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Thursday, November 13, 2014

De El Calvario a Matanzas - El doloroso caso del urbanismo cubano

De El Calvario a Matanzas: El doloroso caso del urbanismo cubano
Posted on 12 noviembre, 2014
Por Leonardo Padura*

El complicado tema de las regulaciones urbanísticas -o más bien de sus
violaciones- y de las construcciones ilegales ha vuelto a aparecer con
fuerza en los medios institucionales cubanos encargados de vigilar,
regular y preservar su funcionamiento.

El hecho visible de que, durante demasiados años, en ciudades y pueblos
de todo el país se haya tenido una actitud que va de la tolerancia a la
indolencia, pesa hoy como una montaña no ya sobre la imagen física de
los asentamientos urbanos, sino y muy especialmente, sobre la vida
cotidiana de miles de familias que, a veces por gusto, pero muchas veces
por necesidad, han deformado lo que urbanísticamente está reglamentado y
hoy viven en sitios sensibles de ser catalogados como violaciones
inadmisibles por los códigos existentes -y que pueden ser condenados
incluso a la demolición si se aplican drásticamente los reglamentos
existentes… que tantas personas e instituciones olvidaron por décadas.

Como atrás queda dicho, existen diversas razones que han provocado tal
acumulación de problemas en el entorno arquitectónico y urbanístico
cubano. Si bien es cierto que muchas personas han realizado obras
constructivas con clara conciencia de que violaban algunos de los
reglamentos existentes, lo cierto es que en la mayoría de los casos lo
que hoy vemos es resultado de dos actitudes cercanas pero diferentes: de
un lado la indolencia de las autoridades que en su momento dejaron que
se cometiera la violación y del otro la necesidad de la mayoría de las
personas de buscar soluciones a sus problemas de espacio y vivienda,
según sus condiciones económicas, posibilidades para realizar la obra y
hasta sus criterios estéticos.

La culpa repartida

En los casos de violaciones flagrantes como, por ejemplo, la
construcción en zonas costeras protegidas, o de edificaciones de
galpones y garajes rústicos en espacios ciudadanos comunes, es duro pero
más justo aplicar las leyes existentes. En el de las alteraciones de las
normas por razones "estéticas" (las comillas no son casuales: por lo
general lo que más falta en ellas es, precisamente, la estética),
realizadas ante la mirada irresponsable (o incluso con el beneplácito)
de las autoridades locales encargadas de regular la estructura
constructiva de un entorno determinado, la culpa repartida hace un poco
más compleja la posible decisión a tomar.

Pero, ¿en el caso de necesidad extrema de encontrar espacio habitable o
de salvar el ya existente con unos pocos recursos? Creo que ahí la
situación adquiere otro cariz, en especial teniendo en cuenta que
vivimos en un país con un gran déficit de viviendas y habitaciones en el
cual, además, muchas de las construcciones habitadas están en
condiciones constructivas lamentables.

Muchas de las personas que han realizado obras de "emergencia" han
optado por las soluciones a su alcance -que casi nunca son las más
adecuadas, solo las más factibles. Mientras en algunas zonas de la
ciudad de La Habana, como el casco histórico, ha existido rigor y
vigilancia, en otras con menores pero también con reales valores
patrimoniales, se han ido ejecutando verdaderos engendros que han
llegado a deformar de manera irreversible la fisonomía del lugar.

Deterioro de El Calvario

Muy cerca de donde vivo, el barrio de El Calvario es un ejemplo patente
de tales manejos. El Calvario, en especial las edificaciones ubicadas en
la arteria principal o muy cerca de ella, conservó hasta los años
1960-70 muchas de sus construcciones originales, algunas de ellas
levantadas en el siglo XIX. Pero con el paso del tiempo y el deterioro
de la mayoría de ellas o con la necesidad de sus moradores de ganar
espacios habitables, los propietarios de muchas de estas edificaciones
han realizado las más diversas modificaciones a la estructura original,
quitándole el valor de su presencia histórica. El resultado: ya El
Calvario no se parece a lo que fue… ni se parece a nada que pueda ser
medianamente armónico ni bello.

Pero, al cabo de tantos años y de tanto esfuerzo, ¿cómo pedir a estas
personas que deshagan lo que han hecho, en muchos casos con ingentes
esfuerzos? ¿Para regresar a qué?… En ejemplos como este, que se observan
en todo el país, la causa parece definitivamente perdida. El caos y la
fealdad son allí irreversibles.

Como El Calvario (más incluso que en ese pequeño pueblito de la
periferia capitalina), hacia el centro de la ciudad también se
reproducen actitudes similares pero en condiciones aun peores en
diversos sitios. En un reciente recorrido que realicé por las calles
aledañas a la Calzada de 10 de Octubre -y por la misma avenida que
atraviesa el muy populoso municipio- más que problemas de violaciones de
normas urbanísticas, observé las trazas de lo insalvable. La cantidad de
casas y edificios que han perdido la cubierta es alarmante, e
innumerable la de los inmuebles con grietas que se exhiben como heridas
fatales. En medio de eso, algunos moradores de la zona han tratado de
salvar lo salvable y, con los medios a su alcance y la inventiva propia,
han deformado fachadas y estructuras, dándole a la zona una imagen de
ciudad sin normas ni estilos que ha alcanzado también el punto de lo
irreversible. ¿Y el Cerro, Centro Habana, Luyanó? Más de lo mismo.

Ruinas que acechan a Matanzas

Algo similar ocurre en ciudades del interior que he visitado en los
últimos tiempos, entre las que está el caso doloroso de Matanzas, la
llamada Atenas de Cuba, quizás ahora con más razón: las ruinas acechan
varios de sus barrios históricos mientras las antes amables orillas de
sus ríos hoy exhiben todos los niveles posibles del abandono. ¿Ha habido
en todos estos años preocupación urbanística con ese entorno histórico
que hizo de Matanzas la bella ciudad por la que a principios del siglo
XIX se paseaban José María Heredia y los poetas que lo sucedieron? Salvo
algunos edificios específicos, el resto parecer haber sido dejado a su
suerte… o su mala suerte.

En cualquier caso, mirar hacia lo ya realizado en contra de la
estructura urbana de las ciudades del país y tratar de enmendarlo es una
labor necesaria, aunque ingente y difícil, y que en ocasiones, como he
advertido, podrá entrañar grandes injusticias y problemas sociales. A la
falta de control se ha unido a la falta de posibilidades que nos ha
llevado al estado actual. Pero, en cualquier caso algo hay que hacer
para enmendar lo enmendable y para evitar, sobre todo, que el mal hacer
urbanístico y el libertinaje "estético" sigan avanzando como una plaga
que convertirá a ciudades como La Habana no ya en una ciudad dotada de
la belleza del estilo de las cosas que no tienen estilo, como dijera
Alejo Carpentier, sino en un amasijo de improvisaciones y violaciones de
las normas, capaces de terminar de convertirla en una ciudad sin
identidad arquitectónica ni continuidad urbanística.

*Este artículo apareció en La esquina de Padura de IPS y se publica en
CaféFuerte con el consentimiento de su autor.

Source: De El Calvario a Matanzas: El doloroso caso del urbanismo cubano
| Café Fuerte -
http://cafefuerte.com/cuba/19216-de-el-calvario-a-matanzas-el-doloroso-caso-del-urbanismo-cubano/

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