubana
abasteciendo de combustible a bombarderos que las propias cabezas
nucleares. Y todo ello no tiene el sesgo que disolvió el "encanto"
romántico de aquella revolución que se fue a bolina un día de octubre de
1961.

Sin olvidar que el combustible será bien pagado. Operación doble,
entiéndase.

Pero Rusia vuelve por el peso diplomático que Cuba tiene en sus
neosatélites latinoamericanos. Los necesita en su bolsillo chejoviano.

El reverso de la moneda es, con muchas posibilidades, el desprecio a
cualquier diplomacia occidental en los organismos internacionales por el
recrudecimiento posible de las acciones contra la disidencia interna.

Con el banco financiero en Venezuela, el apoyo estratégico de la
contraparte imperial rusa, la diplomacia de la sonrisa con China y su
inyección en la economía cubana, el gobierno raulista tiene lo que
necesita para abrirle las puertas al poscastrismo.

En cierta medida, el retorno de las botas rusas es más importante que la
misma Venezuela, sobre todo en las condiciones en que está hoy Maduro.

¿Significara esto el retorno de la "danza de los millones" rusos de los
70 en Cuba?

No. No volverán. Putin puede ser generoso en lo estratégico, pero no
tonto como sus antiguos jefes soviéticos. Los mafiosos no regalan
dinero, pagan favores. Nada más.

Para aquellos que piensan que Cuba no es una amenaza para EEUU, deberían
tomar bien en cuenta las palabras del ministro de Defensa ruso.
Equivocarse puede costar caro, especialmente si es por segunda vez.

Source: El regreso de Rusia al Caribe | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1416211672_11298.html

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